martes, 13 de julio de 2021

Bosch. Tercera temporada.

Bosch, Bosch, Bosch… No sé si se parece un poco a The Shield, un poco a The Wire sobre todo en el tema de la corrupción policial, el papel de la prensa, el politiqueo… O a ninguna de las dos. La tercera temporada de Bosch sigue con la inquina del protagonista, su desazón únicamente aliviada por su hija, los exmilitares de Irak y Afganistán pasados al lado oscuro, los aspirantes a Tarantino de medio pelo, el problema de los veteranos de guerra, la muerte de los chicos de la calle, los hermanos que se defienden hasta la muerte, la dificultad de las relaciones en el trabajo, las multas ajenas que no hay que pagar y un montón de asuntos más. Pero todo eso, incluidas las pinturas Bosquianas, son solo un marco de la verdadera historia: la de un cabrón con corazoncito, la de un tipo que hace lo que tenga que hacer o dejar de hacer, depende de lo que él considere que es bueno o malo para el mundo. O no. Quizás lo que hacemos es juzgar cuando solo debemos buscar el entretenimiento. Pero no siempre es fácil ejercer la visión pasiva y nos merecemos un poco de justicia y veneno ajeno. O no. A lo mejor lo que necesitamos es vigilar, ejercer de búhos, movernos a una casilla en un tablero en el que de antemano sabemos que lo máximo a lo que podemos esperar son tablas. Y hay tipos que no saben de que va el enroque.

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