martes, 10 de enero de 2023
As bestas
Nada como una partida de dominó y hablar de todo, o de nada, o de Amadeo I de Saboya, o de cocaína y reír por no llorar, y los gatos contados en el concejo. En el maldito concejo. Tomates o tocarte los huevos, que al final del huerto viene a ser lo mismo. Muchas estrellas, mucho vino, mucho café, mucho conquistador sin premio en esta vida. Napoleón y batallas de todos los días. Vivan las lechugas ecológicas, y las chozas sin ecología. Orujos, eólicos, sillas meadas. ¿Gatos o canguros? Grabar y escupir, cultivar y recetar. Y el control de los perros, y respiras hasta que dejas de hacerlo, y te envenenan las lechugas y todo se va al carajo, con o sin jersey rojo. As bestas no es nada nuevo, pero siempre viene bien recordar lo viejo, el odio de toda la vida, el rencor nuestro de cada día porque no hay penitencia que nos salve ni cura que nos dé la absolución. Y a veces hacen más daño los reproches familiares que las ausencias y las muertes. As bestas, pese a que veces va dejando cierto aire moralista (o eso me parece a mí), pese a su larga duración y su ritmo lento, deja buenos momentos en los que reflexionar sobre lo que decimos y hacemos a los que consideramos extraños, a los que creemos competencia en nuestro pequeño rincón del mundo (es nuestro, es mío, es un juguete, y no quiero que lo toque nadie aunque yo no lo vaya a utilizar). Y respiras hasta que dejas de respirar.
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