Ahora que llueven adoquines parece que las exhumaciones pasan a un segundo plano. O no. El mecanismo de destrucción y desinformación sigue fiel a su ritmo. Pero otros están más preocupados por el señor Pinkman y el modo de acabar su experiencia mística. Por cierto, ¿dónde enterraron a la asistenta del rubiales gordo? Gran pregunta.
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