domingo, 5 de mayo de 2024
Blue Lights. Segunda temporada.
Lleva a lo sentimental la segunda temporada de Blue Lights. Pero a lo sentimental entre barricadas, entre cócteles molotov que caen mitad de un barrio envenenado por odios políticos y religiosos, por venganzas militares y dolores que no cesan, por drogas y por el control de un distrito que lleva la muerte en el entrecejo. Pero llevándolo a lo sentimental, los personajes se retratan entre tanta cacería impenitente, entre disparos y niños que juegan en un mundo de adultos, entre idas y venidas de personajes que tienen miedo a comprometerse, que tienen miedo a dar pasos en falso, que tienen miedo en comprometer a los demás. Y aparece ese fantasma, el pasado, aún más cabrón que el presente y que nos retrata en un momento de debilidad, en un momento en el que ya no hay marcha atrás, en el que los tambores solo tocan a guerra porque el enfrentamiento es lo único que queda. O lo que quedaba. Blue LIghts nos lleva a la sombra de la duda, del dolor, de la desesperación. Y en esa sombra, aunque no tengamos sol, hay que llevar mucho cuidado porque como decía Volpini, el diablo es un agente doble al servicio de la Providencia. Aunque se equivocan los que se empeñan en compararla con Line of Duty, la serie va creciendo en intensidad, con unos finales de los capítulos que buscan una continuidad y enfocan a unos personajes que siempre están en peligro. Y está claro que la lealtad no puede salvarte de todo.
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