jueves, 30 de noviembre de 2017
miércoles, 29 de noviembre de 2017
Ya falta menos (para la Navidad)
Ahora que Eric nos recuerda en sus memorias de golpe las Navidades Radiactivas, hagamos jactancia de ellas, de lo que se queda por el camino del espíritu originario y de la mierda consumista en que se han convertido. Y todo lo demás, también.
Conquistadores Adventvm. Primera temporada.
Resulta chocante ver a Aitana Sánchez-Gijón haciendo de Isabel La Católica. ¿Un cerdo y un hombre huelen igual si los quemas? Parece ser que sí. Buen intento el de la primera temporada de Conquistadores Adventum. Pero el Infierno sigue estando lleno de buenas intenciones. Colones y sus secuaces, Ojeda y sus secuaces, hombres y fuertes, y mapas en las paredes, y barbas, y animales, y animales con armaduras, y manos que se van con los indios y con las indias, y los 39 del Fuerte Natividad, ansias de riqueza, actos para no cristianos. Oro, vómitos y cosas que no saber. Arcabuces y mierda en la selva. Mucha mierda, mucho barro, mucha humedad, mucho bicho, mucha mata, mucha pólvora. Y morir a miles de kilómetros de casa, con la sonrisa en la boca. Y reyes de indios, o de monos, o ahogados en mitad de ningún sitio, con barbas, insectos y mierdas varias. Que no falte la mierda. Nunca. Y muertes en calamares, y muertes como la de Juan de La Cosa, y Ojeda y Pizarro y el Fuerte de San Sebastián. Y Balboa y las peleas de perros y matar uno a uno. Gobernadores de mierda en tierra de ratones. Agua sucia y vírgenes con nombre de perras, y perras con nombres de reinas y canciones y procesiones. El Pequeño Capitán Ojeda, con sus enormes cojones. Encomiendas para todos. Tarambanas todos, y los cerdos de Vasco Nuñez de Balboa muertos antes de ser quemados. Juan Ponce de León, y las compras, y los cerdos muertos que cambian de manos. Pocilgas humanas y despojos humanos y huevos que no sabemos si fueron humanos, o extraordinariamente sobrehumanos. Y Bernardino el de Talavera hecho un pirata. Y la nao La Caprichosa, y Martín Fernández de Enciso. ¿No aparece en los mapas lo que no existe? ¿Hay barcos cualquiera? Y los vómitos de Hernán Cortes. ¿Nueva Andalucía? Y anacondas inimaginables pizarradas. ¿De verdad que se enfurece la Virgen de Los Remedios? Superstición y mierda a la plancha. Y el Cabo de la Vela, y la cuerda que no se acaba nunca y una pandilla de vagos de mierda hechos escombros. ¿Eres tonto o pirata? Cuba para todos, que hubo barbudos antes de los barbudos, que hubo azúcar, antes del azúcar. Una siete pasos, y el recuerdo de una codorniz en un plato. Y cañones de salvación, y pizarrísticas expediciones, y ermitas y más vírgenes e infelices que no terminan de morir. Pero deben morir. ¿Qué estuvo bien en la conquista? ¿Qué estuvo mal en la conquista? Y más vueltas en el Fuerte de San Sebastián, con aquellos perros que no querían volver a España, y aquellos canes que seguían a aquellos perros que mezclaban triunfos y miserias. Y el oeste los llamaba allá por 1511 mientras que Ojeda dormitaba en Cuba. Y los taínos cogiendo castañas y con la Virgen de Los Remedios en procesión . Y todo lo demás hecho (des)ventura mística. Y Panfilo de Narváez tratando con dureza al de Talavera. Y La Caprichosa en busca de Gloria. Y Santo Domingo, lugar para una cuerda para un talaverano con jota incluída. Buen final para ese pirata inicial del Caribe. Y 1512, y la selva de Darién, por panameños lugares, y más gloria en el horizonte. Y Ponquiaco y vino de Jerez para todos. Y Leoncico como guía y espejo en una selva, imitando los españoles cada uno de los gestos indígenas. Y enterrar(se) en arena evitando los mosquitos. Jugar la vida, ganar, perder acaso. O amigos o muertos, el principio de Vasco Nuñez de Balboa, detrás de indios para adorarlos, matarlos o que se los comieran los perros. Y el Pacífico en 1523, por el 25 de septiembre, también llamado Mar del Sur, 20 años olvidado por los españoles. Y la malaria llevándose a Américo Vespucio mientras Ponce de León llegaba a Florida, "la más floreada de las penínsulas". Coronas que ganan gracias a mierdas con cojones, pese a la escoria noble de castillos y blasones y esclavos en la despensa. Y bautizar a las indias antes de empujar, que quede todo bien ante los ojos de Dios. Y María Caridad de los Remedios, nuevo baustismo balboiano, y el momento cortesano y pizarrístico. ¿Coomo lloran los cangrejos? Buena pregunta para que la responda la india de turno. ¿El mar brotó de una calabaza gigante? ¿Eso también lo responde el mar? ¿Cómo no iba a parar la mirada alcohólica de Vasco en Anayansi? ¿Botines? ¿Santiago de Cuba bajo las cenizas de la ermita edificada por Alonso de Ojeda? Bendito franciscano, bendito Ojeda. Y el pesado de Bartolomé de las Casas, ese plasta al que nadie quiere cerca. Nunca. Furor Domine o Pedro Arias de Ávila, ese cabronazo, ese hijoputa que todos queremos de nuestro lado cuando el asunto se pone bien jodido. Pedrarias al poder. Y Pizarro con su barba, y Hernando de Soto, y otra copa para Vasco, que no falte. Y Veragua en el horizonte, y traiciones e incumplimientos e imposibles que no se podían cumplir. Traiciones, traiciones, traiciones. Veragua. Veragua. Veragua. 