sábado, 24 de octubre de 2009

Los demonios de Berlín.


Siempre repito que todo es mentira. Pero unas mentiras son más importantes que otras. O quizás no. ¿Cómo empezar a hablar sobre Los demonios de Berlín? No sé, es un pecado intentar juntar unas letras sobre este magnífico libro. Si en vez de ser de Ignacio del Valle el autor fuera un Vargas Llosa o un Pérez-Reverte, hablaríamos de primeras ediciones de 250000 ejemplares o quizás 300000. Un disparate real, como esta vida de mentiras que llevamos. Para empezar, cita a Valéry, cita al abismo de la Historia. ¿Cómo empezar…? Empezaremos por Arturo Andrade, ese CSI del año 1945 que investiga y juega con varias barajas a la vez, porque la supervivencia es una partida en la que nunca sobran comodines. Exlegión azul, exdivisión azul, Arturo Andrade investiga muertes, entra en la Cancillería Hitleriana, mantiene una relación con una alemana y colabora para hacerse con una parte del oro del Banco Central Alemán. Todo es en Abril de 1945, con una Segunda Guerra Mundial agonizante y llena de pus, mentira al cuadrado. Y la diplomacia ya sabemos como funciona. Cuando tengo que hablar de diplomacia, siempre recuerdo lo que contaba el gran Manolo Alcántara sobre las capacidades que debía tener un diplomático (pero teniendo precedentes como los de Matutes y Piqué, o el actual de Moratinos, suena un poco a chiste). El buen diplomático es el que cuando dice si, quiere decir quizás; cuando dice quizás, quiere decir que no; y cuando dice no, es que no es un buen diplomático. Arturo Andrade catapultado ya a uno de esos héroes de ficción que idolatro, se muestra como gran diplomático, como solucionador de problemas y excelente compañero de fatigas. Vamos, un tipo del que considerarse amigo sería como tener una chaqueta llena de medallas de honor. Pero de honor de verdad. Pero el honor no paga facturas y durante la guerra, no da de comer. Y en las guerras hay muerte y dolor pero también mucha utopía. Utopía de cambios. ¿Cambiar algo para que no cambie nada? Y siempre, como bien subraya Ignacio del Valle, hay que estudiar el pasado para conocer el futuro (hoy no hablo del capítulo cuarto de Flashforward, pero tiempo al tiempo).
Y todo eso bajo la cercanía física del Führer, de Eva Braun, y de un grupo de secuaces que en el año 41 creía que todo el mundo hablaría alemán en muy pocos días. Y que al final, cuando se desarrolla Los Demonios de Berlín, en ese abril de 1945, Alemania parecía como una pieza más de la guerra que mantendría la URSS o los USA’s desde la mismísima caída de Berlín. Todo como una partidita de ajedrez, pero cayendo bombas y matando civiles como si no costara. Y la verdad es así. Han pasado unos días, pero ¿quién se acuerda del soldado español Cristo Ancor Cabello Santana que falleció en Afganistán? Su familia. El resto seguimos preocupados en nuestros asuntos, y el sol ha salido esta mañana, y el café cada uno se lo toma de una manera. Y todo lo demás.
Ignacio del Valle también reflexiona la importancia de las sociedades secretas y los círculos que se van cuadrando en el tablero de la Historia. Hasta los comodines que no existen están marcados. Y que suenen violines. ¿Por qué apenas se hace referencia en el libro de 4º de la Eso y en el de 1º de Bachillerato del Putsch de Munich de 1923? ¿No queremos que se estudie o no queremos que se estudie? Las líneas de la Historia hace tiempo que están podridas, pero unas huelen peor que otras. Como las mentiras. Y puestos a imaginar, me estoy imaginando el problema de un ministro de Educación en España en el siglo XXI, y ya me están dando ganas de vomitar. Otro día hablaré sobre este particular, cuando los vómitos dejen una buena señal en el suelo de la habitación de la vivienda en la que soy inquilino catastral.
Y en este contexto, el autor comienza con la trama de la bomba atómica que supuestamente preparaban los nazis y que hubiese supuesto otro final para la Segunda Guerra Mundial, o puestos a hacer de tripas unas buenas morcillas, el inicio de la Tercera Guerra Mundial. Hay mojigatos y julays que celebraron como nadie la caída de Berlín, de esos estertores finales de la guerra, de esas violaciones en masa de los soldados rusos, violando a mujeres alemanas delante de sus hijos y padres, para luego matarlos de un tiro o dejándolos vivir. Se jaleó mucho, y el resto de los Aliados miró para otro lado. Como en la guerra todo vale…La bomba que hubiera cambiado el rumbo de la guerra o que hubiese cambiado el rumbo de la guerra o que hubiese iniciado el renacer de un Führer a punto de suicidarse. En fin. Que cuando hay algo que