miércoles, 27 de agosto de 2014

Borgen. Primera temporada

No conozco nada de Dinamarca salvo un par de datos sobre unas verdes que en realidad no son tan verdes. Pero la primera temporada de Borgen mola. El problema de las series políticas son las comparaciones de los últimos tiempos. Yo pongo la medalla de oro (no solo de las políticas, de todas) a El ala oeste de la Casa Blanca; después, las demás. Pondríamos en distintos tipos de altares, postSorkin, por supuesto, a la versión yanqui de House of Cards o a Boss, y por estas tierras del viejo mundo a Secret State o The Politician’s Husband. Pero los daneses, entre las verdes, el vino que se meten entre pecho y lomo y el jodido frío son distintos. Se lo toman todo, y a la tremenda. Borgen narra el ascenso de una mujer a la posición de lideresa, cual Esperanza, a Primera Ministro (y digo ministro, y, si alguna Aido o alguna feminazi se enfada, que se joda). Y lo narra bien. Desde el final de la campaña electoral, casi todo vale. En principio todo parece ajedrez, del bueno, de ese ajedrez estamos hablando. Sí, de ese. Tú blancas, yo negras, yo pierdo, tú me das la mano. Luego cambia. Luego me levanto mientras tu piensas, mastico chicle como Caparrós en un manicomio mientras tú dudas entre enroque o mover el caballo como Kasparov en sus mejores días. Y encima una mujer es la que va a ser la segunda persona más importante de Dinamarca por detrás de la reina. Y el río de cadáveres que deja por el camino, en partidos para conseguir coalición de gobierno y en la oposición, no para de crecer. E, incluso, poco a poco, el problema es el fraccionamiento familiar. La ruptura de la paz familiar, de la rutina con el listillo de su marido y sus hijos, y su padre. Y, colateralmente, aspectos del frío que no debemos olvidar: la tasa del 20% de intentos de suicidios de Groenlandia y jodiendas con vistas a los fiordos. A los putos fiordos. No hay Toby Ziegler al uso, ni Josh Lyman, pero hay compañeros de partido y encargados de prensa, y secretarias torpes, y consejeros políticos y tiene un papel principal la prensa. La prensa, esa a la que aquí se maneja con publicidad institucional, putas a costa del fondo de liquidez autonómica y gambas de la mejor procedencia. No llega al nivel de pesadez de la quinta de The Wire, pero la prensa tiene un papel principal en Borgen.

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