viernes, 30 de julio de 2021

Mr. Inbetween. Tercera temporada.

Vuelve Mr. Inbetween con líos. Siempre con líos, desde el principio. Armas, perras, pasos de peatones, cárceles, deudas que no se cobran a tiempo, silencio nocturno, hijas de doce años que no quieren que las acompañes a la puerta del colegio. Hasta cárcel. Y luego, normalidad en el error, padres que no recuerdas, socios que te venden y otros que mueren, carreteras secundarias y drones y finales con puntos suspensivos. No siempre lo sencillo es redondo, pero en Mr. Inbetween hay benditas excepciones. Gran serie.

miércoles, 28 de julio de 2021

Bosch. Séptima temporada.

Más bajos instintos en la séptima de Bosch. Fin de año, incendios, niñas muertas, embarazadas muertas, pintadas en coches, gente que no puede vivir con su pasado, alcohol de más, ricachones con problemas, abogadas excruiseanas que siguen a lo suyo, más asqueroso politiqueo, neonatos con problemas y gente que es abandonada por su páncreas. De todo tiene la supuestamente última temporada de Bosch. Y siempre hay una Teresita, se apellide Mendoza o no, que con su escasa altura manda mucho. Especulación e hijos de putas, bolsos que esconden tesoros y móviles que auguran problemas. Encanto y desazón a partes iguales. No vemos los problemas de los demás hasta que no superamos los nuestros. ¿O era al revés? Fotos, puertas que no se abren, delegados que no saben asumir responsabilidades. El problema racial siempre utilizado políticamente. Mentira sobre mentira y tiro porque me restan. Y si faltaba algo, los célibes involuntarios. Y si hay que meter la teoría de la conspiración, pues también. “En todos los funerales debería llover”. O algo así soltó Bosch.

Himnos en bucle hasta el infinito

lunes, 26 de julio de 2021

Bosch. Sexta temporada.

“Vuelve a nombrar a mi hija y te sacarán del asfalto con una puta espátula”. Frases de Bosch entre infartos, bodas, ciudadanos soberanos, viudas con secretos, cesio, hospitales, visitas del yerno de turno, chinas de blanco, peleas por esquinas pero despedidas por los caídos, por el pasado, por los cruces de intereses, por las ausencias y por las investigaciones que hace uno por su cuenta. No siempre los ángeles caídos tienen un pasado tan claro. No. Tapaderas, aportaciones, Haití, nombres en clave, muertes que se hacen esperar, dobles barajas. Espíritus buenos que se elevan por encima de los demás pero que, en ocasiones, toman malas decisiones. Amigos que saben que hacen cosas mal, pero siguen haciéndolas. Equivocaciones benévolas. Malos comportamientos pero bien entendidos. La puta política siempre jodiéndolo todo. O no. Y por primera vez, ver a Bosch cocinar algo, aunque ese algo sea un chusco de carne en una parrilla. Nada es lo que parece pero todo es mentira. Siempre.

viernes, 23 de julio de 2021

Bosch. Quinta temporada.

Por primera vez cambia en Bosch el ritmo narrativo, poniéndonos en el primer capítulo de la quinta temporada un momento del ecuador de la misma. Saltos temporales que no esconden el drama y el dolor existencial, la soberbia de la juventud y los bajos instintos, el problema de las enfermedades crónicas, la salida fácil y las que no lo son tanto, la mafia dentro y fuera de la policía. Pero también hay redención y justicia, acercamientos a enemigos del pasado y complicaciones (otra vez) en las relaciones. Vuelve a mostrar Bosch lo más sucio y feo del ser humano, su mezquindad disfrazada de supervivencia (¿O era al revés como lo decía el hombre de la camisa verde?). El pasado, esa leña hecha cenizas en la vieja chimenea, vuelve a desfilar en Bosch, vuelve a sacar entrañas y dejar vacío existencial, vuelve a revolucionar un universo en el que el dolor no es solo un fallecimiento del pasado. O tal vez, todos estemos equivocada y en la vida solo toque resistir y comprar comida ajena para casas en las que pasan muchas cosas. O no.

lunes, 19 de julio de 2021

domingo, 18 de julio de 2021

Sigue la ley seca de helados

Bosch. Cuarta temporada.

