domingo, 31 de enero de 2021
El paseíto del día
En esas que esta uno mirando al horizonte, levantando la vista del libro, y ves a la monja de turno paseando en las alturas, tocar con la mano el aparato de aire acondicionado y volver atrás, manos a la espalda. Un minuto detrás de otro. Y todo lo demás, sin ir camino de Damasco, también.
sábado, 30 de enero de 2021
viernes, 29 de enero de 2021
jueves, 28 de enero de 2021
Euphoria (capítulo especial 24 de enero de 2021)
Nada como la pandemia, la tercera ola, el confinamiento personal y tantas cosas más para darle un rto a la quijotera. El capítulo especial de 2021 de Euphoria llega con las cuitas de siempre, con el modelo del anterior capítulo especial (mucha sesión de la sin hueso con persona que escucha o que debe escuchar o quiere escuchar). Pero siempre con distancia, sin idolatrar a lo que no es idolatrable, y con mucho cuidado con las situaciones que pueden herir. Otra historia de lo que pudo ser y no fue, de lo que queremos y de lo que realmente conseguimos. La pubertad, las hormonas, el desamor, la huida y todo lo demás. Absténganse los de moral baja y llanto fácil. O no.
martes, 26 de enero de 2021
Shitsel. Segunda temporada.
Desazón otra vez con la segunda temporada de Shitsel. Desamor, desazón y muchas palabras que empiezan con des. Muchas. Muchísimas. Cuanto dolor en esta comunidad que no aprende de sus errores, en esta comunidad que está resentida, en esta comunidad que no aprende, en esta comunidad que sigue anclada en el pasado, en la lectura y relectura y reinterpretación de un pasado que vuelve a etapas anteriores. Desaliento al poder, llanto y crujir de dientes aunque nos pasemos del Antiguo al Nuevo Testamento, del arte prehistórico al postimpresionismo. ¿Se puede seguir en mitad de un lago seco? Mentira sobre mentira, pasado sobre pasado, dolor sobre dolor. Hay que verla, meditar, reflexionar. ¿Merece la pena aguantar en esta situación de profunda miseria existencial? ¿Tiene el personal derecho a amargar la existencia de los demás? Pues no, pero siguen haciéndolo. Y lo seguirán. Todo lo ultra lleva a tensión, a jaleo, a jodienda con vista a un plato de pepinillos y a un zumo de albaricoque. Y todo lo demás, también.
domingo, 24 de enero de 2021
sábado, 23 de enero de 2021
viernes, 22 de enero de 2021
jueves, 21 de enero de 2021
miércoles, 20 de enero de 2021
martes, 19 de enero de 2021
lunes, 18 de enero de 2021
domingo, 17 de enero de 2021
sábado, 16 de enero de 2021
viernes, 15 de enero de 2021
Muerte en Salisbury. Primera temporada.
Rusia, Putin y los daños colaterales en tiempos del mundial de 2018. Pero los envenenados estaban en Inglaterra y no en Rusia. Putin en el horizonte, otra vez. Obligado visionado el de Muerte en Salisbury. Obligados pensamientos sobre las nuevas guerras frías, que no son tan nuevas ni tan frías. Pensar, pensar y volver a pensar. O tal vez, hasta las muertes sean mentira en esta postverdad.
miércoles, 13 de enero de 2021
domingo, 10 de enero de 2021
sábado, 9 de enero de 2021
Shitsel. Primera temporada.
