lunes, 31 de diciembre de 2018

Snatch. Segunda temporada.

Volvemos a las andadas. Vuelve la segunda temporada de Snatch, con todo más negro que los cojones de un grillo. Negro aunque todo empiece en la Costa del Sol. Y con esta pandilla, todo sale mal (casi siempre). Y para empezar, imagen patéticofranquista de la policía española, más mafiosa que feto abortado de un Corleone. Bares, armas, flamenco. Y nada más sarcástico que un camarero llamado Fanta. Y un policía llamado Carlito Blanco que deja un rastro de sangre por donde pasa. Y el Toro Osborne vigilándolo todo desde las alturas. Desde las putas alturas. Alcaldes, fueros propios en ayuntamientos más propios de Gil que de otra cosa. La segunda temporada de Snatch pone a sus protagonistas en la coyuntura de la posibilidad de elegir. "Quien lleva la corona nunca vive tranquilo", dice una de ellas. Policías encubiertos, mafia local, decisiones que te llevan al desastre o a la gloria. La tragedia convertida en broma, la mierda hecha ambrosía. Navajas que buscan venas, gusanos en busca de dolor. Y otra vez la huida, la marcha sin rumbo, la alegoría contra la metáfora. Y matar al padre. Casi nada. ¿Qué obtenemos a cambio de traicionar nuestros principios? Casi nada. ¿Pagar facturas? No sé yo. Pero al final, con el precio nuestro de todos los días, a cada cerdo le toca su cárcel en Marruecos, a cada muelle su amarre, a cada robo su factura, a cada boxeador su lona y a cada isla su escape. Y todo lo demás, también, aunque ya no tengamos chascarrillos místicos y los alcaldes sean de pacotilla. .

domingo, 30 de diciembre de 2018

Fortitude. Tercera temporada.

Siempre hay epílogos. Y se agradecen los cortos, como el de la tercera temporada de Fortitude. Aquí no vale el axioma veraniego de Murcia (en tiempo de melones, cortos los sermones) porque vivimos entre nieves. Pero los puntos suspensivos hay que acabarlos o interpretarlos de cierta manera. Procedimientos innovadores y clásicos de toda la vida, como el dolor. Viva el dolor debería ser el sobrenombre de Fortitude. Alegría, problemas en el colegios, gordas y todo lo demás. ¿Por qué no nos gustan los marginados? ¿Los delatores cumplen con su deber? ¿Quién debe acabar con los conspiradores? Y la gente no cambia. Nunca. No es posible. Fantasía, locura, magia, avispas. Farmacéuticas que mandan sobre las personas. Circunstancias, mierdas, parásitos. Líquidos cefaloraquídeos que lo solucionan todos. Donantes inoportunos. Muertes necesarias. Experiencias sobrenaturales. Este final es propio de Tarantino, del primer Tarantino, no en lo que se ha convertido ahora. Viva Fortitude. Viva Noruega. Viva.

sábado, 29 de diciembre de 2018

La mentira institucionalizada (sin pruebas)

¿Qué parte de algo es 100% cierto? ¿Qué parte de algo es 100% mentira? ¿Qué parte de algo nos podemos creer? ¿Qué parte de una víbora es veneno? ¿Qué parte de una entidad santa es beatificable? Como en Casi Famosos, hay que preguntarse: "¿Qué mitad?". Acusar, sin pruebas, es muy fácil. Y en la deriva sin control de las dos últimas temporadas de House of Cards, era inconcebible la serie sin él. Lo bueno de todo esto es que la vida es corta o larga, y siempre te encuentras en calles oscuras con tipos, tipas y tipes (aquí no distinguimos si es gentuza) con gente. Viva Frank. Viva.

Vergüenza. Black Santa.

