jueves, 28 de octubre de 2021
The Americans. Segunda temporada.
“Ser adulto significa hacer cosas que no quieres hacer a todas horas”. Esta frase, como todas las frases, fuera de contexto puede ser utilizada en multitud de circunstancias. En muchísimas circunstancias. Y toda batalla contra lo que no queremos hacer, o seguir haciendo, es personal. Personalísima. Pero siempre estará ahí. Como si de un ejercicio blackmírrico se tratara, vuelvo a caer en un sueño eterno y no sé el motivo de volver a empezar a ver la segunda temporada de The Americans. Recordaba algunos pasajes, o creía recordarlos, hasta que todo se fastidió a finales de 2014 y en 2015 y las mierdas del pasado, guerras frías y no tan frías, reaganianos todos, objetivos y agentes dobles al más puro estilo Volpini. Reflexiona la segunda temporada de estos espías rusos en Yankilandia sobre las debilidades humanas, sobre los secretos que no queremos compartir y que nos atormentan, sobre los que nos avergüenza y sobre lo que no queremos hablar. Y hacer esas cosas que no queremos hacer, se multiplican en cada uno de nuestros trabajos. Y así, haciendo cosas que no queremos hacer, nos traicionamos una y otra vez, traición diaria y contemporánea, traición personal e infecciosa hasta la sepsis existencial. ¿Por qué no hacemos lo queremos hacer continuamente? ¿Por qué tenemos que soportar el vacío y seguir con una rutina que no nos lleva a ningún sitio? ¿Por qué hacer del sacrificio un modo de vida? Lenin, los curas, la paz, las muertes forzadas, los enemigos invisibles y la soledad como instrumento para cazar y ser cazado. O quizás, ser adulto sea todo eso y mucho más de lo que seguimos sin querer volver a hacer.
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