viernes, 29 de enero de 2016
Shetland. Primera temporada
Vaya descubrimiento el del detective Jimmy Perez en la primera temporada de Shetland. Esas islas sin hamburgueserías, sin boutiques, sin nada de nada pero con historia. Con mucha historia. Y si miras hacia una lado y no hay nubes, podrías ver Noruega, o Islandia. Y en esas Jimmy Perez tiene que investigar la muerte de dos buenas samaritanas, una mayor, una jovencita. Y excavaciones arqueológicas, y cuotas de pesca de la UE, y fortunas hechas con dinero nazi. Todo bien hasta que se pone mal. Como la vida misma. Recomendable.
jueves, 28 de enero de 2016
El concejal que da ejemplo
Cada vez son menos. Los concejales que leen historia, que van a museos, que se documentan y escriben. Y este concejal del PP de Madrid, lo hace, y se merece un reconocimiento. Que no se nos caigan los anillos por escuchar y leer al concejal Pedro Corral.
Coda: Que asco da ese cuidado de Carmena. Cuidado, le dice al concejal. Vaya tela
miércoles, 27 de enero de 2016
Las sisas
Hurtar algo o a alguien mediante sisa, cuando se maneja dinero ajeno, especialmente en la compra diaria. La sisa diaria de nuestros políticos, de nuestros mangantes, de aquellos que viven gracias a nuestros madrugones. El robo institucionalizado. Ángel Montiel nos lo resume a la perfección.
martes, 26 de enero de 2016
lunes, 25 de enero de 2016
España: Cloaca Máxima
En la cloaca más repugnante del tenebroso Estado, encontré la reunión de los Preceptistas Asociados para la Salvación de los Justos, que se acreditaban gritando a un recién llegado: "¡Ya te salvaste!, linajudo, hijo de linajudos; y eso porque no permitimos que te pellizcaras la nariz. Aquí hallarás tus iguales, aunque sufrirás la falta de pecheros y medieros". Y como advirtieran el reflexivo escándalo del Infierno, disimulando diciendo: "De nuestras viñas venimos, nada sabemos".
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
domingo, 24 de enero de 2016
sábado, 23 de enero de 2016
¿Y ahora me arrepiento de todo eso que hice mal?
Que tienen razón: preparad el abrigo, que, como en Yankilandia, pero en vuestro interior, llegará la tormenta, el frío y la desolación pop. O la otra desolación, que viene a ser lo mismo pero sin música.
¿La cuestión es...?
Se ha roto la baraja y no tenemos imaginación para jugar sin cartas. Todo es mentira en nuestro mapa picapedrero. O como se diga. Sin palos en el sombrajo. Yo soy tu vice, yo soy tu ministro sin nombre en la camisa. Y no sabemos jugar, no lo llevamos en nuestro ADN o DNA o como se diga. Pero siempre nos quedarán los Artic Monkeys para que Patxi pinche en el Congreso, que es para lo que va a quedar. Un after, aunque nos suban los precios de los gintonics. Y todo lo demás.
jueves, 21 de enero de 2016
The Last Panthers. Primera temporada.
Suena Bowie mientras todo se acaba: se acaba la esperanza, se acaba el amor, se acaba la familia, se acaba la amistad. Ahora se mata entre citas de Tsipras y obras de trenes de alta velocidad sin pasajeros, entre aeropuertos peatonales y presas sin agua. Se roba para salvar. Cada uno tiene su Robin Hood particular, cada uno sus diablos interiores. Hasta Juana Acosta los tiene aquí como los tuvo en Crematorio. Y nunca antes cien millones de euros encima de una cama tuvieron una visión similar. Todo comienza con un robo de diamantes, todo comienza con una clave, con pintura rosa y con fuego en mitad de la calle. A partir de esos momentos salen los diablos interiores: los de los policías corruptos, los de los hermanos irreductibles, los de las familias rotos. Y, en esa búsqueda, Samantha Morton y el señor Hurt recuerdan la guerra de los Balcanes, aquella en la que Solana nos dejó unas frases memorables mientras serbios, croatas y bosnios se mataban como toda la vida. Buenas reflexiones sobre la unión del este europeo y el oeste decadente del mismo continente, sobre el juego del euro sobre el resto de monedas europeas, sobre el infierno lleno de buenas intenciones. No es agradable todo lo que se ve en The Last Panthers, pero hay que verlo. Siempre tenemos el domingo para jugar al golf. Y todo lo demás.