¿Hasta dónde se puede estirar un chicle? ¿Hasta dónde podemos dar(le) hilo a la cometa? ¿Hasta qué punto no debemos poner el freno al disparate? Para frenos, los de Márquez viendo a Valentino. O tal vez, no. No debamos darle freno. Lo bueno de Vergüenza, y de este Vergüenza Black Santa es que no hay límite, no hay que ser políticamente correcto, no hay que escupir en el baño porque nos atrevemos a escupir a la cara. A la puta cara. Ahora que parece que la época de lo políticamente correcto (ya era hora) parece que empieza a flaquear hay que aplaudir el intento (que no siempre el resultado) de series como Vergüenza. No tienes que mirar bien al que odias; no debes dar la mano al que desprecias; no debes dar dos besos a una víbora. No. Antes muerto que perder la vida. ¿El resultado es manifiestamente mejorable? Por supuesto. En eso, estamos de acuerdo. La repetición de ciertos chascarrillos, cansa. O puede que no. Nunca se sabe. Pero lo que si sabemos es es que el Infierno está lleno de buenas intenciones.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Collateral. Primera temporada.

La cantidad de jardines que pisa en su primer episodio Collateral lleva un poco a confusión: repartidor de pizzas asiático asesinado en el sur de Londres, libanesa que hace el pedido, inmigración ilegal, políticos laboristas, mujer sacerdote lesbiana, policía embarazada, jefes corruptos, personas que hacen preguntas, buenrrollismo ilustrado, porteros de discoteca que dan palizas, encargadas de tiendas que cuidan madres, capitanas del ejército con pelo suelto y recogido, pañuelos en la cabeza y veinte cosas más. Un puzzle de demasiadas piezas. O pizzas. De demasiadas pizzas que van al suelo directamente. Viva el Líbano, viva la Iglesia, viva la Policía británica, viva el Laborismo. Bueno, el Laborismo británico no. Mejor no. ¿Qué fue de Tony Blair y aquellas veladas a las que iban los hermanos más gamberros de Manchester y del City? Hablar, que no confesar. Collateral es también un ejercicio de frustración, un ejercicio de robo de tiempo pero bajo un buen barniz. ¿Qué imagen tenemos de Dios? ¿O es Diosa? ¿La Iglesia Católica tiene mejor concepto de culpa que la Iglesia Anglicana? Ya no vale lo de la política británica es el comercio británico. Digo yo, que el Brexit cambiará algo. Los sirios muertos son un problema en Occidente, tanto o más como las violaciones de los sirios en Europa a europeas. Y el Cuarto Poder, arreglándolo todo. Y no se duerme si no se tiene que dormir. Viva el trabajo de noche, aunque trabajar de más sea una estupidez. Y meten en la coctelera hasta el acoso sexual en el trabajo. Demasiada pizza, lo dicho. Guerras lejanas que nos traemos a casa. Amigos hechos pedazos. Sangre en las retinas. Mierda de guerras que nos llevan a hacer asuntos que no queremos hacer. O meternos en jardines. O en los ingredientes de las pizzas. ¿Seguir con tu vida no es traicionar a tus muertos? No sé olvidar. Todos son sospechosos de algo. Somos capítulos aislados, dice una de las protagonistas, en la serie de otras personas. Capítulos aislados. Sueltos. Excepciones. ¿Qué haremos los próximos trescientos años? Collateral se pregunta si los muros son necesarios, si son los cambios necesarios. El laborismo es otra gran mentira dentro de la gran mentira británica. ¿Es negociable llorar por los inmigrantes iraquíes y sirios y no llorar por los compatriotas de nuestro edificio que no llegan al veinte de cada mes y pasan más hambre que un etíope en plena sequía? ¿Es Inglaterra ruin y pequeña? ¿Es Inglaterra ambigua? ¿Es peor un centro de internamiento de inmigrantes que una cárcel porque en la segunda si sabes cuando sales y en el primero no sabes cuando te deportan? ¿Tenemos al mismo diablo como compañero de trabajo? ¿Deseamos matar al jefe? ¿Por qué la chusma con quejas va trajeada? ¿Por qué tenemos que negociar con idiotas? ¿Por qué ciertas personas nos toman por idiotas? ¿Qué hacer si la guerra se te mete en la sangre? ¿Qué hacer si el sistema nos derrota? ¿Qué hacer con un cansancio que nos gana? ¿Qué hacer para conseguir el honor? ¿Qué hacer? ¿Qué? Pero todo lo bueno se acaba, antes o después. Siempre.

Westworld (4º intento)

Empiezo Westworld por cuarta vez, con la musiquilla del zanahorio y sus secuaces en el segundo capítulo, buscando respuestas a preguntas que no la tienen, después de dar el pésame a tres de los hermanos de un fallecido de 40 años. Almas de metal. Será eso. Habrá que preguntarle a Dolores. Otra vez. Y a sus padres.