dispara, siempre hay alguien dispuesto a conspirar, y puestos en una bomba de esas dimensiones, la red de arañas atrapa mosquitos, y, si se pone, los elefantes de Aníbal. Las derrotas en los países las provocan aquellos que van de demócratas guays, de aquellos que un día te abren la puerta y al día siguiente te meten en una cárcel de por vida. Siempre ocurre por lo mismo. Todo se devalúa, y la virtud de un político, por lo general, se encuentra entre el milímetro que separa el papel de su culo. Esa es la virtud de los políticos, de todos esos hijos de puta que sólo piensan en su beneficio personal. Y una vez encementado el suelo, huellas falsas para todos. Puta escoria malparida. Nada de esperanza, o muertos, o al olvido. En fin. Todo el mundo muere de éxito. Ignacio del Valle ilustra sobre las causas de la guerra, pero sobre todo en la manera de ganarla. Cortas las cebolla, empiezas a llorar. ¿Pero por que siempre sigues cortándola? ¿ ¿Por qué no paras y dejas el cuchillo en el mármol de la cocina?
Lo que existe pero no se conoce es lo que más daño puede hacerte, seguro. La anormalidad asusta, por supuesto. Aunque no es idéntica nuestra percepción de la normalidad. Del cero en adelante, hasta el puto infinito.
Y así va la cosa hasta el capítulo 14, Führerdammerung, páginas que son un auténtico manual de Historia, y un final en que se resume la historia del NacionalSocialismo alemán rozando la perfección. Aunque ese Nazismo no es tan distinto del que podemos desarrollar tú y yo cada día, de la misma mierda que respiramos todos los días.
Porque no nos engañemos, no contemos versiones edulcoradas de la Historia para que las madres de los niños no vengan exigiendo justicia poética. El éxito del nazismo fue su derrota. Los teóricos vencedores de la Segunda Guerra Mundial han sucumbido como un pavo en Navidad. El comunismo es un reducto irreal, derrotado en sus paraísos de purgas y asesinatos. Hoy Stalin está olvidado y Lenin sigue siendo una momia que no tenía ni siquiera que haber nacido. El comunismo está más muerto que la muerte. Y punto. Y el capitalismo y el liberalismo defendidos por los Aliados, tampoco hay mucho que decir. Los dos tienen más agujeros que la fachada de la casa de un bosnio hace 15 años. Los vencedores de la II Guerra Mundial han fracasado. Ambos, no nos engañemos, son una puta mierda. Es verdad, tenemos una cierta libertad, pero el Papá Estado viene y nos sodomiza cuándo le da la gana. Y bueno, ¿qué decir de un Estado que cierra periódiocos (¿clausura? ¿se dice clausura?) e ilegaliza partidos políticos. ¿Eso es democracia? No. Eso es una puta mierda de grande como el jodido Everest. Comunismo y capitalismo son las dos caras de una moneda devaluada con la que no podríamos comprar un chusco de pan (bueno, un colín que hace 7 años costaba 30 pesetas ahora cuesta 75 céntimos de euro, en eso sí que hemos avanzado). Por todo eso, coincido con las opiniones de algunos de los personajes de la novela, el nazismo fue el verdadero ganador de la Segunda Guerra Mundial. Hitler se suicidó, Alemania perdió, pero el Nazismo salió victorioso porque su idea triunfó durante años y eliminó el pleno empleo (más de 5 millones de personas en el ascenso al poder de Hitler a menos de 40000 justo al inicio de la guerra). Esos triunfos son los que el pueblo, un pueblo quiere. Evidentemente que hicieron perrerías, pero cada civilización tiene su esvástica propia. Unos se santiguan, otros llevan medias de red, otros consagran los sacramentos del Facebook y así me podría pasar todo un milenio. La bandera, los fondos, los colores: otro puto truco de marketing. El determinismo social/racial, está bastante claro, sobre todo en los 100 metros lisos. Para todo lo demás, el Señor Capitalismo exige tarjeta de crédito, aunque yo me niegue a tener una, ni por tener no tengo cartilla de ahorros, entre otras cosas porque la palabra ahorro no entra en mi vocabulario dogmático. La batalla democrática. Antes he comentado ese déficit democrático en España. Si yo quiero presentarme a unas elecciones me piden miles de firmas. ¿Y eso? ¿Eso no es déficit democrático? ¿Dónde están los padres de la Constitución? ¿Qué diferencia a Fraga de Fidel Castro? Son iguales, uno es el padre de una dictadura y otro un colaborador de otra. En fin, que no. La conclusión es que hay que leer más, y Los Demonios de Berlín es una ocasión increíble, a veces mágica, a veces demasiado real para la gran mentira que vivimos. Y para alcanzar la paz, sigo escuchando a Bach.Y como siempre digo, que suenen violines en honor a Bach, que hoy a Wagner le toca joderse. Y punto.


