lunes, 3 de enero de 2022
Fundación. Primera temporada.
Reflexiona desde el primer capítulo Fundación de algo llamado Psicohistoria o PsicoHistoria, un invento de matemáticos para predecir el futuro en bases a sus estudios y locuras. Como si de un imperio romano en esplendor se tratara, maestros y alumnos, muestran sus predicciones y las advertencias no siempre son bien recibidas. A nadie (o a casi nadie) le gusta que le digan lo que va a pasar, lo que puede pasar o lo que ha pasado. El Segura sube y sube y nosotros tomando kombucha tranquilamente, hasta que el Segura entra en tu salón y se bebé tu café, tu té y tu jodida kombucha, y sabe mejor incluso que ella. Viva el Segrua. No entiendo la ciencia ficción ni el éxito que tiene, porque no me la creo, porque no me funciona eso de la imaginación, pero Fundación es visualmente un espectáculo. De cine, como antes decíamos, antes de hacer el imbécil delante de una tele. Ahora, una manzana mordida expande su épica mezclando clonación e historia, matemáticas y destrucción, garras episcopales y piscinas no tan largas, exilio y viaje a ninguna parte. Empecé a ver Fundación con el sonido de los grillos totaneros que te avisan del ocaso de los días y de las lluvias que no se expanden con el dolor propio ni con el ajeno. Fundación es dolor y espectáculo, es escapar pero chocar con el anillo que te frena en una atmósfera de bóvedas extrañas. Pero luego se mete en un jardín que deriva entre lo fantasioso y lo (demasiado) increíble, entre un vocabulario en el que te pierdes y unas historias que se confunden en tiempo, espacio y parecidos que no son razonables. “El mayor fracaso de la humanidad es el estancamiento”. No hay nada como el descontrol, como no saber lo que haces continuamente. Eso pasa un poco con Fundación: te puede gustar o no, pero esa musiquilla y esas imágenes, mentira sobre mentira, tienen sus momentos. Guardianas que deben salvar el mundo, pero no pueden salvar al padre o a la persona amada. Máquinas que traicionan. Argumentos más falsos que un billete filemónico. Dinastías genéticas. ¿De verdad que predicamos en lo que creemos o nos inventamos un panteón cuando lo necesitamos? ¿Somos simples espejos de un esperma sin futuro? Sueños que atormentan, dolores que te llevan a las matemáticas, soluciones imposibles hasta que pueden llegar a serlos. O no. Hemos vistos demasiados textos e imágenes sobre personas que quieren salvar a la humanidad, pero también hemos reconocido en nuestra vida muchos vendedores de patrias, traidores de todos los colores y con ojos de diferentes formas. De todo hay. Y a eso del capítulo 9, llega la gran pregunta que nos hacemos en este blog cada cierto tiempo: ¿Cuál es el mayor invento de la Historia? Y no vale la espada, el fuego, la rueda ni el gintonic. Según Fundación, el mayor invento de la Historia es la Historia en sí “cuidadosamente tratada y moldeada”, transformando mentiras en verdades y malvados en héroes. Pues vaya un negocio: para eso no me hacía falta ver Fundación. Pero Fundación, nos lleva también a creer que la Historia puede ser suma o resta, censura o iluminación, creer en dalinianos paisajes o gritos munchianos. Todo mentira. “¿Las personas sin historia son como un árbol sin raíces?”. Pues no lo sé. Deja buenas frases la primera temporada de Fundación, pero hay que ponerle imaginación.
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