viernes, 20 de octubre de 2023

Blue Lights. Primea temporada.

Blue Lights va soltando pildoritas hasta que la fentanilonada explota al final. Pero hay que olvidarse de las críticas leídas (y de las que no son leídas): esto no es Line of Duty. Esto es otra cosa. Hay interrogatorios y señoras que toman apuntes, y señoras que mandan en la policía de Belfast, e hijas de señoras que mandan en Belfast que también son policías y tienen miedo, y policías novatos, y policías con décadas de trabajo a sus espaldas, y secretos oficiales y de los otros que son secretos hasta que dejan de serlos. No sé si la palabra caprichosa es la adecuada para hablar de esta primera temporada en la que escupen y golpean a la policía, en la que se miden los niveles de tragaderas hasta listones que superan lo tolerable. Aunque el azar juega su papel (o los números, o las bienaventuranzas, o el bienestar común fuera de lugar), antes o después, esas pildoritas, hacen su efecto. No es azar todo lo que parece azar. Quizás lo queramos creer, quizás lo necesitemos creer, quizás lo perfecto no quepa en la ficción porque editorializar a los malos con planos de buenos no siempre nos deja buen sabor de boca. Los malos existen porque todavía, parece ser viendo Blue Lights, quedan personas en la policía. Eso parece ser, aunque yo sigo teniendo mis dudas, porque “no puedes simplemente luchar contra las sombras”.

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