“¿Puede un viejo amigo convertirse en un enemigo?”. Farsa, mentira, trola. Como la vida misma. La cuarta temporada de Bosch se va de las manos en el buen sentido, en el del clásico: “Los viejos amigos se convierten en nuevos enemigos”. Entonces, todo era mentira, gran mentira, como otra frase boschiana: “Pasar página es mentira”. O algo así. Rojo profundo, el color de la traición. No todo el mundo sabe la fórmula del dolor, pero casi todo el mundo prueba el dolor. Vuelve a incidir en la asquerosidad de la política, en las infidelidades laborales, en las pérdidas maternales, en la protesta con motivo aparente, en el color de unos sueños convertidos en pesadillas. Pero sí, el pasado se vuelve a repetir, con fórmulas parecidas, pero se repite. No conviene confundir el dolor con la mentira, la traición con el disparate, la flor de cactus con la puñalada trapera. Bosch, ese tipo que saca las garras pero es capaz de recordar el infierno de una noticia en una piscina, la Guerra del Golfo con una fosa en la memoria, la embajada de China con el peor de los chinos cudeiros. O no. O únicamente nos hemos acostumbrado al agua cuando nos merecemos de verdad ese Rojo profundo de variantes cartujas. O vivir bajo tierra, mirando al suelo. La fraternidad, al igual que la igualdad y como anteayer, no es únicamente meterle a alguien un tiro en el culo o un lápiz en la oreja. No. La fraternidad es mucho más. Se trata, como en el Génesis, de buscar para encontrar, de salir para no volver nunca más porque la vuelta siempre es una derrota.

viernes, 16 de julio de 2021

¿Ley seca de helados?

