martes, 14 de diciembre de 2021
El poder del perro
Otra película de Judas. De varios Judas. No están en Tierra Santa, están en Montana, allá por los años 20’s del XX. Un planazo ir allí, con terneros, caballos, arena, alcohol, santos que son demonios y demonios que no se las ven venir. Y no se puede ir de bueno por la vida, que te acaban tomando por gilipollas. Por imbécil. Nada es real (para varia) en El poder del perro. Todo mentira. Nada como sacar de la miseria al personal para que se vuelvan más avariciosos, más codiciosos. Todo para mí, que hasta que no se busque un heredero siempre sobran parientes. Siempre. No hacían falta dos horas para contar esta historia, pero hay que rellenar el asunto, que todo cuenta en el corazón de la ene roja. O casi todo. Y si Jane Campion necesita sacar el pianito, y las revistas, y el bañito de turno, se graba lo que haga falta en las antípodas. Otra mentira. Y de las largas.
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