Los telediarios del día de Navidad

Si habitualmente el flujo de mierda es considerable, el día de Navidad en la tele pública, en la subvencionada y en la de la concesión, es asqueroso. Cantidades industriales. Mucha mierda. Moñismo. Restaurantes, turrón, viajes, ocupación hotelera. No se habla de Andalucía, no se habla de populismo, no se habla del Kichi, no se habla de la deuda catalana, no se habla del problema del carbón. No. Todo es azúcar. Hay que estirar infinitamente el chicle de la basura, de lo políticamente correcto, de lo llamativo para los que no queremos nada llamativo. No. Estamos en contra de lo políticamente correcto. Alcemos la voz, diccionario en mano. Bien alto. Y todo lo demás, también.

martes, 25 de diciembre de 2018

Versión de la Navidad de 2018

Maniobra de evasión planetaria versionada por Chef Creador bajo los mandos al otro lado del cristal de Carlos Hernández. Hay himnos atemporales, como lo son casi todos los de Unidad de desplazamiento y Encuentro con entidades. Maniobra de evasión, bajo este barniz, sale con más ritmo, con más intensidad, con más luminosidad sonora que arregle días de desencuentro y fatalidad. Porque también los hay en Navidad. Siempre. No todo son rosas y olor a buen perfume. Ni el video que se sale después, en la reproducción automática youtubera, se corresponde con la realidad. "Lo vuelvo a intentar, te ofrezco mis mejores intenciones, y solo obtengo penas y dolores...". Himno, himno, himno. "Que no me gusta lo que pienso". Pensar te mete en líos. Siempre. Viva el fantasma de Bruce Lee. "¿Por cuánto tiempo tengo que pagarlo?".

lunes, 24 de diciembre de 2018

Deutschland 86 (continuación de Deutschland 83).

África y causas perdidas. Armas y almas perdidas. Ciudad del Cabo y Angola y dándole algo de color a la desesperación. Mentiras institucionalizadas en Deutschland 86 como las había en Deutschland 83. Ascensores para blancos y ascensores para negros. Armas robadas. Intermediarias. Tratos entre RDA y Sudáfrica. La necesidad hace extraños amigos. Todo se viene abajo. El tío de la mancha en la cabeza, las deudas de la RDA con la RFA. El hambre en los finales del comunismo. Mierda sobre mierda. ¿Objetivo? ¿La libertad? Empieza la serie dando una clase de historia entre limonadas y negros que sirven limonadas. Libros que cuentan historias sobre uno mismo. Es pequeño. El mundo. Reagan. Gorbachov. Los tableros de la Historia. Los collares en el cuello de una mujer con pecas. Tenis. Armas y más armas. Trabajo sucio e ideología socialista. ¿Cuál es el bando correcto? Y el norte de África, y Libia, y la posibilidad de grandes atentados masivos en Europa a manos de los libios, y los tratos que se seguían y el impedimento de la locura. París, atentados en clubs nocturnos que llevan a Reagan a posicionarse ante los libios y mierdas varias. Muchas mierdas varias. Socialismo real en 1986, mis cojones. Y Chernóbil, en el horizonte. Todo es mentira a ambos lados del muro, todo es una jodienda que parece no tener fin. Y lo tiene. Y el diablo sigue siendo un agente doble al servicio de la Providencia.

El la oscuro de la fuerza

No sé si debo replantear(me) los principios peronistas y pensar en el concepto de costumbre. Pero hay malas/buenas costumbres, modas envejecidas que irreparablemente seguimos repitiendo. Nochebuena: escuchar "El la oscuro de la fuerza" de Los Planetas. Recuerdo, acostumbrado en el pesebrismo de la costumbre (chupito de Cantalar por el pesebrismo del 24 de diciembre, viva la retórica), que el hombre de la camisa verde me puso del color de su camisa al escuchar esta grabación. O no entendió nada, o en su reunión de pastores, salió algo mal hace quince años. Y no sé si quiero investigar la oveja muerta (oveja vale como cualquier palabra, buscad sinónimos) de aquella Navidad del 2003. Hay personas que han escrito al respecto, y es su lectura la que hay que hacer, no la mía. Vaya usted a saber, Jiménez.

domingo, 23 de diciembre de 2018

Homecoming. Primera temporada.