Los años extraordinarios

No sé si yo nací un día de viento y no sé si me hacía el tonto, porque no recuerdo casi nada de pequeño. Bueno, de lo poco que me acuerdo es del zumo de piña que me obligaban a beber las monjas de la guardería (y no me pegué nunca con ellas). Empecé a leer Los años extraordinarios dos días después de una nota inesperada, y no precisamente entre una transición entre república y monarquía. No tenía conocimiento de la existencia de Rodrigo Cortés hasta que un día caí, buscando información sobre otros asuntos, en un episodio de La Cultureta. Escribe Cortés sobre una Salamanca de antes de tener mar y de después de tener más, de su salida de la ciudad y la llegada a un lugar, Espuria, donde la música era obligatoria (esgrime como Jaime de Astarloa que era por una cuestión de equilibrio, casi como Moncho Monsalve hablando de baloncesto y los cinco primeros minutos de una segunda parte). No quise informarme mucho de LAE porque las comparaciones tiraban hacia Mihura, hacia Jardiel Poncela, hacia Edgar Neville. El principio, desconcertante, habla de madres y padres y mercerías y hermanos que llegan y hermanas que sustituyen a hermanas y va a demasiada velocidad, demasiadas presentaciones en muy pocas páginas (algunos dirían que en muy pocas, nunca se sabe). Pero es un desconcierto atrayente, quieres saber más de ese Jaime que comparte apellido con un general, de un tipo que vino al mundo 19 años antes del desastre annualítico según nuestros calendarios actuales pero que, según Braudel, no podemos usar de cualquier manera. Y siempre es bueno volver al pasado, volver a buscar fantasmas (dentro y fuera de la familia), volver a hacer buena migas con quien se pueda hacerlo, volver a ver a un padre andar con manos a la espalda, volver a ver dos catedrales que están juntas y que puedes ver empequeñecer cuando te vas a Francia desde el puerto salmantino. Hace RC uso de la palabra altivez, esa que siempre veneramos desde su uso por el profesor José Perona. Se refiere RC a una guerra francoholandesa acabada en equis en la quiniela y pone la Filosofía, esa cosa que no se entiende nunca, en el tapete de los piratas. También reflexiona en LAE sobre lo de fuera, sobre lo que no es nuestro sobre lo que nos pasa cuando estamos en el extranjero y todo es diferente, y pone énfasis en las palabras alma y vibración. Vivan las vibraciones. Y una vez en los territorios que hicieron crecer Juana de Arco y el Gran Delfín, y con un París modificado, vuelve a hablar de voces ancianas, y entonces vuelvo a pensar en la frase del Maestro de Gramática sobre la altivez. Va subiendo escalones en la narración del personaje conforme pasan las páginas: niñez, juventud, búsqueda de madurez. El hombre de la camisa verde decía que no existía la madurez, que el solo iba al médico con su padre y le compraba los medicamentos cuando tenía el viejo cáncer. Que eso si era la madurez. Anarquistas, mujeres, libros y gente mononeuronal de un solo sentido. O varios. O distintos sentidos volcados en uno solo. Barro y figuras que estallan contra una pared como lo hacía el puño de Tony Soprano para no hacerlo en la cara de Carmela. Y tiene razón que es un error creer en el entusiasmo, o en lo que cada uno entienda por entusiasmo. Me ha hecho recordar LAE los cientos de artículos de Manuel Alcántara que tenía de los periódicos de mis padres, y tiene razón RC al decir que los periódicos pasados hoy tendrían mucho más valor. Muchísimo. Lástima que estemos dejando de lado el papel y pensemos solo en digital y en clave, en las Galicias (o Galicios y Galicies) que están lejos. Ilustra con palabras RC la mentira de gran parte de la prensa y columnismo, o, como decía Ginés Caballero, el quintacolumnismo. De ahí pasa Fanjul a una Bruselas miniepisódica, desliz que hace de puente antes de caer en El Aaiún. Y de Tarfaya a Oporto y Guarda, y referencias a una guerra de una España que también cambiaba (Alicante contra el resto) y de guerras de hormigas contra chicharras y de cárceles portuguesas previo paso por una bruja de más de veinte décadas. De ahí al São Bento de Las Azores, con su universal inglés que se hizo aún más universal hasta parar en Inglaterra. Y el bombardeo nazi de Inglaterra, y los discursos de Churchill y los cascotes y la supervivencia. Y Escocia, y una Nueva York a la que aterrizar de manera peculiar y a la que hay que ir con dinero sí o sí. Y Camboya, y algún sitio llamado Mudra, y un fallido viaje en el que sobrevivir, y la India y Pakistán (no podríamos vivir sin Indias Británicas). Y preguntarte de que manera diferencia uno a persas de indogriegos, y pasar a Irán, y a Irak, y a Jordania, y a Egipto, y a Libia, y a Túnez, y a Argelia, y volver a Marruecos 26 años después. Y me gusta eso que pone en “Lo de Egipto” que dice que lo hizo menos tolerante y que “la tolerancia es la virtud del soberbio”. Y luego a las Italias, porque Italias, como Españas, hay muchas, o son lo mismo pero en distinta posición napolitana o de Mahón, y Caseria o Frosinone. Y pensar, o volver a pensar en esa Roma a Lo Corbusier y los grifos fruto del baldoquino de Bernini. Y el lago Como, antes y después de aquel equipo femenino de baloncesto, y la cima de la marca de plumas, y un Milán del Milanesado (¿qué pijo son las gafas de marxista?) y el cambio en la famosa torre parisina y Zaragoza y Lérida y esos coches volando, y los terremotos y frases para enmarcar: “El miedo llega en silencio y se te queda a vivir en el cerebro”. Los años extraordinarios ha sido un plan de evasión entre decepciones de oposiciones, paseos en La Manga y caminatas en Totana. Lo único que pediría, como si de una película se tratara, que al principio, en próximas ediciones, se le añadiera un mapa de esa geografía tan particular (y no solo de la salmantina), para que los profesores, tan suyos a inventar historias con los alumnos como los viajes de Alejandro, muestren las paradas fanjulianas de ese viaje tan extraordinario. O no.

En bucle hasta el infinito

martes, 13 de julio de 2021

Bosch. Tercera temporada.