1514, año de intrigas y mierdas varias en Veragua. Y la selva del Darién, y el Virú, y el Perú, que en algún sitio debería estar. Vivan los polizones borrachos. O bancarrota total, o calzones de oro. Sin término medio. Ninguno. Y la Viagra natural, alias cantárida, que mató a Fernando el Católico, por empujar y empujar. Y por noviembre de 1518, jaleo. Y la puta lealtad, que solo mete en líos. En muchos líos. Y, como en Gomorra, no puedes fiarte de la familia. Nunca. Ni de tus supuestos amigos o conocidos. Y en Acla, la muerte de Balboa en 1519. Reir antes que suplicar. Y la leyenda de Leoncillo, y su collar, y todo lo demás. Y las peticiones de Magallanes en Portugal, y su medio cruzado mensual que no llegaba en 1517, y Túnez, y penurias varias. Y el desprecio del rey portugués, y la oportunidad, y el opio y su vasija, y otra vez Túnez. ¿La pimienta de Malabar? ¿Solo un sueño de mil se hace realidad? Viva la reputación, vivan los hechos, vivan las actuaciones. Y el gigante Patagón, de tachenkiano pie. Y un viento asqueroso en Bahía de San Juan, en La Patagonia, allá por marzo de 1520. Malditas calaveras, malditos aires, maldito todo. Y los bichos cruzados, los que escupen incluidos. Y más saltos, antes y atrás, y más atrás, que un año da por mucho en la modernidad. ¿237 vascos, negros y vascos junto a Magallanes? Vaya tela. Pero viva la heroicidad. Vivan los cojones de todos. 13 de enero, río de enero; después, río platense; y seguir, y seguir, y seguir. Y nada como un poco de calcio, para arreglar el asunto. Y diez españoles y uno de Burgos, y darle al calcio, al rugby, al salto y al codo. Siempre es bueno desfogar(se), aunque sea en una playa olvidada de la mano de Dios en la Patagonia y con Juan Sebastián Elcano quejándose continuamente, que el solo iba para contramaestra para la nao Trinidad y no para dar bandazos. A falta agujeros femeninos, dar(se) de palos, con Juan de Cartagena, y Gaspar de Quesada a distancia y de allienatore, Luis de Mendoza y Sánchez de la Reina, y toda aquella chusma con ganas de jarana, y Gómez de Espinosa y sus secuaces y toda aquella jauría en busca de no se sabía qué. ¿Tierra del fin del mundo? ¿Cementerio al que nadie iría? ¿Mierda congelada sobre escoria con más frío que bautismo en Islandia? Y el Obispo Fonseca, también lejos, suspirando. Y Antonio Pigafetta, que lo mismo escribía que bailaba que se ponía ropa verde. Y los bateles sorprendiendo al patagón, y muerte sin flores. Y el Yucatán, y Aguilar y Cortés, y los mexicas con sus cojones luchadores. Y marzo de 1521 y las Filipinas después de años y millas, y pestes en los tres barcos que quedaban y que no desertaron. Y mientras, en Chactemal, Cortés a lo suyo. Y la isla del Mactán, cuando 1521 no quería romper y cuajar como Dios lo requería. Y Pánfilo de Narváez, y los desertores, y un Caribe que no daba tregua. Y vuelta atrás, otra vez, dos años después, en las islas de las especias, y había que volver, y conchas que decidieron si volvías con Espinosa por el este o con Elcano por el oeste. Y 1522, y el Timor indonesio con clavo en la bodega, y Cabo Verde en el verano de 1522, y la huída hacia adelante, y jugar porque no quedaba otra. 6 de septiembre de 1522. Volver a SLDB, volver a los orígenes, volver. Mucho barco para tan poco marinero. Y llegar en octubre con el emperador, llegar a Valladolid, a escuchar algo que nadie entiende. Y aquel Clemente que era pontífice en 1523 leyó aquel libro del lombardo o de cualquier estado italiano. Calaveras para todos antes de la última ronda que estará por llegar. ¿Siempre nos faltan horas? ¿Siempre nos faltan días? ¿Siempre? Y no era Miguel, era otro Espinosa el que iba a cerrar el círculo. Menudo círculo el de aquellos conquistadores. Manzanilla para todos. Y el alguacil Cabeza de Vaca y el final delos días. Y todo lo demás, también.
