domingo, 8 de julio de 2012
Diario de un interino en paro (VII)
Tercera camiseta planetaria distinta que aparece en este diario, y saldrán las restantes, de verdad, que la venganza y el desamor siempre salen a relucir. Para eventuales, interinos, gente que es despreciada y utilizada como papel de manzana, es imprescindible la lectura de ¿Me puedo quedar la camiseta? Ya sé que no es lunes, pero mañana no estaré en la residencia catastral, estaré cortando ramas de pino y mierda vegetal (obligado por un jodido plato de lentejas, como siempre), pero leer a Paul Shirley es obligatorio en estos tiempos de mediocridad universal.
Es difícil hasta comprar un diario en papel en ciertos lugares del reino valcarcil en verano. Debes mirar eso, Ramón, que lo primero debe ser siempre el negro sobre blanco. Tú, desde tu poltrona de galardones, también llegará el día que odies el verano. Te lo digo, pero el resto es cosa tuya, siempre se puede veranear en otras comunidades autónomas, siempre puedes abandonar tu reino. Ya no sé si eres Stark o Lannister, tengo dudas. Pero, ten en cuenta que, realmente, yo soy EL HIJO DE DIOS!!!
Persuadido por su madre
de que nunca sería un buen general,
aturdido por las bombas
que él decía esquivar.
Sin la medicación necesaria
decidió programar
un viaje a ninguna parte,
donde nadie lo pudiera encontrar.
Y a doscientos veinte kilómetros por hora,
tres días sin comer ni dormir,
le paró un coche de la Guardia Civil
y le pidió su documentación y él dijo ...
Yo soy el hijo de Dios,
yo soy el hijo de Dios.
Nominado para un Oscar
en la cumbre de su madurez,
venerado por la crítica
y por los jóvenes también.
A camino entre París y Tokio,
cada gesto suyo lo hacía sucumbir,
su mujer era su musa
y sus cinco hijos brillaban en torno a él.
Impoluto e inmaculado
fue a recibir su galardón,
pero antes de caerse desplomado al suelo
retorció su alma al grito de ...
Yo soy el hijo de Dios,
yo soy el hijo de Dios.
Realmente decidido
a ser alguien muchísimo mejor,
empujado por el miedo
a quedarse solo en su habitación.
Deseando ser más fuerte
e ignorando el vendaval
que acechaba su cabeza
decidió enviar
el corazón descuartizado
de una chica que nunca le quiso besar.
En el sobre ponía bien, bien claro
el remitente y la dirección postal.
Yo soy el hijo de Dios,
yo soy el hijo de Dios.
Cogiendo mucha carrerilla,
el viaducto logró sobrevolar,
las perversas mamparas de metacrilato
con las que el perverso manzano te impedía saltar.
Y en el último momento
se intentó concentrar,
no había sino sangre adulterada en su cuerpo
que quería escapar.
Y en el último momento
no pensó en qué bonito es la vida ni cosas así,
tan sólo pudo leer la propaganda del taxi
contra la que se iba a estrellar, que decía ...
Yo soy el hijo de Dios,
yo soy el hijo de Dios ...
La capital del reino varcarcil en verano es un desierto, sólo se salva algún que otro oasis donde abunda la cerveza fría. Cuidado con las hojas de los palmeros que pinchan de verdad.
ResponderEliminarVeremos lo que toca limpiar. Pero la Estrella de Levante también llega al territorio cartaginense.
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