domingo, 5 de mayo de 2019
Obra poética (Eduardo Haro Ibars)
Empieza el prólogo de Obra poética de Eduardo Haro Ibars con unas palabras de Joaquín Nieva en la que pone en relación el personaje de EHI con el de su padre, EHT. Siempre con las mismas jodiendas con vistas a la bahía. Como decía EHDLCV, "qué tendrá que ver...". Pues eso. Empieza con [PÉRDIDAS BLANCAS], del 78. En Ludwig, EHI nos dice que "la delgadez del vino es un martirio". ¿Después de leer esto en el primer poema del libro se puede pensar? Sigue también en el mismo poema con "recuerdos de cervezas y de regias cenas". Casi nada. Marcando territorio. En Dioses caídos EHI empieza con la copla de ahuecar el ala: "cuervos en putrefacción besaban un espacio blanco". Recuerdos de un Carnivale perpretrado en Madrid, de un dolor de muelas perenne. Hasta ese "orgasmo fósil" nos lleva disparatadas comparaciones. Muchas. En Vestuario nos lleva a posiciones horizontales, a cuitas de hola y hasta luego después de lo que decía Manuel Alcántara que debía durar el himno nacional pero que no duraba. Escribe EHI: "cómo el hielo era espacio entre mis manos". Pues volvamos, sin remedio, a la escuela de calor. Y hasta de violines narcotizados escribe EHI. Está bien que suenen los violines. En muchos. Incluso, en distintos idiomas. Palacios de mar nos lleva a "un ayer que no podía imaginarse". En Hay dioses que renacen empieza lapidariamente su discurso: "SERES DE FALLECIDO ORIGEN". Tal que así, con MAYÚSCULAS. Luego pasa a El sexo de los ángeles con barcos de cristal hundidos o hundiéndose o a la mierda. En Engranaje 2 nos cuenta EHI recuerdos, vivencias y exaltaciones animales. La segunda parte es del 80, [EMPALADOR]. Empieza con Los misterios del gusano, y su Aroma de dioses muertos, con referencias atmosféricas literarles: "había llovido plomo nevado mercurio". Luego llegamos a Memoria de Bistriz, con el mejor EHI de lo leído hasta el momento: "de manicomio a cementerio/ de tumba a tumba/ de bar oscuro a bar aún más oscuro". En El vampiro sangriento vamos a leer que el Capitán Blood hace ganchillo de ruinas nuestras. Casi nada. El 2.2 del asunto se inicia con el apartado llamado El muchacho eléctrico y con el poema Cementerio (que no lleva absenta, ni mezcal ni S80) y que acaba de la siguiente forma: "y ese sabor a dios a adolescencia / en las garras del pan". También destaca ¿Termómetro? Son las horas en el que mete ideas y sudores para acabar asegurando que "sueño porque duro". En poder del tiempo se muestra reflexivo: "Aquí ya no hay ayeres". En gran desnudo, antes de los móviles, sentencia: "Pleito de muerte, en la penumbra, espero tu llamada". También son llamativos los títulos de algunas coplillas como la que lo hace con No hay nada tan aterrador como el lejano sonido del fantasma de un piano. De traca. En Un autorretrato muestra como "el decorado es parte de mi cuerpo". Habla de los Madriles por la noche y de momentos de lucidez ("sólo porque me aburro si no tiemblas conmigo"). En Zombi habla de ese estado de latencia en el que vamos arrastrando los pies y respiramos por inercia sin motivo aparente. Hasta a Picasso le dedica un poema. La tercera píldora de la medicación ibarsiana es [EN ROJO], del 85, que comienza con una dedicatoria a Blanca Uría Meruéndano y con Reina de chutas, con declaración previa de intenciones: Para todos los yonquis, víctimas de un sistema social asesino. Para que muera aunque sea bella. La Reina de Chutas. Y todos sus sirvientes". Escribe EHI sobre muerte y pensamientos varios, sobre jodiendas con vistas al papel de alumnio y a las farolas que parpadean. Remata: "Te ofrezco ahora mismo un castillo de muertes/ (sin freno, justas, sabias) /y hundirnos en la sangre y en el dolor de otros; ser ángeles o lobos (que los dos son lo mismo)". Y además, también: "Te ofrezco sin esfuerzo un genocidio tierno". Eso sería en 2019, políticamente incorrecto, impublicable y un montón de adjetivos malsonantes. Y continúa: "y despoblar Madrid para vestirte/ de sangre, entrañas y despojos calientes". Viva el dolor, la saciedad orgiástica de las drogas, el vientre abierto y las venas colgando. Todo en un mismo poema. En Papel carbón habla de "cuerpos subterráneos en agonía superior". Y continúa: "se adivinan horribles como siempre las mañanas". Lo cotidiano como condena, como mal vivir, como consecuencia de lo inevitable. Escribe también de los malos vinos y los malos cafés, y de "la vuelta al cementerio". Línea 1 en los Madriles. En Infra et supra asegura: "Y no canto victoria". Normal. Estaba EHI para cantar victoria. En Vivienda de Xiombarg escribe: "Pero espera –esperemos– a mañana/ con la misma corriente fe de hombres / con que ayer la esperamos". A Salvador Allende le dedica Espíritus de otoño, tratando el tema político sin tapujos: "la imposibilidad de hacer el socialismo despacio/ sin que los enemigos del hombre se subleven/ y llamen en su ayuda a la metralla/ (dura lección la de la muerte ajena)". Allende y la exageración de la ayuda yanki y el pinochetismo y todo lo demás.
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