martes, 28 de noviembre de 2017
Vuelve la lluvia, vuelven los himnos
Hay himnos que, como las migas, con lluvia entran mejor. Mucho mejor, para el recreo de unos tímpanos de aula vacía en sueños.
Vergüenza. Primera temporada.
No tenía pensado ver la primera temporada de Vergüenza. Ni de coña, me dije. Pensando en el poco tiempo a emplear que tenemos en nuestros reloj, mecánicos segundos que vuelan y se convierten en años, me dije que no. Que no había tiempo. Pero en esas que, entre clases que nadie escucha, entre gritos de pasillo y bolas de papel de aluminio que no sé si es Albal o Reynolds, leí la crítica de Rosa Belmonte. Con Belmonte me pasa lo que con don Manuel Alcántara, que cada día me gusta más como escribe, como lo último sobre Ramón de Carranza. Pero vayamos a lo vergonzoso. A lo esperpéntico, porque la primera temporada de Vergüenza es esperpéntica. Hay veces que la carcajada es recurrente, hay veces que hay que mirar para otro lado, hay veces que no sabes dónde mirar. El techo, el hueco de la ventana, las fotografías. No hay música de Henry Mancini, sino de unos gitanos callejero en una cochambrosa exposición de fotografía; no hay bodas lujosas, solo de chiste; no hay nada fuera de lo común, pero hay que verla. Nos gusta lo vergonzoso de los demás, el escarnio (si es público, mucho mejor). En esa exaltación de lo grotesco, Vergüenza se sale. Ahora que (casi) todos utilizan el "freak" de la película de toda la vida, no viene mal reflejarnos en este tipo estrafalario, en esta familia estrafalaria, en este amigo estrafalario. ¿Qué pensaría el club de los barbudos (Unamuno incluido) de la primera temporada de Vergüenza? Pensar, no lo sé. Lo que está claro es que muchas veces, infinitas, no queremos ver ese mismo reflejo, el nuestro: el de un chiste ambulante. Y todo lo demás, también.
Coda: Pero después de todo, siempre podemos escuchar a Mancini y olvidar, por unos minutos, ese reflejo.
lunes, 27 de noviembre de 2017
Sobre himnos y otras cuitas
Como cada lunes, aunque algunos hoy olvidan ir a clase, toda hablar de himnos, cuitas sin Werther, banderas, capitales y música para empezar a sumar líneas casi uno. Casi uno.
sábado, 25 de noviembre de 2017
Wolf Hall. Primera temporada.