miércoles, 20 de enero de 2016
Los miércoles de reflexión
Está uno dándole a la tecla, preparando exámenes que se quedarán en blanco en su mayoría, y suena el Fistful of Love que escuché la primera vez en Siglo XXI y la segunda en El Zalacaín y a uno le entra sed. Y no solo de champán, aunque también. Entre la sed y el sueño y las preguntas tipo test que casi nadie contesta (manda Trillos), le da a uno por pensar y meter(se) en líos. Y pensar.
martes, 19 de enero de 2016
lunes, 18 de enero de 2016
Love/Hate. Quinta temporada
La purificación total es imposible cuando hablamos de mafia, cuando hablamos de Dublín, cuando hablamos de Love/Hate. No hay redención posible, no hay catarsis posible, no hay rito que nos salve. Estamos condenados a recibir, a recordar las meadas sobre las tumbas, a desenterrar, a sobrevivir días para morir en horas. Hasta la comadreja pierde su risa, pierde su sarcasmo. El ascenso a la cúspide mafiosa lleva implícitos demasiados momentos avinagrados. Se te olvida el sabor de la miel, se te olvida la sonrisa, se te olivda el sueño, se te olvida la vida. ¿Merece la pena? ¿Compensa ese modo de vida? Quizás la respuesta no sea adecuada, quizás la pregunta sea incompleta. Pero el infierno, como siempre, es algo muy personal. Demasiado personal.
Heroicidades cotidianas
Después de estar cogiendo naranjas, uno vuelve a la realidad. Con las manos sucias, con la cabeza sucia, con el alma cansada. Como todos los días, pero no como siempre. Se ha exagerado mucho con ángeles caídos: con Kobe y con Iker. Sobre Kobe aparece hoy publicado el artículo de Paul Shirley, trayendo al hilo la muerte de Bowie. Todos somos parecidos al fin y al Kobe. Y de Casillas hablaremos otro día.
domingo, 17 de enero de 2016
¿Qué han dicho de la épica griega?
El himno de este mes tiene frases épicas, griegas y de las otras.
sábado, 16 de enero de 2016
viernes, 15 de enero de 2016
jueves, 14 de enero de 2016
El retrato de Don Stephen
El gran Daimiel nos retrata a Don Stephen Curry. Antes, durante y después del draft. Hay que analizarlo y verlo con el tiempo. Y me da igual que algunos digan que no dormir no es bueno. Vivan los cambios de biorritmos.
miércoles, 13 de enero de 2016
Los bebés y su utilización (bosquejos sobre la Casta en IV)
- Nuestramo, ¿no parece mejor pecar de minucioso que de ligero y atolondrado? Pues hay delicadezas y delicadezas. Cuando azotamos ciertos fulanos, nos ordenan: "Tratadles mimosamente, que son intelectuales y poetas dedicadísimos. Este quiere significar que les zurremos fuerte. ¿Acaso entendí siempre mal?
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
lunes, 11 de enero de 2016
Love/Hate. Cuarta temporada
La comadreja no puede dormir. ¿Qué tendrá la comadreja? La comadreja no puede estar en el mismo sitio dos días seguidos. ¿Qué tendrá la comadreja? La cuarta temporada de Love/Hate, lisérgica y vengativa, atroz y wireística, avanzadilla de lo que nos queda. Los fantasmas del pasado, sin Scrooge a la vista, vuelven en el día a día a Nidge. Una vez, y otra, y otra más. Los muertos porque están en el cementerio y los vivos porque sangran; los hijos por lo que suponen y lo que podrían suponer; las putas y las yonkis, a lo suyo. El adelgazamiento de la base de secuaces y su renovación no convencen a la comadreja, que no se fía de nadie y repite sus gestos y actitudes. Todo es repetición. La persecución, escuchas incluidas, no le permiten dormir. Nada. No es lo mismo sin el séquito de antes. Los secuaces de serie b son patéticos, son maleables, son prescindibles (como antes lo fueron los de serie A). Y en mitad del trance lisérgico, siempre hay que echar una meadita a los cartones de leche de la GARDA, siempre tienen que sonar himnos. El Anticristo es cada uno y sus arañazos en el pecho. Y todo lo demás.
Y Lillard sacó su fusil
Hay que verlo y poco más. Olvidar que se fueron sus cuatro compañeros de quinteto titular del año pasado. Pero Lillard sigue siendo el rey en Portlandia. Y para muestra, el final de ayer ante OKC.
