viernes, 8 de julio de 2022
El ratón que creyó en el amor y otras historias
Nos dice el amigo Jesús en El ratón que creyó en el amor y otras historias que “si hay algo peor que morir creyendo en el amor, es vivir aferrado a sus sucedáneos”. No se trata de volver a The New Raemon (o sí, que siempre necesitas café aunque no creas en el café). Añade Jesús Manuel García Gómez a las aventuras roedoras “otras historias: pesadillas de noches de verano, chascarrillos de barra de bar, elucubraciones históricas y otros”. Ha escrito sucedáneos y chascarrillos, así, en la contraportada, para marcar territorio. Y eso está bien. En ERQCEEA, nos empieza mirando a la cara, nos dice que caemos gordos (todos caemos gordos), que nos jodamos, nos advierte ante la posibilidad de caer bizcos, que las visitas al loquero no son buenas, que las aplicaciones para buscar medias calabazas no son buenas pese a las necesidades esenciales, que todos los catorces de febrero no son iguales y, que como cantaba Mecano, no son serios los cementerios. Antes o después, llega la zombificación, ERQCEEA es un bichito tarantiniano, un Corleone con ganas de sangre, un animalejo que saca la escopeta cuando debe sacarla pero antes hace una visita para pintear, que lo primero es lo primero. Pero no hagáis promesas que no luego no se vayan a cumplir. Nunca. El resto de historias empiezan con La botellica, en la que JMGG pone énfasis en las bondades del “privilegio de la exclusividad”. Después, Señor Rabaner en: que rica está esta agua, nos lleva a un sueño en el octavo mes del año, con bobbittianas imágenes que pueden herir la sensibilidad (¿nos queda de eso?) del lector. El tebeo sigue con Adolf y la espadica del poder, llevándonos a ese Berlín de 1945 convertido en pesadilla y a una Cartagena de teletransporte al ritmo de Wagner y Nietzsche (creía que estaba viendo las pantallas submarinas de Super Mario Bros). La siguiente pildorita que nos hace olvidarnos del mundo por una rato la titula El joven matemático Galois escribe su testamento, con historias de calaveras y duelos y quebrantos varios. En definitiva, unas buenas historias con las que desconectar del mundanal ruido y de los calores atemporales.
Que bueno lo de las pantallas submarinas del super Mario, no lo había pensado jejeje ;)
ResponderEliminarSe me vino la imagen directamente a la cabeza...
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