Bosch, Bosch, Bosch… No sé si se parece un poco a The Shield, un poco a The Wire sobre todo en el tema de la corrupción policial, el papel de la prensa, el politiqueo… O a ninguna de las dos. La tercera temporada de Bosch sigue con la inquina del protagonista, su desazón únicamente aliviada por su hija, los exmilitares de Irak y Afganistán pasados al lado oscuro, los aspirantes a Tarantino de medio pelo, el problema de los veteranos de guerra, la muerte de los chicos de la calle, los hermanos que se defienden hasta la muerte, la dificultad de las relaciones en el trabajo, las multas ajenas que no hay que pagar y un montón de asuntos más. Pero todo eso, incluidas las pinturas Bosquianas, son solo un marco de la verdadera historia: la de un cabrón con corazoncito, la de un tipo que hace lo que tenga que hacer o dejar de hacer, depende de lo que él considere que es bueno o malo para el mundo. O no. Quizás lo que hacemos es juzgar cuando solo debemos buscar el entretenimiento. Pero no siempre es fácil ejercer la visión pasiva y nos merecemos un poco de justicia y veneno ajeno. O no. A lo mejor lo que necesitamos es vigilar, ejercer de búhos, movernos a una casilla en un tablero en el que de antemano sabemos que lo máximo a lo que podemos esperar son tablas. Y hay tipos que no saben de que va el enroque.

lunes, 12 de julio de 2021

Virgin River. Tercera temporada.

Lorenzo Mejino definió perfectamente en un tuit a Virgin River: “una de esas series que nadie reconoce públicamente que la está viendo, pero que funciona como un tiro en la mayoría silenciosa de subscriptores”. Y es así: será pastel, será azúcar, será tocino de cielo, será amaneceres y charcos y árboles, pero funciona. Estiran el chicle más de la cuenta en en esta segunda temporada, pero tienen la lucidez de dejar el asunto en el punto exacto para que sus más fieles seguidores vuelvan a caer en las tramas primigenias y en las nuevas, en las huidas de soldados y en los que quieren ser soldados por primera vez, en los síes convertidos en noes (no sé si la ministra ya lo ha cambiado a noas, o a noos, o a otra cosa). Ración de hospital, ración de bar, ración de fuego, ración de veneno, ración de ausencias y renuncias, ración de Virgin al poder. Luego os preguntáis que le ponen a los refrescos y a lo que no son refrescos para causar adicción: llevan lo mismo que Virgin River.

domingo, 11 de julio de 2021

Hágase querer por un martillo

Bosch. Segunda temporada

Un día de Santos Inocentes de 2016 terminé de ver la primera temporada de Bosch; un 11 de julio de 2021, la segunda. ¿Por qué tanto tiempo entre ambas? ¿Estamos olvidando los buenos preceptos boschicanos? ¿Por qué caemos en las redes de otros pescadores de hombres malvados? La segunda temporada de Bosch nos lleva a policías que se pasan al lado oscuro, nos lleva a la mafia armenia en Los Ángeles, nos vuelve a sacar la historia de la muerte materna, el miedo por perder a la hija, los magnates de industrias que lavan y lavan y vuelven a lavar dinero sucio, los hijos de los jefes que mueren, la batidora de mierda de la política y las entrañas de un sistema que menos limpio, es de todo. Una gran segunda temporada la de Bosch.

sábado, 10 de julio de 2021

The Field of Blood. Primera temporada.

A veces parece tópica, a veces sangrante, a veces intolerante, pero The Field of Blood deja un buen aroma a serie corta pero que nos hace pensar. Nada más y nada menos que la ciudad donde el Real Madrid se coronó en la escocesa Champions, en una Glasgow de 1982 donde la desaparición y muerte de un niño lleva a una investigación en la que se retrata a la prensa de la época. Pero en la batidora de especias, hay algunas que pican más que otras, sobre todo bajo la perspectiva de una futura periodista a la que le pilla el asesinato en la familia. The Field of Blood retrata la rancio de personajes de otra época, de redacción llena de humno y alcohol, de prejuicios morales y religiosos, de enfermedad y utilización por parte de todos y de una idea preconcebida que no siempre corresponde con la realidad. Y no hacen falta ocho capítulos para contar una buena historia aunque no sea brillante ni redonda. Un buen ejercicio televisivo.

viernes, 9 de julio de 2021

miércoles, 7 de julio de 2021

Starstruck. Primera temporada.