Allá, por tiempos peñafielísticos, escuchamos hablar y tuvimos que escribir en un examen cuatrimestral sobre Oliver Cromwell, sus aventuras, sus cuitas, sus llantos, sus dramones, sus ascensos y su llegadas a los infiernos. Casi todo en plural. Casi todo. Ahora, aprovechando el jueves de Acción de Gracias, vamos a parar a otro Cromwell y he visto Wolf Hall. Luchas, inventarios, envenenamientos femeninos, primeras barbas masculinas, huidas hacia adelante porque no queda otra. Porque a Cromwell no le quedaba otra. También aparecen los bolenísticos enjuagues bucales, con y sin grandes pechos que llevar(se) a la boca un rey. Y no un rey cualquiera, sino Enrique VIII, que aparece escuchando a Catalina, la tía del emperador, contando historias sobre la primera noche, la penúltima y cualquier noche de aquel infierno en que se vio inmersa la Cristiandad poco después de convertirse en Cristiandades. Nada como un divorcio para joder (un poco más) a la iglesia de nuestro señor. Con un tono que da gusto verlo. Con silencio, sin estridencias. Poniendo, entre voces bajas y susurros, entre animales de palacio y escudos que volver a pintar, los puntos sobre las que no son griegas. Siempre el griego desde el principio, y Tomas Moro, y los embajadores italianos, y soltar frases en francés. O en lo que haga falta. Y deriva el asunto hacia infames juicios, en palabras y cargas, en la cabeza de Ana y en el futuro de Juana, en la penitencia por un futuro que no existió hasta que fue presente. ¿O era la revés? Grande Wolf Hall.
viernes, 24 de noviembre de 2017
Ramoneizando los viernes
Tal y como está el patio, y mucho imbécil haciendo el tonto, lo único que nos queda es ramoneizar el viernes y hacerlo menos negro de los tontos lo han convertido. Un poquito menos, por favor.
Himno (con letra)
Como siempre nos quejamos de la ausencia (en general, en particular, en el himno, en los cementerios, en los hospitales, en las cárceles), hoy toca himno con letra. Ayer, hablando con los alumnos de la Revolución Industrial y el individualismo, les dije que en 20 años quizás (o tal vez no), ni se recordarían. Que no eran amigos, eran gente con la que pasaban ratos. Y le hable de la CHC, y de Las razones de mis amigos y de Belén Gopegui y de marxismo y de anarquismo y de todo un poco. Y quizás, en 20 minutos (o tal vez no), ni recordarían quién es Belén Gopegui ni el marxismo ni el anarquismo. O puede que sí.
miércoles, 22 de noviembre de 2017
Lilyhammer. Tercera temporada.
De Brasil a Noruega pasando por Liberad a Willy y bocatas de panceta. El Flamingo en llamas, el Islam convertido en humor, la hipnosis como salida, los cumpleaños olvidados, las cárceles de ningún sitio, ADN en restos de amigas comunes. Todo eso y mucho más es la tercera temporada de Lilyhammer. Reaperturas por todo lo alto, cócteles molotov, locuras y pulsos. Trenes y cajas de herramientas. Siempre hay que tener una cabeza de un Bautista en el cuadro de la oficina y seguir la Biblia al pie de la letra. Ojo por ojo, citas bíblica, camiones que resucitan y bombas que llegan vía bicicleta. Fotos en crucigramas, relojes que hacen recordar, ropa saltarina y carreras camino de Oslo. Viva Noruega y la igualdad. Viva la sangre fría. Y los mayores mafiosos murieron por enfermedades relacionadas con su estilo alimenticio, por el vicio y los azúcares, por el trigo y la mala vida. Francotiradores, carreteras secundarias, malas bestias y todo lo demás. Grandes reservas, Flamingo Riserva. Los noruegos no sabían disfrutar de la vida. Tuvo que llegar un sopranístico personaje para realzar el asunto. En la época de Twitter, cualquier palabra es clave. ¿Por qué todo el mundo en Noruega va de liberal? Hay opiniones que hay que cambiar. Sí o sí. Y Servicios Sociales puede cambiar de opinión, y un tipo no tomado en serio muchas locuras. Y de Brasil no solo vienen bellezas, sino problemas, enfrentamientos entre hermanos y fantasmas. Y a los fantasmas hay que matarlos. Y los viejos amigos traen bichos colaterales, y si no se marchan a Siberia, hay que darles pasaporte. Bien lejos. Y la puerta del cielo, de ida y vuelta, con un San Pedro muy personal que incluso atiende a musulmanes convertidos. Una lástima acabar con la historia de nuestro particular mafiosillo entre esquíes, pero la vida es así, incluso, otra vez, terminando con guiños como en temporadas anteriores. Y al final se sacan conclusiones del tipo del que al un cojo se acerca, si al año no cojea, renquea; que hay que romper toda relación antes o después; que demasiada leche es mala; que en un barca, todo es posible; que siempre hay sueños y puntos suspensivos y todo lo demás.