La muerte, las fotografías y los lunes de enero
Llevo días quiero poner énfasis en aspectos absolutamente fútiles que nos quitan mucho tiempo pero que seguimos repitiéndolos, con o sin motivo. Y no sé, pero lleva buena parte del personal hablando toda la puta mañana sobre la muerte de Bowie, repitiendo tópicos y jodiendas con vistas al camaleón, como si fueran amigos de toda la vida, cuándo Bowie había enterrado a la mayoría de sus amigos. A lo que iba. El lunes pasado, Paul Shirley, resumiendo año y 2015 con su lucidez taciturna (yo también quiero tu camiseta, Paul), reflexionaba (el bien, no como otros) sobre las imágenes de la cuenta de Instagram que había dejado Jackson Vroman. A lo mejor los que no sois fanáticos del baloncesto, y podéis dormir tranquilos sin perderos un partido entre Clippers y Pelicans como el de anoche no lo sabéis, pero Jackson era un picaflor, un tipo que disfrutaba de la vida y que nos ha dejado una buena colección de imágenes. Pero lo importante, un lunes como otro cualquiera, es la vida que llevamos. O la que deberíamos llevar. Pensamos que somos eternos, como Bowie. La pérdida de la privacidad y todo eso que nos cuentan los gurús de la informática. Pero también nos gusta la impostura, nos gusta emocionarnos y, a veces, ponerlo en imágenes para que lo vean desde la otra punta del mundo. O para dar envidia. Y todo lo demás.
Apariencias (apuntes sobre la Casta IV)
Eremita, hacemos esto por no escandalizar a nuestros camaradas y evitar sospechas. Tú sabes que se trata de mera formalidad.
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
domingo, 10 de enero de 2016
Nos sigue robando Espña
Y nos sigue robando, y robando, y robando. No hay que pedir solo la independencia de Cataluña. Hoy más que nunca, queremos un Patiño independiente. Y todo lo demás.
sábado, 9 de enero de 2016
Sobre el influjo de la Gobernación (apuntes sobre la Casta III)
La existencia académica y condecorada, inmersa en el Poder y circundada de pobretes, es la única tolerable para un señor; mi sensibilidad no soporta la miseria.
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
viernes, 8 de enero de 2016
jueves, 7 de enero de 2016
La derrota de siempre
Llego al artículo de Leila Guerrero a través de un tuit de Lara Hermoso. La cuestión de fondo del asunto es la de todos los días, la de todas las semanas, la de todos los años, la de casi todas las vidas: la derrota. Nuestra derrota personal, la de cada día, la cada semana, la de cada año, la de cada una de casi todas las vidas. ¿Para qué luchar si sabemos que la derrota nos acecha? Quizás sea una opinión simplemente personal, un reflejo de la falta de librería o de abstemia semanal, pero en primera persona del singular estoy totalmente de acuerdo. Derrota: un dos en la quiniela. Puedes poner un uno en la quiniela cuando pierdes en casa, o un dos en la misma cuando pierdes en las antípodas o en la puerta de al lado, pero la equis no vale. Nada de empates. Solo he leído, gracias a Francisco Nixon, un libro de David Foster Wallace, allá por su crucero de lujo en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. Y sí, lo resumía bien. El dinero no da la estabilidad, ni la lucidez ni nada de lo imprescindible. Da para pagar propinas obligatorias en los cruceros de lujo. Luego te bajas del crucero y es lo de siempre. La derrota de siempre.
Coda: por lo menos la canción del día nos apacigua el paladar y su cielo de truenos y relámpagos. Y todo lo demás.
Coda: Lo siento, rey David, pero sigo teniendo pendiente La broma infinita.
Ficción preelectoral (otra vez)
Se llamaba Ficción a la suma de estimaciones cuya legitimación estaba más allá de los principios racionales , y que, por tanto, no podían someterse a crítica juiciosa. La superioridad de los mandarines resultaba una Ficción, y, también, como ejemplo, la convención de que lo eran desde el vientre materno.
