lunes, 25 de octubre de 2021
Una conspiración sueca. Primera temporada.
Puestos a buscar explicaciones a lo que no entendemos (o no nos han contado), nos aferramos a cualquier cosa, a cualquier escombro, a cualquier barco a la deriva. Y sale el grito, la frase: “Tenemos algo”. Una conspiración sueca, con su apariencia de comedia, sí que tiene pretensiones: buscar una respuesta al asesinato de Olof Palme. De Olof Palme únicamente nos acordamos por el callejero, por ir a un determinado comercio de una calle llamada así. Pero no. Hay más. Hay más inconvenientes, hay toneladas de incógnitas y preguntas sin resolver. Como si de unos cazatesoros se tratara, un grupo de personajes (en el mejor sentido de la palabra) se lanza a una aventura para buscar la clave que dé con la solución a un asesinato sin resolver, a una incógnita en una ecuación matemática sin capacidad de ser resuelta. O no. O todo es un sueño freak, todo es mentira. Siempre. Una buena serie para salir de laberintos interiores y entrar, definitivamente, en un bucle de desesperación sin que el sol sea capaz de brillar. O no. Muchas veces no nos preguntamos realmente lo que sabemos de ciertos interrogantes, pero tampoco hacemos mucho (o nada) para que los que vienen, lo sepan. ¿Podemos guardar en un cajón todo aquello que no nos interesa explicar? ¿Podemos olvidar lo inolvidable?
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