No es fácil pasar de Händel a Eels. Vivan las anguilas, las medicaciones que nos cambian, el olvido y el perdón, la persistencia y los sonidos que nos transforman. No es fácil de clasificar la primera temporada de Homecoming. Infiernos pasados que se tratados para reconducirlos... y poder volver al Infierno. Al que lleva mayúsculas. O a una casa con un riachuelo cerca donde no tener prisa en terminar de construir un porche de madera. O lo que haga falta. Y si hay que escuchar a Iron and Wine antes de poner una rúbrica, se hace. El olvido siempre está ahí, pero puede llegar a su antítesis en cualquier momento. Del Infierno a la Felicidad solo se tarda lo mismo que del cero al infinito. ¿O era de la Tortura a la Felicidad? ¿Cambiamos sustantivos cuando lo necesitamos? ¿Necesitamos cambiar cuando estamos en mitad del caos? Coda: Aunque siempre habrá la comparación esmailiana con Mr. Robot, esto es otra liga distinta, otro deporte distinto. Compatibles, pero diferentes.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

No mal, lo siguiente

Recuerdo que la primera vez que escuche el nombre de Escohotado fue Sistemas Políticos Latinoamericanos, allá por el curso 1998/1999, en la voz de Don Alejandro García hablando de drogas, de Colombia y de todo lo demás. Ahora, con el paso del tiempo, las canas, los kilos y los disgustos, todo se observa distinto.

OTAN NO

"El balance de diez años de socialismo puede mirarse desde los mismos supuestos. El tebeo, las autocelebraciones, los paseíllos rodeados de la familia, las justas satisfacciones por tantos aciertos no debieran hacer olvidar que existen las ventas y los polvorientos caminos. El mañana no debe mirr tanto al pasado que deje al presente convertido en un pretexto fugaz del tiempo histórico. ¿Quién será el caballero que despierte del amodorramiento y traiga a la realidad al soñador de ayer para evitarle un brusco despertar en el realismo sucio?". José Perona, Analogías extermporáneas (jueves, 29 de octubre de 1992)

martes, 18 de diciembre de 2018

Borges, el eco y todo lo demás

"Desde la constatación de la ceguera ya próxima, Jorge Luis Borges trataba de luchar contra la pérdida progresiva de la linealidad del tiempo. Ya no leía, recordaba. En las lentas rememoraciones descubrió la verdad aterradora de la circularidad intrínseca del recuerdo que se constituía a imagen y semejanza del tiempo circular". José Perona, El Eco de Borges (sábado, 8 de enero de 1994)

sábado, 15 de diciembre de 2018

Mrs Wilson. Primera temporada.

Siempre (procuro decirle a mis alumnos que) todo es mentira. Por cada diez segundos de verdad, un día de mentiras. Con esa proporción se aplica Mrs Wilson. Cuando la batidora de mierda empieza a salir, no hay vuelta atrás. Sin límite. Y la tensión que tiene Mrs Wilson no deja descanso. Nada. Ni un segundo de mentira, ni un día de verdad. Reflexiona Mrs Wilson sobre el precio de querer saber la verdad. La verdad. La puta verdad cuando todo es mentira. Cuando la pequeñísima parte de verdad que compartimos es mejor no saberla. La mentira en primera persona, en mujeres simultáneas, en hijos paralelos, en cárceles de muerte y perversión. Guerras, informantes, espías, mentiras, el poder de la Iglesia (antagonismo protestantismo Vs. catolicismo) y vicios varios. Nocturnos juegos que siempre acaban mal. Mejor no saber, mejor no caer en la tentación de la verdad, porque ya lo cantan los Carolina Durante "que si el tiempo perdido, que si odiarse a uno mismo". Mejor no saber. Mejor no. Mejor.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Segunda versión del día

Que no nos falten himnos nunca. Jamás. Esta tarde. Romanones todos.

