Hay veces que, en vez de goteras, se merecen tsunamis. Tsunamis de odio, rencor y bar equivocado. Y no. No volver a verlos nunca más. Pero cada uno de nosotros, en primera persona del singular, es imbécil: imbécil por aguantarlos, imbécil por permitir que nos robe el dinero (y el alma). Pues eso, esperando el tsunami.
Coda 1: de la imbecilidad de algún catalán, hablaré otro día. Hoy, como ayer, gracias a Sotocas y subalternos venidos de tierras lumbrerenses, sigo desempleado y tengo que seguir limpiando persianas. Si, como en política, cada uno tiene el diablo que se merece. Y reza lo que sepas.
La política y todo lo demás. Ya sabes lo que opino sobre el tema.
ResponderEliminarFútbol, política y medicina, todo el mundo opina... Una funcionaria siempre ha de dar su opinión.
ResponderEliminar