¿Es la primera temporada de Starstruck una gamberrada? ¿Una hipergamberrada? ¿Es de vergüenza ajena o es una excelente continuadora de Fleabag? ¿A qué debemos seguir después del primer capítulo? ¿Podemos reir con una mueca torcida los esperpentos ajenos varios? ¿Es necesario reirnos de los demás cuando no queremos ver nuestros propios defectos? Quizás no sea una primera temporada redonda, ya que estira mucho el chicle (con algún capítulo menos hubiese estado mejor), pero es una serie que en mitad de estos tiempos de crispación, viene bien. Muy bien.

Ya falta menos

martes, 6 de julio de 2021

Pulsión

Recordando a Tico Medina y a Antena 3 Radio

Golpe italiano en Belgrado

Me lo pasé muy bien con ropa viendo el Italia Vs Serbia en Belgrado y con los enfados en la grada de tipos como Savic, Danivolovic o Nedovic. Nada como unos italianos ganando en Belgrado el paso para Tokyo. Suena a Europa de entreguerras, pero solo es baloncesto. Lo raro fue la infrautilización en la segunda parte de tipos como Micic y algunos otros. Y lo mejor fue verlo por la RAI3, con Sandro de Pol en los comentarios. Aunque hoy, pese al antimadridismo de Luis Enrique, no iremos con Italia. Hoy, no.

lunes, 5 de julio de 2021

Time. Primera temporada.

“Nunca es fácil enfrentarse con nuestros demonios”, dice en el minuto 15 del segundo episodio de Time la capellana (¿se puede decir capellana, Irene?) de la prisión donde el personaje de Sean Bean, un profesor que ha acabado en la cárcel, cumple su penitencia. Sí, penitencia, que para eso son las penitenciarias. No veía nada de cárceles desde la primera temporada de Oz (he de recuperar Oz, aquella joyita olvidada hachebeoniana), esas atmósferas de lapos, insultos, peleas y máquinas de coser. Time va de penitencias y de obstáculos, de recursos perdidos y de familias que nunca volverán a ser familias, de gente que ya no tiene oportunidades y de padres que hacen lo que sea por sus hijos menos olvidar. Time es una serie de tragaderas: antes o después, todos tragamos mierda para sobrevivir, ya sea disfrazadas de mentiras o, simplemente, medias verdades. Pero la penitencia no es suficiente para sobrevivir. Buen invento el de los actos de contrición y las letanías que no llevan a ningún sitio. Repetir es una pérdida de tiempo muy cara, y, en las cárceles, más todavía. Viva la expiación.

sábado, 3 de julio de 2021

Guerra 3. Tercera temporada.

Me ha costado mucho terminar Guerra 3. No sé si era necesaria una tercera temporada. Antes o después, todo llega en la vida, pero hay finales forzados. Excesivamente forzados. Si los McDonald’s llegaron a Murcia, pueden llegar a cualquier sitio. Y al final todo es un libro, y una mentira, y una paliza, y un tiro, y un cura muerto, y periodistas que hacen lo que sea para ascender, y ministros, ministras y ministras que hacen lo que sea para llegar a presidentos, presidentas y presidentes. O como sea ahora la definición de cada puesto, Irene. Corea del Norte, Fake News, Principio de Peter, mentiras institucionalizadas, corrupción, mapas de mentiras y barcos y tiros y unas mujeres con doble acento. Lo dicho, no sé si era necesaria la tercera temporada para sacar a las cloacas, porque cloacas siempre hubo, ahora y en la Antigua Roma. Y todo es igualdad, y feminismo y gente (o Gento, por la banda) y genta que asciende hasta su máximo nivel de incompetencia. Y cafés que hay que tomar(se) para reconocer que todo es mentira, casi tan mentira como Guerra 3.