jueves, 13 de diciembre de 2018

La chica del tambor (The Little Drummer Girl). Primera temporada

No hay Rosalindas, vayan de amarillo o no. No quedan. Por mucho que a tito Guillermo se le antojara así. La chica del tambor mete demasiados asuntos en el primer capítulo, difuso por momentos pero brillante con final acropolístico. Vivan las clases de Historia, vivan las Olimpiadas. Cuando tengo la suerte de explicar el siglo XX y hablo de Munich y sus atletas muertos y de la castración de uno de los once, el personal del pupitre me mira raro. La Guerra Fría, los daños colaterales, el ajedrez de la Historia y todo lo demás. Reflexiona La chica del tambor sobre la posibilidad de huir, de escapar, de intentar volver a un pasado que nunca volverá. O tal vez, sí. Da mucho juego pero también pone demasiada tensión. Es agridulce, como un día de dolor nocturno, como un agobio atemporal que nunca acaba. Altamente recomendable pero para no sufrir. Somos demasiado mayores para jugar a espías. Y todo lo demás, también.

lunes, 10 de diciembre de 2018

La chica indigerible

Hoy estaría mal visto escribir un puto himno como este que suena, pero es que es un gran himno. Ahora toca quedar bien con el feminazismo reinante, y luchar contra el heteropatriarcado y leer mierdas sobre mierdas de directoras de cine que no lo serían con testículos. Pero es lo que toca. Toca escuchar, una y otra vez, a Los Nikis.

Este país...

Ya sabemos que de aquí al 26 de mayo vamos a leer de todo. De casi todo. Incluso sobre esto. Pero este país no cambia. Da igual. Los que venían a eliminar la casta se han hecho casta. Y todo lo demás, también.

sábado, 8 de diciembre de 2018

1983. Primera temporada.

Siempre que nos vende algo con la distopía hay que poner(se) a temblar. Nunca sabes por donde irá el asunto. Ni idea. 1983 tiene un buen inicio pero quizás estira demasiado el chicle. O no. 20 años dan para mucho. Historias que se entrecruzan en un régimen polaco que pervive bajo el yugo ruso, con una Guerra Fría que no acaba nunca, con una pequeña Saigón en plena Varsovia. Distopía, distopía, distopía. Sed de justicia, sed de medicina, sed por zapatos en vez de botas, sed por unas muertes que se repiten cíclicamente. El pasado, siempre jodiendo la marrana. ¿Cómo lucharíamos contra un sistema corrupto hasta el tuétano? Ventas de armas nucleares, ministros asesinados, jueces elminados, suburbios que eliminar. Autoridad, iglesia vendida, mentiras institucionalizadas, once eses antes del once ese. Maquinitas que lo controlan todo. Niveles de autorización. Champán para casi todos. Registros de adopción perdidos. Niños que se pierden aprovechando el viento de los Urales. Policías de todos los colores y milicias de pensamiento única. Comunismo, corrupción, comunismo, corrupción, comunismo, corrupción y el resto de países al acecho para meter mano. Y en el comunismo nada es privado. CCCP y sus círculos. Sombras del pasado en la escoria del presente. El ejemplo argentino de los niños. Vaya ejemplo. Pero hay venganza. Y de las buenas. Los nuestros, los vuestros, los otros y todo lo demás. Y la Emilia Plater del siglo XXI y el recuerdo de Sobieski y una cantidad enorme de trajes con pájaros y estanques y burbujas varias. ¿El revolucionario de un país es tomado por terrorista en otros países? ¿El poder de un país está en las armas o en las almas? Cajas vacías, muertos que no son muertos, vómitos ajenos y propios. Al Gore presidente de Yankilandia tras un once ese que parece que sí ocurrió. Irak, otra gran mentira. Israel. ¿Locura o patriotismo? ¿El futuro? ¿La protección? ¿A quién defendemos realmente? Ascensores de dolor. LLantos maternos. Llantos en una Polonia en la que aguantar, guetos sin fin antes y después de los estadios abandonados. Lo dice Ofelia: "Hagamos lo que hagamos, estamos jodidos". Bien jodidos. ¿Tenemos que creer en algo? ¿Tenemos que creer? ¿Tenemos? Los límites: Distrito, Estado, dolor y eficacia, verdad y mentira infinita. Los dragones y sus casas, la suerte y sus viviendas, los disparos y las mártires en los túneles, los ojos del ministro y el olor a pólvora. Demasiada mierda para pensar en panfletos libertarios. Las ratas, los topos, el futuro del comunismo. Pero hay máquinas, y daños colaterales, y jodiendas con vistas al enemigo. Siempre. Suburbios al poder, alcantarillas al poder. ¿Los desesperados no tienen nada que perder? Imperios, mierda invisible, intagible. Promesas de libertad que son mentira. Puntos suspensivos de las grandes mentiras.