Miguel Espinosa, Escuela de Mandarines
Miguel Espinosa, Escuela de Mandarines
A ningún sitio
Y está sobrevalorado, y estáis sin beber cerveza durante un año para pagar el viajecito de rigor para poner fotos en las redes sociales aunque realmente añoráis las cervezas diarias. Chistes ambulantes.
miércoles, 6 de enero de 2016
Love/Hate. Tercera temporada
Si algo nos enseña la tercera temporada de Love/Hate es que no puedes fiarte de los bichos ni de las garrapatas que están en torno a esos bichos, es decir, de aquellas variedades de mamíferos, que en plan carnicero van a por ti, van a por los débiles, por los cojones de los débiles, por los huevos de los débiles, por las ratas en general. Resumiendo, no te puedes fiar de la comadreja. Ya lo etiquetó en un época preFacebook el gran John Boy: comadreja. Y el gran Nidge es el ejemplo perfecto de comadrejo, de bicho malo, de canijo obsesionado con su escasez de pelo que saca la pistola (en primera persona o delegando). Decide cambiar de círculo (lo digo como lo siento, Pablo), y acabar con mano derecha y mano izquierda, se olvida de la infancia y de la adolescencia, juega con putas locas y rayas locas. Aunque tiene grandes momentos, el mejor de los seis episodios es el primero, con la irrupción en la trama del IRA y sus Iramen, ejemplo perfecto de decir una cosa y hacer otra, rajando del Sinn Féin y de todo en general, de putas y rayas cuando son puteros y drogotas. Como todos. Hasta la Mona Lisa envejece y hasta los amigos desaparecen. Hijos rompiendo los cuellos de los animales paternos, con lágrimas en los ojos, cuello tras cuello, pichón muerto tras pichón muerto. Guerra insular, pero guerra al fin y al cabo, entre gritos de Robert Plant para empezar y chisperas al son de los Chemical Brothers. Viva Love/Hate. Y todo lo demás.
martes, 5 de enero de 2016
Love/Hate. Segunda temporada
Con la droga en las retinas, empezamos la segunda temporada de Love/Hate con una Última cena repleta de seres peculiares: del hermano del emperador (y su espíritu presente) a una serie de personajes en las que encontrar a Tupac o JFK. De todo un poco. Y si decíamos ayer, nunca mejor dicho, que recordaríamos a Aidan Gillen por ser Carcetti de The Wire(aunque los jóvenes solo lo reconocen por los atributos de Petyr Baelish de Juego de Tronos), estábamos equivocados (ayer, hoy, siempre): sustituimos en ese altar a Tommy Carcetti por John Boy, personaje entre los personajes, loco malvado enjaulado dentro de su casa frente al con vistas al estadio de Dublín rodeado de yonkis, enfermos, secuaces de colmillo largo y pelirroja con sed de heroína y capaz de hacer algo. Y cuando el emperador sufre esta ansiedad, esta locura, esta paranoia, al final se la contagia a los secuaces de colmillo largo pero también a los de incisivos frontales separados con o sin colmillo, y la locura es colectiva, y los daños colaterales llegan a todos los que están en Dublín, y en toda Irlanda, y hace daño a los que tiene que hacer daño y a los que no tiene que hacer daño. La atmósfera de la segunda temporada de Love/Hate es la de los perdedores e incluso los que tienen la oportunidad de crecer diciendo paridas como Nidge (Tom Vaughan-Lawlor) viven una tortura continua, y, si hace falta, gonorrea. Todo es desolación en la gangland dublinesa, todo escoria matacisnes, todo oscuridad y fantasmas, todo postureo y peleas de perras, todo pintas y más pintas, y vodka con lo que bebe Llull en los tiempos muertos, y policías corruptos, y abogados corruptos. Y el desamor, presente en cada uno de los tiros, en cada uno de los viajes en coche y en avión, y en cada uno de los saltos hasta el vacío dublinés. Y todo lo demás.
Coda: Y John Boy en los altares. Hasta el final con él. Siempre.
El calendario
Decía el periódico de referencia del antiguo reino valcarcil, extinto sultanato de Sean Connery (¿que ha sido de nuestro Sean regional? y no me refiero al de Second) y ahora chiste ambulante PAS que "la Comunidad activa un programa para recuperar a decenas de investigadores. La pregunta que hay que hacer al presidente PAS, a sus secuaces y aplaude cualquier cosa, la pregunta que hay que hacer es la siguiente: ¿Por qué se perdieron a esos investigadores? ¿Cuál fue el motivo? ¿Para el descalzaperros de Corvera? ¿El Batel? ¿Las autopistas de pago que nadie quiere transitar? ¿Cuáles fueron los motivos? ¿Cuáles las causas? Vaya puta mierda de comunidad, habría que decirle a todos estos abrazavotantes. Y todo lo demás.
lunes, 4 de enero de 2016
La estación (otra vez)
Se acaban las fiestas y vuelve la rutina de coger autobuses a las seis y media de la mañana, trenes a las nueve y diez de la noche y subir en coches ajenos a las once de la noche. Pero con ciertas canciones, las estaciones son otra cosa. Joya del día.
