Crematorio. Primera temporada

Lo primero es que suena Loquillo, y, se parece demasiado a Memoria de jóvenes cansados. ¿verdad? Es cierto que no está Epi, no está Solozábal, no está Jiménez, no está Manolo Flores, pero se parecen.

Crematorio es la corrupción urbanística. Es un lugar concreto, pero podría ser cualquiera de la geografía española. Cualquiera. Como diría Estadella, o sus predecesores en el 1,2,3, díganme por cincuenta céntimos de euro el nombre de un municipio español con expedientes por asuntos urbanísticos. Por ejemplo... Ejemplos hay miles. Miles en España, seguro.

Y aparecen el promotor urbanístico, la familia del promotor urbanístico, los socios del promotor urbanístico, la mafia rusa relacionada con el promotor urbanístico, el alcalde sobornado por el promotor urbanístico, el concejal de urbanismo utilizado por el promotor urbanístico, el asesor del concejal de urbanismo también untado por el promotor urbanístico, todo el grupo de secuaces, el abogado del promotor urbanístico. Y, todo ello, entrelazado con arte, drogas y relaciones personales. ¿Vale?

¿Pero cómo se lleva eso a la ficción en vergel zapateril? ¿O deberíamos situarlo en el descampado aznarista? Da lo mismo la fecha. El problema es que las referencias que vemos a ciertas series de la HBO son demasiado evidentes. Enfermedad, hospital, ajuste de cuentas, prostitución... Y familia. ¿Se creen que pueden hacer Los Soprano? ¿La quinta temporada de The Wire? Y cositas de otros muchos sitios más.

Yo le hubiera puesto un poco más de Oz, no hubiera estado mal. La verdad es que no hubiera estado mal.
Y aparece ese crack que es el estudiante, también conocido como Pepe Sancho.

Pues eso, que 8 capitulitos no son nada, y veréis reflejado a vuestro concejal favorito, porque está claro: ¿quién le ha dicho a una concejalía de urbanismo que no? Pues eso.