jueves, 26 de julio de 2012
Black Mirror
O como puedes utilizar de una buena manera la sexta parte de un día. Sólo la sexta, que no es mucho. Sabes que te vas a morir y no vas a poder leer esa ingente cantidad de libros que tienes, ni las pelis que tienes, ni las series que tienesl. Quizás, esa sexta parte de ese día en el que llueve y no sabes jugar a las cartas y no hay nadie cerca, para eso está Black Mirror.
No quiero destriar mucho los tres episodios, aunque los que me han gustado más son el primero y el tercero. Metáfora sobre el puto poder de la imagen, tanto de lo que vemos, como de lo que hacemos y otros ven. No voy a ir más allá porque hay que verla, y esos primer y tercer episodios, una y mil veces, hasta ocupar los seis sextos de cada día, y así sucesivamente. Y, curiosamente, que no casualmente, los vencedores son siempre los vencidos, son cambios casi siempre a peor aunque nunca esperemos que nuestra victoria sea una victoria. ¿Nos acordamos de la victoria de Italia en el mundial o del insulto de Materazzi a Zidane y el posterior cabezazo del francés al italiano? ¿Nos acordamos de Suárez o de que permitiera que los asesinados de ETA en algunos lugares de España salieran por otras puertas que no fueran la principal de la iglesia? ¿Nos acordamos de la frase de González de seamos socialistas antes que marxistas o de sus patillas tintadas a blanco porque así lo querían sus asesores de imagen? Putas imagénes, siempre presentes. Y todo lo demás.
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