Comprar el tiempo
No es nada fácil lo de comprar el tiempo y, menos, por segundos. Casi nada. La soberbia de la juventud hecha canción. Pero viva la soberbia y viva la juventud ya olvidada.
Love/Hate. Primera temporada
Llegué a Love/Hate a través de nuestro amigo Carcetti de The Wire (viva el señor Aidan Gillen) y a través de Nathan de Misfits (viva el señor Robert Sheehan). La primera temporada de Love/Hate no deja indiferente. El Dublín más canalla, el de las mafias locales, el de la venganza, las ropas caras en casas baratas y las ropas baratas en casas caras. El Dublín religioso y de boda de postín. El Dublín de las fiestas y de las referencias a Puerto Banús y Estepona. Y el señor Gillen campando a sus anchas, con un hermanastro imbécil y con un séquito de peculiares secuaces en torno a las drogas, las putas locales y de Praga, las pistolas y la venganza como moneda de cambio. El problema del señor Sheehan es que el papel de Nathan fue tan grande que nunca lo podremos quitar de nuestras retinas, y seguirá ahí, haciendo preguntas con su mono naranja. Love/Hate tiene la virtud de contar un dramón pero con lo cotidiano de los quehaceres, con los sms para pedir medicamentos y las amenazas a los mediums de mierda, con los entierros en casa y las flores en el cementerio, con las preocupaciones de llenar el frigorífico y de llenar las fosas nasales. Y todo lo demás.
Coda: Siempre nos quedará Nathan.
Ocurra lo que ocurra
Ocurra lo que ocurra, has de saber que yo no te elegí ni pretendí estas cosas. No quise despertar tu inocencia; no quise que dejaras la Naturaleza ni abandonaras a tus padres y a tu gacela; no quise que pisaras las heredades palparas enemigos ni experimentaras el Poder de la Casta.
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
Miguel Espinosa, Escuela de mandarines
domingo, 3 de enero de 2016
Mafiosa. Segunda temporada
Volvemos a Mafiosa un año y cuatro meses después. Un mundo y varios viajes, pasamos de Bastia a Marsella, con todo lo que lleva consigo. Si la primera era una donación de sangre masiva, en esta segunda la espiral sanguinaria parece no tener fin y alcanza a todos. Sin diferencia. Lluvia de balas, de rencor, de odio. Muerte a la enésima potencia. Nunca una cabecera fue tan acertada. Todo se acaba hasta en las familias mafiosas. Esa espiral cubre de leucocitos el ambiente. Glóbulos rojos que no cesan de salir y los más fieles aliados se convierten en los principales detractores. El concepto de familia, en general y en particular, se pone en entredicho. Gran balance para esta continuación. Y todo lo demás.
sábado, 2 de enero de 2016
Doctor Foster. Primera temporada
Hay asuntos, cosas, matrimonios, que no deben durar. Pero duran. Con y sin motivo. Jodiendas que se alargan más de lo esperado. Doctor Foster habla del tema en plan dramón, pero dramón bien hecho y con una Suranne Jones que se come a todos los que la rodean. A todos. Vaya actriz, aunque aquí la hagan parecer mayor. No todo puede ser alegría en la vida: la mayoría de veces es hiel, es vinagre en la boca, es algo gris que nos amarga la existencia. Y de estirar el chicle, al final, nos quedamos sin él. Dramón de los buenos. Y todo lo demás.
viernes, 1 de enero de 2016
Que vengan tormentas y deshielos
El deshielo, dependerá de la hora, del vaso, de la copa y del gobierno turno de turno.
Palomas, rusos y carretillas para pienso
Ahora que estoy empezando a visionar Okkupert, empiezo a comparar palomas y ruskis con ganas de liarla. Siempre hay. Otro día hablaremos de gaviotas y de los que leen en el Vaticano el día de año nuevo. Son todos unos personajes peculiares. Quizás, demasiado peculiares. Ayer, volviendo a ver el primer capítulo de Mad Men casi seis años después, caí en la decepción de la percepción de los pequeños detalles: ¿por qué utilizamos una marca concreta? ¿por qué utilizamos eslóganes sin gancho? ¿por qué tenemos por metro cuadrado tanto político bastardo? Vivan los Happy Mondays. Y las carretillas para pienso. Y todo lo demás.