jueves, 20 de junio de 2024

El simpatizante. Primera temporada.

Arrugas, espías, Charles Bronson, la reescritura de la historia, La guerra de Estados Unidos o La Guerra de Vietnam, intérpretes y contribuciones: “No apartes la mirada de la acción”. Nunca. “La mitad de orgulloso es mi máximo”. ¿Cómo medimos esa mitad? ¿Cómo cuantificar las mitades? ¿Sylvia Kristel? ¿Era esa de verdad? ¿Qué hacer? ¿Lenin? Trotsky? ¿Serna no jugaba en Croacia? ¿Krivchevski? Vaya usted a saber. Símbolos, amistad y bombas por doquier. Y la pregunta del millón, a cargo del vietnamita de turno: “¿Por qué estos ricachones presumen de ser en parte negros?” ¿Qué mitad es la buena de una dieciseisava parte? Aviones para todos, porque siempre hay que escapar a tiempo. “Yo no abandono, me retiro por un tiempo”. Muerte a los gallinas, y fuego para que no queden pruebas. Y las elecciones, siempre en torno a los capaces y a los leales, que se jodan los demás, pero “nadie puede sustituir a una madre”. Y antes del intento de escapada, ahora que Los planetas son tendencia, vivan las birras: “Hasta los cojones de los comunistas. Los comunistas podrán cambiar la cerveza por pis comunista, podrán cagarse en la belleza y la clase que tiene esta ciudad, pero no podrán borrarnos los recuerdos”. Y claro, “la patria está sobrevalorada”. Mucho. Hemingway no se podría contener ni ante la primera temporada de El simpatizante. Vivan los descontentos. Nada como un campo de refugiados para volver a la realidad. Norte, Sur, infiltrado, saber te lleva a preguntas que es mejor no hacerlas. Viva el amor a América. ¿Qué hacemos con las contradicciones? “El quid de la cuestión siempre ha sido la contradicción. Mi parte occidental siempre ha visto la contradicción como algo que hay que superar, pero la parte oriental como algo que hay que soportar. De ahí que mi parte oriental nunca tema aceptar la contradicción ante un giro inesperado de los acontecimientos y diga me lo esperaba”. Pum, pum. Vivan los marcos mentales y el feudalismo de los 60’s (¿acaso no seguimos en el feudalismo?). “Confesar secretos es lo más emocionante del mundo”. O no. Vivan los calamares. “El mundo sería un lugar mejor si nos sonrojara la palabra asesinato tanto como la palabra masturbación”. Pero como todo es farsa, toca readaptarse y pasar de general a vendedor de licor, pero sin tristeza, sin amargura, que todo con alcohol pasa mejor: “¿Cómo pueden estar tan felices? ¿Cómo pueden estar tan felices por dejar su tierra, como cobardes, y venir aquí? Alguna vez fueron soldados”. Pero no hay plan alternativo: “Las segundas patrias no existen. Una patria es una patria porque solamente hay una”. Y frases de H.C.M que llevan a enlazar conversaciones sobre lo importante de la biología, del amor a esa patria comunista, pero desde lejos, porque “no hay historia pequeña”. Pum, pum. “El amarillo no es bueno. Como la orina, asiático y con una tienda es como un tiro en el pie”.Pum, pum. “Solo el espía dirá que no hay espía”. Lagunas para todos, pero la cuestión es la siguiente: “¿Puede una pregunta hacer la veces de orden?”. Al final siempre mandan los mismos, siempre nos aterran los mismos, los que desde su poltrona controlan el cotarro: “La criatura más peligrosa de la tierra: un hombre blanco con traje y corbata”. Conforme va avanzando El simpatizante, el delirio es mayor. Cine dentro del cine, horror dentro del horror, parodia que roza lo hilarante sobre Apocalypse Now, El padrino o El último tango en París. Si, podemos intentarlo, pero “la vida es una misión suicida”. Pero ese delirio degenera en vuelta atrás, en escape sobre escape, en un horror indeterminado, en no saber cerrar un círculo. Lástima, las agonías largas, como bien escribía Manuel Alcántara, nunca son buenas.

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