martes, 18 de enero de 2022
La tragedia de Macbeth (de Joel Coen)
No tengo mucha idea sobre casi nada, y, menos todavía, de Shakespeare. Lo poco que leí, Hamlet, en el curso 93/94, en Literatura Universal con la profesora Isabel Cuadrado. En la Navidad pasada, vi las dos primeras tandas de La Corona Vacía con Enrique IV y Ricardo II en la adaptación televisiva de la BBC. Pero al final me suena todo a Estudio 1, con esas decorados simples pero, en este Macbeth, con unas puertas que dan miedo, con pocos utensilios caseros pero caros y que parece que huelen a nuevos (si es que se puede oler las mentiras televisadas). Esta versión realizada por Joel Coen nos vuelve a llevar a la traición, a la pregunta de escoger entre el bien y el mal, entre la sangre propia o la ajena, entre un blanco y negro con llamas, entre espadas y dagas que cambian de mano, entre sombras y hojas caídas. Dice Macbeth al final que “tan inútil es huir como quedarse”. Viudas, huérfanos y escoceses peleándose entre ellos. Se puede ver en un pub y en este Macbeth. Esa Escocia que “ya no puede llamarse madre sino tumba”. Y luego se preguntan: “¿Cuál es el último dolor?”. ¿Tenemos que ver esta película con los ojos que hemos visto otras obras de Coen? ¿Hubiéramos visto esta película sin estos nombres? Pues no lo sé, como tampoco sé sí me leeré obras de Shakespeare. Siempre está bien reflexionar sobre la tiranía y la venganza, pero a estas alturas todo nos recuerda, en este blanco y negro, a Welles. A veces, ansiamos tanto algo que cuando lo conseguimos siempre llega “el gran apagón” y nuestra demencia (o soberbia), se dispara. La tragedia de Macbeth lleva al final a un manicomio real en vida, a una utopía al servicio de la demencia mientras esperamos la eliminación total. De las conspiraciones falsas a las reales, de la mentira a la esperanza de un moribundo: “Ahorcad al miedo”. Pero como en todas las locuras políticas, el otoño llega y la carne se pudre y solo se puede mantener el tinglado con la mayor de las mentiras, y como bien se escucha en La tragedia de Macbeth: “Para engañar al mundo, parécete al mundo”.
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