jueves, 6 de diciembre de 2018

El festín de todos los días

Hablaba el otro día en clase sobre mi barriga (mi dinero me ha costado) y recordaba al gran Manuel Alcántara en aquella Vuelta de hoja de 24 de noviembre de 2001 titulada Los nuevos inquilinos en la que acababa hablando del gran Edgar Neville: "El amigo más gordo que yo he tenido era Edgar Neville, que además era un genio. Una especie de Orson Welles antes de Orson Welles. Era habitual verle comer un gran churrasco con una guarnición absolutamente disciplinada de solomillos o comerse un pollo antes de sentarse a la mesa, como quien se come un boquerón en vinagre. Temíamos no solo que reventara, sino que nos pusiera perdidos a todos. En cualquier caso, siempre cuidó la línea interior, que es la importante". Crack. Coda: Viva Edgar Neville y Ramón Gómez de la Serna.

Diciembre

Publicaba un 20 de diciembre del año 2000 el gran Manuel Alcántara en su Vuelta de hoja titulada Espías del futuro que "Diciembre es el mes preferido por los profetas". No sé yo. En esa misma columna nos recordaba que "los griegos decían que el futuro duerme en las rodillas de los dioses". No sé si antes o después de la artroscopia de turno.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

domingo, 2 de diciembre de 2018

Ex

Ante el bulto de disparates que se están leyendo y escuchando, hay que volver a recordar las palabras de George Harrison: "Prefiero ser un exbeatle a ser un exnazi, pero preferiría ser un exnada". Los disparates, en este país, (casi) siempre salen gratis. O muy baratos. Vale para Vox y para Podemos, vale para el PP y el PSOE, vale para lo que sea que es Ciudadanos. ¿Término medio? ¿Qué es el término medio? ¿Hay una fórmula para ese término medio? ¿Cómo era la frase de los chicos del RocknRolla? ¿Había que pensar antes de hablar? ¿Seguro? ¿Siempre?

sábado, 1 de diciembre de 2018

Arde Madrid. Primera temporada.

Garrafón. Momentos de garrafón para una camapaña de publicidad (des)proporcionada. La verdad es que nadie sabía en 1961 quien era Isabel Perón. No. Ava Gadner, sí. Pero Isabel Perón, no. Pero bajo esa apariencia de fiesta continua seguía la miseria y el oscurantismo, las tradiciones envejecidas (peronísticamente hablando) de buscar al torero o al bailarín de turno. Decepciona Arde Madrid porque tenía un abanico de posibilidades más amplio. Oportunidad (des)aprovechada. Quizás han querido contar el des(madre) y ha sido un desatino. No lo sé, pero esa es mi impresión. Arde Madrid no termina de coger llama. El intento flamígero de sacar el polvo y levantar las alfombras del franquismo se queda ahí: en intento. Joyas, generales, preñados y abortos, perros y perras que no ejercen de tales, 55 días en Pekín dos años antes de su rodaje, una cabra, gitanos con pretensiones, gitanas esposas de gitanos con pretensiones, llantos por Papá Ernesto, hijoputas que hacen lo que sea por salir adelante en la España del 61 como lo hacen ahora en 2018. Suena el Pescaílla, suena Manolo Caracol, suena Pete Rodríguez, suena Dolores Vargas y suena lo que tiene que sonar. Hay momentos de chascarrillo continuo, de piedras antiguas y diamantes desaprovechadas. ¿Por qué se tuercen las historias en un momento determinado? ¿Por qué una buena historia no se desarrolla como debería? Conferencias, llamadas telefónicas para dar disgustos, los chicos del Duque de Ahumada y gritos de Perón cabrón. No sé yo porque no utilizar el talento para buscar la perfección y no hacer aidísmos sin motivo aparente. O tal vez sea yo el equivocado, el que ha perdido el norte, el que no valora el esfuerzo que supone sacar adelante este Arde Madrid. Todo es mentira, como el franquismo, como una época que no existió, como fiestas de martes que molestan al vecino de abajo, sea o no general. Y todo lo demás, también.