Como si de cualquiera de las series comentadas en este blog de Aaron Sorkin se tratara, con Shitsel pasa algo parecido. Llevé a la retina antes Unorthodox que la primera temporada de Shitsel. Y si tengo que resumir rápidamente el visionado tendría que utilizar un ataque de un equipo de D'Antoni, algo rapídisimo y con resultados agridulces: desazón. Desazón, desazón y desazón. Nada más que desazón. Ríete tú de tus cuitas, que a los de la familia protagoniasta de Shitsel, algo les sale peor. Mucho peor. Todo lo malo, aquí está. Hay que verla. ¿Ultraortodoxos a los que algo les sale mal? ¿No son el pueblo elegido por Dios? ¿Problemas de dinero? ¿Problemas de supervivencia? ¿Problemas de convivencia? ¿Problemas con los jefes? ¿Problemas en la residencia de ancianos? ¿Problemas en el trabajo? De todo hay en la viña de Yavé, de todo en la escuela talmúdica, de todo en las relaciones interpersonales. Un desastre detrás de otro, como casi en cualquier religión. O no. O quizás tengamos que ponerle imaginación, dejar(nos) tirabuzones, cortar(nos) el pelo y dejar que se se cumplan los designios bíblicos mientras miramos al cielo buscando aviones israelís. Todo es mentira. Otra vez.
viernes, 8 de enero de 2021
jueves, 7 de enero de 2021
miércoles, 6 de enero de 2021
martes, 5 de enero de 2021
Megacuarenteno en la prensa
Antes de Reyes 2021 el amigo Jesús y su Megacuarenteno aparecen por la prensa en Onda Bullas y en Murcia Visual.
Dime quién soy. Primera temporada.
Las agonías largas, como bien escribía don Manuel Alcántara, son peligrosas (tanto o más que las vocaciones tardías, y se comprueba perfectamente en algunos curas). Pues eso le pasa a Dime quién soy. Una serie que empieza de manera eléctrica, atómica, pero que a partir de la mitad (y son 9 capítulos, que no es una temporada de El Ala Oeste de la Casa Blanca), por ese absurdo sinsentido de alargar el asunto, se diluye de forma errónea. Pero la idea de partida (no me he leído la novela de Julia Navarro), la de dar bandazos desde la Guerra Civil Española (viva el Frente Popular), pasando por el acercamiento al comunismo (vámonos a Argentina sin pisarme las alpargatas), cayendo en el descubrimiento del horror de ese mismo comunismo (no hacía falta ir a la URSS para ello) y viendo el oscurantismo fascista y el de la RDA y la caída del Muro de Berlín (mejor el de Deutschland 89, la verdad). De todo hay en Dime quién soy. Un poco de todo, de más a menos, de pasar de la Biblia a pastiche de negro de novela de media tarde. No todo puede ser perfecto en la vida, pero si hubiera estado en Tele 5 o en Antena 3 ni me hubiera preocupado de verla. O tal vez, en mitad de la pandemia, de la tercera ola (eso fue la RDA, otra tercera ola hasta tito Eric) quizás sí. Lástima de no meter el tijeretazo (ya que llevamos casi una década de recortes totales, hubiera estado bien aquí también) y dejarlo en cinco horitas más condensadas (sin Mario, por supuesto, dejemos descansar a Lola Herrera un ratito) y la época lazial incluso podía ser aún más corta. Por eso me da por leer a Borges y a Bioy Casares, que te lo resumen todo muy bien, y no hace falta ladrillear al personal con largas historias que juzgan todo (Dime quién soy es un juicio sumarísimo a todo, a lo que está bien y mal, a la peor izquierda de la historia y al más infame fascismo en sus distintas vertientes). Fiscales del mundo, dejad vuestros informes y no busquéis la yugular de Dime quién soy. O tal vez, sí. No lo sé, me deja ese amargo sabor a nada de lo que pudo ser y no ha sido.
lunes, 4 de enero de 2021
Black Monday. Segunda temporada.
