viernes, 24 de enero de 2014

Un mundo de zurdos

¿O deberíamos decir siniestros? Ya no hay monjas, en esos colegios tan tan, que aten la zurda de turno a la silla para que personal se olvide de escribir con su mano natural. Nada de eso. Los dioses inferiores ahora se dedican a otras medidas, a oler el pescado en el mercadillo, a sacrificar al estilista de la pecera. ¿Para qué queremos tinieblas? ¿Para qué capar al cura de turno? El desprecio, la virtud y todo lo demás.

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