Coda: Y otro día hablaré de Spengler.

13 comentarios:

  1. Hasta el infinito y más allá...
    Ea! pues con todo este rollo que metes,un libro que me ahorro de leer.
    Podrías hacer lo mismo con mis 44 temas de la opo???Please...

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  2. LAVIRGEN!

    pero lo he leido entero porque me duelen los pies y no me puedo mover del sofá. gracias por el Bach.

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  3. Rakel, ¿rollo? Déjate las oposiciones, y te dejo unos cuantos (ahora voy a empezar el tercer bote de la nocilla, que lo sepas). Por cierto, que tienes en casa una ultrasur total, he estado con ella gritando ¡Murcia!!! y ¡Fuera!!!. Y me ha rebautizado, ahora soy Salvia.
    Amor, LA VIRGEN Y TODO EL SANTORAl. Después de bailar tanto tiempo, suele pasar. Después de cualquier tempestad, Bach es una buena opción. Cuando tenga un rato hablaré sobre el concierto de los LOL. ¿No se lo tienen demasiado creído?

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  4. No sé si se lo tienen creído o no porque no entendía nada de lo que decían entre canción y canción. Cobrar 15 euros por un concierto así es un robo. Y mira que me gustan. Yo ahí no vuelvo a no ser que metan a los Wilco (seguramente esto es mentira).

    Y el repertorio de temas estuvo g-e-n-i-a-l. eso no me lo vas a negar.

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  5. Amén!Menuda crónica, nene, eres un crack. Y a todoo esto saco la misma conclusión que tú: hay que leer. Ya me lo pasarás cuando te devuelva los que tengo tuyos, jeje.
    Lenin, Stalin, Capitalismo, Comunismo?i

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  6. Amor, el cantante se cree Bowie, sólo le falta tirar purpurina al público y ser hermafrodita.
    Muy bien Maica,y cuidadín con el cambio de hora, no cierres muchos bares.

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  7. Se podría titular como dicen en el comentario de arriba.... crónica de una muerte anunciada.

    Saludos y un abrazo

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  8. Wagner castigado, de cara a la pared

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  9. Salva, cuando dejes el libro y te lo devuelvan me lo dejas a mi también ¿ok?. Coda: te envío por correo fotos del concierto.

    Amor, has cambiado de idea? Te recuerdo una frase tuya: "Pues si se creen guays , será porque son guays!!!!" .

    Yo presonalmente creo que son tontísimos!!!!!!!!!!

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  10. Eme, tienes razón, reniego de esa frase mía,porque realmente no tiene sentido ninguno, ni aplicada a ellos ni a nadie (es curioso, no recuerdo haber bebido tanta cerveza como para decir esas sandeces) Sin embargo, no me parecieron tan tontísmos como a vosotros, será que soy demasiado fan para ser objetiva.

    De todas formas yo me lo pasé estupendamente!

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  11. Amor, por lo menos, veremos a los Templeton haciendo el Wilco. Estos si que vendrán al Garage of Mary. No sé como es tía en inglés, que catástrofe!!!

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