Vuelve la segunda temporada de Black Monday con sus frases lapidarias: “-El latigo de la minoría” // “-Eso suena muy racista”. “Mujer florero: sonríe y haz tu papel”. Desregulación bancaria, antes y después. Ya nos lo contó Gregorio Parra en el Séptimo Mandamiento: poder coger las perras ahorradas durante décadas por los gringos para pagar las universidades de sus hijos para poder monopolizar la Bolsa y jugar a los ricos. . “No más violencia doméstica disfrazada de arenga (le dice el esposo a su esposa). Y una empresa de mujeres en un mundo de hombres. “Hablando del diablo, lo cual va en contra de mi religión”. Móviles que tardaban 48 horas en cargarse y con los que podías hablar menos de media hora. ¿Si pudieras escaparte dónde te esconderías? ¿Cómo se vendió la desregulación bancaria para ser aprobada? ¿Cómo un disparate de tal calibre pudo ser aprobado? Por simple y pura avaricia, como ocurrió con las Cajas de Ahorro en España: envidia, envidia y más envidia. Adaptaciones cinematográficas de directores de la tele. Intentos de soborno que pueden salir bien. Después del Lunes Negro, el miedo de llamar a la Casa Blanca la Casa Amarilla, el miedo a ser conquistados económicamente por Japón lo permitió todo. La competencia con los bancos internacionales y todo esa publicidad bien vendida permitió la desregulación bancaria y todo lo demás. Muertos que no están muertos. ¿Existe el diablo de la diabetes? ¿Se puede volver a la cima después de bajar a los infiernos? Y una Nintendo de 8 bits y el The Legend of Zelda. Y el zumo para mayores y el negocio de los aparcamientos. ¿Toca vengarse de Tony Blair? ¿El yogur tiene cultura? ¿Todos los gatos son gais? ¿Quién era la borracha de Dallas? ¿Hay peluqueros sin licencia? ¿La Cienciología empezó como una empresa de cruceros? ¿Y los mormones? Estafas piramidales, ruina, cárcel, mentiras. ¿Cuántos de los jefazos de los bancos yanquis han acabado en la cárcel alguna vez? Nunca. ¿Las fulanas son víctimas de tráfico sexual? Joden la marrana con el empoderamiento y el feminazismo imperante que llegan hasta las series. Joder. La segunda temporada de Black Monday es hipocresía sobre hipocresía. ¿Quién no le ha gritado a un cojín? Aranceles contra Japón y mierdas varias. Y los baby Trump haciendo de lo suyo. Y en esta historia de redención, siempre hay un primo al que culpar, lea o no El Levítico. Pero queda gente decente que sigue creyendo que el futuro puede arreglarse. O no.
Coda: ¿Algún rayo de esperanza? ¿Seguro? ¿Qué será lo siguiente? ¿Entrar en política? ¿Huir? ¿Pizarrear? ¿Sustituir a un hermano gemelo? ¿Guerrear?
domingo, 3 de enero de 2021
Valley of Tears. Primera temporada.
Palabras mayores. Valley of Tears es de altar de veneración, de cruzada milenaria, de lucha épica y dolor y crujir de estrellas de David. Hay veces que disfrutas viendo sufrir porque la historia (perdón, la Historia) está muy bien hecha. La primera temporada de Valley of Tears nos lleva la Guerra del Yon Kippur, el multiataque árabe a Israel aprovechando la fiesta sagrada judía. Pero es mucho más. Es indefensión e improvisación, búsqueda y falta de soluciones, la lucha de la fiel infantería mientras que los políticos juegan a los soldaditos desde el despacho, desde la ONU, desde Tel Aviv y Damasco, desde el Infierno Árabe y el Infierno Israelí. No recuerdo ya si era Borges o Manuel Alcántara quien decía que menos mal que Israel era el pueblo elegido, porque sí no… Pues eso. Estados artificiales luchando con las armas de su enemigo. Pero que no se nos olvide Hitler y el Holocausto, las cámaras de gas y la diáspora, los trenes de la muerte y toda la bazofia que trajo la Segunda Guerra Mundial. Todo es mentira hasta que matan a tu familiar, a tu amigo, a tu gente. Eso sí que no es mentira.
