miércoles, 15 de junio de 2022

Borgen. Cuarta temporada (Reino, poder y gloria).

¿Somos más de barco de ballena? ¿Somos mas de hielo o de restos de café? ¿Somos más de huir o quedarnos sin motivo aparente? ¿Somos más de petróleo o de carricoche eléctrico? ¿El futuro es femenino? ¿En esas estamos? Escalones que bajar para volver a hacer escaleras. Viva China. Viva Dinarmarca. Vivan los pandas sin delanteros del Betis. Agendas de mierda para gente que no tiene tiempo de vivir. ¿El futuro es el ecologismo? Cuarto poder para terminar joder la marrana, cuartos oscuros de la política para vender mentiras. ¿De verdad había que vender una frase de tita Margarita? ¿Seguro que no es fiable la existencia? ¿Y si los egos feministas chocan? ¿Groenlandia? ¿Unos cubitos cuentan como hielo? ¿Metas medioambientales? ¿Eso existe? Veganos y cerdos en una misma frase. Robos y pintadas, que la adolescencia no se acaba nunca. Y los ruskis, y las jodiendas de la diplomacia, y eso que se hace llamar “mafia rusa”. Claro que sí. Nórdicos todos, chivatos todos. Pero no todos iguales, que no son suecos los daneses. Ni mucho menos. Sospechas, nombres, yanquis, política exterior. Y el gas ruso, siempre en la palestra. Intereses estratégicos y eufemismos de mierda. 25.000 cerdos al día. “Siempre hablamos de la puta política”. Renegar antes de retroceder. La realidad, el coche oficial, los hijos y los daños que nos vienen sin pretenderlo. “¿Has dimitido o solo eres alguien que tiene pinta de haber dimitido?”. Las opciones en política son oportunidad, pero muchas veces son oportunidades perdidas. Hortensias para todos. La cadena de mando y los dientes del plato de la bici que no están bien engrasados. Muchas veces. Groenlandia y la tasa de suicidios más alta del mundo, y el problema del alcohol, y los porros: al final, todo es política. Absolutamente todo. Y gran frase esa de “posponer las necesidades”. Como si fuera tan fácil. Borgen reflexiona sobre los versos libres, sobre aquellos (me niego a poner aquellas, ni versas libres) que buscan su camino, aunque para ello lo pongan todo boca abajo. Viva la soledad, vivan las vidas que no son normales, viva el hecho de acostarse tarde y levantarse temprano, viva todo aquello que se resume con el “defraudamos a quien nos quiere”. Viva la utopía triste de la vida. O, quizás, no. Nada como tratar a una colonia como una colonia, a un subordinado como un subordinado. El trabajo y sus daños filiales. Hágase querer por una doble línea vertical bajo su labio, hágase querer por la envidia y la ebriedad, hágase querer por quien se deje querer. Submarinos rusos para todos. Banderas, aliados, equipos sin once titular. El desconcierto de China. Y las consecuencias, y el dolor de los hijos, y lo que necesitamos y no aprovechamos, y la falta de valentía, y el día a día del conformismo. Borgen vuelve a lo necesario, a hacernos pensar si podemos seguir perdiendo el tiempo o, simplemente, que ya no hay tiempo. Vivan las oportunidades perdidas. Viva el miedo, y lo que perdemos, y lo que no reconocemos. La vida es un discurso que debemos rehacer en cada momento, volver a escribirlo y buscar la esfera de un poder que creemos tener y no tenemos.

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