lunes, 21 de octubre de 2019
The Capture. Primera temporada.
Lo real, lo imaginario, lo que creemos ver, lo que no vemos, lo que queremos ver, lo que no queremos visualizar. Todo absolutamente mentira. Mentiras y de lo otro, que diría la exministra y otros guionistas. Pero no. La primera temporada de The Capture son palabras mayores. Te mantiene en tensión de principio a fin, alfaomegaísticamente. Nada es casual entre servicios secretos, entre antiterrorismo, entre homicicdios. Y todo bajo las lupas de las cámaras que nos vigilan continuamente. Unas cámaras que pueden ser, a su vez, utilizadas para el mal o para el peor. Siempre hay que poner(se) en lo peor, en lo más difícil, en lo que nos mete en líos. Y lo tendencioso entra en una escena en la que todo es posible, y en la que todo nos lleva a la desesperación y la locura. Una obra muy bien hecha y con momentos de una lucidez que, aunque no queramos verla, hay que verla. Sí o sí. Ríete tú de Gran Hermano, de Kiko Hernández y de Ismael, de la teoría de la conspiración, de Julia y los caballos, de Mel y los taxis. En The Capture, otra vez, se demuestra que todo es mentira y que todo está manipulado, que no podemos creernos (casi) nada y que hay que andar con pies de plomo.
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