lunes, 27 de enero de 2020
Ray Donovan. Séptima temporada.
¿Nos hemos quedado sin Ray Donovan? ¿Todo círculo se cierra? ¿Nos quedamos sin hiel y flores para los domingos por la noche? ¿Nos quedamos sin bilis ni ambrosía raydonoviana? Otra vez se van cerrando puntos suspensivos sobre hermanas muertas, sobre hermanos pequeños que hay que conocer, sobre maridos que son engañados y tienen sed de venganza, sobre Parkinson y doctores y terapias alternativas y volver a sonreír con personas del pasado. Explotar, huir, paraísos, golpes del pasado que tienen repercusiones en el presente. Con vueltas al pasado como en la última temporada de Boardwalk Empire, al final vamos a empezar a entender algunos asuntos. Algunos. Detalles para explicar ciertas aristas que completan elementos complejos. Uniformados para sufrir y hacer sufrir, para disfrutar y escapar, y disparar y lograr redención. Porque los Donovan, en su encrucijada de difícil definición, busca mucha redención. El puto Katrina de la redención se merecen los Donovan. O un Infierno cargado de ira, vísceras, zapatos que se arrastran y alcoholes varios. Los Donovan. Vaya saga. Vaya historia. Con altibajos, pero siempre maldita e incontestable, siempre visceral y llamativa, siempre vacilante y combativa. Toca enterrar a los muertos y escapar. Y todo lo demás, también.
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