¿Está en todas partes?

Ya sé que se refería Trecet al centro del universo, pero a Airbag se lo permitimos (casi) todo. Y sí: aquella camiseta, los Ramones, oferta H&M que ya no está donde estaba y todo lo demás. Coda: Camiseta de los Clash...

La víctima número 8

Tenía que llegar antes o después. También al País Vasco. El terrorismo yihadista. Todo vuelve, todo se acaba. Cómplices todos. Objetivos que nadie entiende. Familias rotas. Familias con mentiras. La víctima número 8 empieza con saltos temporales que nos llevan a historias que se cruzan, de personas que tienen dolores comunes y fracasos compartidos. La vida. La puta vida. Y las medicinas y los periodistas jodiendo la marrana. ¿Dónde está el límite de la información? ¿Dónde el respeto a las familias? ¿Dónde la desesperación para hacer disparates? Cuñados llenos de odio y desamor, de piercings y anillos perdidos, de testamentos de rencor. Cenizas cagadas. Aparte de la historia, también es importante lo que deja entrecomillado, lo que salpica, lo que ocurre y realmente no nos preguntamos y miramos hacia otra latitud. La víctima número 8 reflexiona sobre las verdaderas cloacas de Interior, lo que nos venden (bazofia) sobre lo que realmente ocurre. Y el papel (muchas veces) del cuarto poder, de una prensa que ya no es lo que era (o debería ser). Las miradas furtivas, la tentación, la mentira, el olvido, la asquerosa burguesía y sus tejemanejes. ¿Queremos saber la verdad? ¿Nos interesa saber la verdad? ¿Tenemos interés en saber la verdad? A veces, piensa uno, que es mejor mirar hacia el horizonte y vender motos. Pasa con el 11-M. Nadie se cree lo que se nos contó. Ferreras sigue ahí, pero hay cosas que no se olvidan. Calzoncillos aparte, La víctima número 8, a pesar de mezclar demasiados licores en la coctelera ("no irás ebrio a la oración") consigue un buen combinado, un intento de explicar que la mentira institucionalizada siempre triunfa. Siempre salimos perdiendo. Siempre ganan los mismos. Todo es mentira.

Kriger (El Combatiente). Primera temporada.

El pasado vuelve al presente del excombatiente y tiene que hacer un favor a la viuda de su amigo. O varios. O entrar en el puto infierno. En el más cabrón de los infiernos. Ese es la premisa de Kriger (El Combatiente). La vuelta a Dinamarca, vivir en un barco, animar a una familia a cambiar. O no. Y meterte en el infierno hijoanarquista o mayanístico de turno. Ya lo decía Volpini: "El Diablo es un agente doble al servicio de la Providencia". Pero no siempre se cumple. No siempre el Infiltrado vive en un mar de agua bendita. No es bueno buscar un ideario jacksontellerista en la península de Jutlandia, pero se agradece el intento. Se agradece, aunque no siempre sea un éxito conseguirlo. Cicatrices, chupas demasiado brillantes, cuero edulcorado, niño que culpa al mundo de todo, chandals que encriptan mensajes, muertes junto al invernadero y sangre a saco. No es una serie redonda pero el propósito de mostrar la inadaptación tras la vuelta resulta real, incluso convincente. Pero también muestra el vacío de nuestro interior, la búsqueda de un éxito que acabe con nuestra torpe frustración. Y todo lo demás, también.

Vergüenza. Segunda temporada.

Vuelve la Operación Chascarrillo. Tal que así. Con mayúsculas. Vuelve Vergüenza. Los mismos chascarrillos, las mismas miradas, las mismas tortillas, las mismas fotos de mierda con el mismo fotógrafo de mierda. Es cierto que repetir el éxito es difícil. Es muy difícil hipnotizar al personal con los mismos gestos y palabras de siempre, de antaño. Ese "bueno, bueno, bueno", está bien una vez, diez, incluso quince. Pero a veces se supera el límite. O los límites. Los 10 límites, los 15 límites, los 44 años de la protagonista. El fuet, el jamón, la serie b estigmatizada, la muda pegando gritos. Todo es una gran mentira. Y el Infierno, como siempre decía Eduardo de Vicente, está lleno de buenas intenciones.