martes, 29 de agosto de 2023
Kin. Segunda temporada.
Kin sigue siendo, en su segunda temporada, un nido de serpientes (físicas y de las otras, si es que hay alguna diferencia entre ellas). Kin vuelve con serpientes que salen de sus jaulas, con serpientes que creen tener redención (otra gran mentira de nuestra vida, unida a la reinserción [mierda sobre mierda], con serpientes que se arrastran lo suficiente para sobrevivir y con serpientes que se hacen preguntas sobre los tres minutos entre los que estás entre la superficie y la caja de pino. En ese zoológico dublinés en el que todas las bestias se conocen (demasiado pequeño), no hay lugar para dar un paso atrás, es imposible dudar ante la necesidad, es necesario sobrevivir para llegar a la ciénaga con posibilidades. Pero como todo es falso, creemos que hay arreglo, pero al final solo confiamos en el poder, en la tijera agresiva, en cortar por lo sano aunque el quirófano lleva mucho tiempo sin limpiar. O quizás, en esa ciénaga, hasta los que parecen buenos son los peores, las ratas luchando contra las serpientes, primo contra primo, hermano contra hermano. Y no hay ni un resquicio para pensar. Kin se mantiene como un valor en alza en una bolsa que, con los agentes turcos de rigor, está sujeta a demasiadas fluctuaciones. Y siempre, en todos los sentidos, hay un tiro esperando. O dos.
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