Coda: Otra vez la recomendación perfecta fue de Lorenzo Mejino.
sábado, 2 de enero de 2021
viernes, 1 de enero de 2021
La derrota en el concurso de los tontos
Estoy intentando cuantificar los viajes en autobús que he hecho en mi vida y vuelvo a (re)caer en El hombre que perdió los papeles de La Costa Brava. Otra de esas canciones que te hacen pensar pero te hacen equivocarte en la cuantificación de los viajes en autobús que has hecho en tu vida. ¿Esas canciones que escuchábamos en la radio? Y como buena canción de Sergio Algora, vale casi para todo, pero como es una pregunta que nos hacemos todos los días (tanto o más como la de García preguntando por el dinero de las quinielas), siempre es bueno recordar al grupo de expertos sanchistas que nos lideraban al comienzo de la pandemia. ¿Dónde pijo están los expertos que según Sánchez dirigían el cotarro? Todo es mentira.
La Corona Vacía: Enrique IV
Segunda etapa de ese tour que es La Corona Vacía. Ahora es Enrique IV el que sufre la rebelión de sus antiguos aliados. Como bien nos enseña la experiencia comunista, tus máximos seguidores, tus más fieles escuderos acaban convertidos en tus detractores más audaces. Aunque no siempre la rebelión funciona. La historia de los ingleses en el Medievo, antes, durante y después de La Guerra de los Cien Años es una historia de guerracivilismo constante (ZP, puedes estar tranquilo, no eres el único que empezó con este concepto, aunque tus sucesores han aumentado la historia de este tema), una hilazón de revueltas constantes. En este caso, la agonía (que malas son las agonías largas como bien nos enseñó don Manuel Alcántara) de un tipo que se creyó inmune a una enfermedad (corrupción, subida de impuestos, desprecio de antiguos socios ahora convertidos en la perversión del poder, ansias de vuelta) pero que acaba donde acabamos todos. Grandes frases de tito Guillermo, aderezadas con el sarcasmo y la mentira del gordo Falstaff. No es el jolgorio que tuvimos con Ricardo II, pero esta imagen jeremironizada de Enrique IV es bastante atrayente. Tortura interior y dramas varios, hijos que no responden a tus expectativos, sueños de corona y de taberna, luchas en mitad de intereses cruzados. O tal vez sea todo una ilusión. Cajas de truenos.
De los amos malthusianos del 5G...
¿Es verdad que el régimen se agota? ¿Se puede publicar una canción el 1 de enero de 2021 con la palabra régimen? ¿Alguien me explica el malthusianismo enlazado con Bosé y el 3G? Grandes Los Planetas. Siempre.
A teacher. Primera temporada.
La senda de Por trece razones. Ahora el tormento lo trae la relación entre profesora yanki de insituto y alumno con pretensiones. Creo que era Mejino quien decía que la escasa diferencia de edad entre profesora y alumno chirría un poco. Puede ser. Pero A Teacher no deja indiferente. Asunto que ves, que sientes, que notas que no puede acabar bien de esa forma. Los límites. ¿Dónde están los límites aparte de en las matemáticas? El tormento, decía antes. El tormento y sus múltiples variables. A teacher va también sobre las etiquetas, sobre el qué dirán, sobre la hipocresía y sobre los falsos mitos (porque en la enseñanza no estamos libres de los putos falsos mitos). Conozco compañeros que están casados con exalumnos, exalumnas y exalumnes (que de todo hay en la viña del Señor, no únicamente en Tejas con jota). Una vez abierto el melón, la rapiña estúpida de abrazafarolas (he visto más de uno últimamente por el Tontódromo) la batidora de mierda salpica sin mirar la famosa línea de separación. Salpica y punto. De ahí en adelante, todo paraece estar permitido. En A Teacher, que inicia de una forma atrayente, la historia se va diluyendo hacia un final alargado sin motivo aparente. Es verdad que hay que rellenar horas y horas de programación, que el personal ante la pandemia pasa horas y horas delante de la pantalla, pero tampoco hay que negar que más valen 5 capítulos completos que 10 episodios disolutos. O no. Tal vez tengamos que soportar la mentira institucionalizada, las búsquedas en Google, el pasado que vuelve para martirizar, la imposibilidad de encontrar un empleo después de un hecho (des)afortunado. O quizás no deberíamos ver A teacher. No lo sé.