Vuelta a las andadas
Siempre, antes o después, volvemos a las andadas, volvemos a ese "reflejo de otro yo". ¿Reminiscencias?
martes, 21 de noviembre de 2017
lunes, 20 de noviembre de 2017
domingo, 19 de noviembre de 2017
Little Boy Blue. Primera temporada
La lucha entre pandillas, la lucha por un maldito código postal en Liverpool tuvo un daño colateral: la muerte de un niño, de un pequeño hincha del Everton que dejó su vida tras una bala que le pasó por la traquea. Esa primera temporada de Little Boy Blue en la que no sabes si llorar o mirar para otro lado, si buscar en esa camiseta azul algo de ilusión o buscar un billete a las Antípodas. Encima, cayendo tal cantidad de mierda (historia real), se te caen los palos del sombrajo. Los malos, al final, por hacer su trabajo, son los buenos: los policías, los vecinos que quieren decir la verdad o los que quieren seguir adelante. Imposible mirar para otro lado. O tal vez, sí. Nunca se sabe. El niño, que jugaba ese día que también jugaba Inglaterra, se vio inmerso en el fuego sin sentido, en la mierda que no lleva a ningún sitio. A ninguno. El era feliz en su santuario: sus banderas del Everton, sus posters del Everton con Arteta y David Moyes, sus papel en las paredas con el escudo del equipo que fue antes del Liverpool en Liverpool (otro día, si vamos menos cansados, recordaremos la opinión de Paul Preston sobre el Everton, el Liverpool y todo lo demás). El dramón no puede acabar bien porque es un dramón, pero da gusto saber que hay personas (aunque no se les reconozca) que luchan porque se vea la verdad, porque la verdad salga a la luz entre las nieblas de Liverpool. O de dónde sea.
sábado, 18 de noviembre de 2017
Entre la música y la locura
Únicamente llevo 30 páginas, pero intentaré, antes de Navidad, escribir un rato (si saco tiempo) de Eric y sus 4 millones. O tal vez, no.
viernes, 17 de noviembre de 2017
N.Y. Spain.
En tiempo de banderas, banderas para todos. En tiempo de hacer ricos a los chinos, hay que innovar, hay que dar un paso más, hay que colgar la mata y reinsertar macetas en nuestras vidas.
Otra (otra)
Noche sin dormir antes de miravetear. Tocaba Celtics Vs Warriors en Boston. Menudo despiporre.
Y el soldado se quitó su máscara!!!
jueves, 16 de noviembre de 2017
miércoles, 15 de noviembre de 2017
martes, 14 de noviembre de 2017
Los años borrachos
En esas que un profesor de guardia, viernes a última hora de la mañana, va recogiendo alumnos clase por clase, de los que van contracorriente, de los que no han ido a las excursiones de turno y los lleva a la biblioteca del IES de turno. Y entre el alborto, ese lugar, maravilloso. Y entre tantas joyas, ese día, curiosamente, Los años borrachos, edición a cargo de Javier Orrico con colaboración de Jesús López Garcia, sobre la figura de José María Corbalán (1956-1979). Empieza la recolección de textos, desde 1973, con Existencia de poeta, en el que el de Caravaca de la Cruz, acaba subrayando: "de pedazos de embriguez, de embriagada escarcha, de escarchadas nubes". En ese mismo poema, escribe: "existencia de loco visionario de errores que no son". En Poema para no ver a los presentadores de Telediario, la letanía sería asemejable a Urdacis y similares a ce, ce, o, o, y lo que se ponga por delante: "Recémosle al imbécil/orémosle al idiota, pidámosle al de arriba/ favores./ Seamos/ de derechas./ Sacrifiquemos/ nuestra vida la gobierno./ Hagamos/ otro plan de desarroll./ Fabriquemos/ verdad/ donde no hay...". Finaliza este PPNVALPDT con palabras que se quedan en las 625 de entonces, ayer plasma, hoy pantalla plana con la que esconder nuestras miserias y rutinarias existencias: "Caprichos de la historia. Fruto de la mugre./ Trastos inútiles/ que a pesar de todo...". Escribe al principio Orrico sobre la Caravaca del colegio y el instituto, de padres espirituales, del modo en que llegaban las influencias entonces a cualquier lugar del noroeste de una provincia de la España de los 70 y de la Universidad, y de las preocupaciones más estéticas, visuales, sonoras, de Corbalán, más que las políticas. En Canto al Irónico Robo del Tren de Caravaca, habla de una de esas injusticias incomprensibles como fue quitar esa línea férrea, esa línea que llegaba a la actual Plaza Circular de la capital del reino valcarcil, incidiendo en esas "Ventajas del plan de desarrollo", quitándole a la ciudad santa, "su vergüenza/ su alegría/ su pensamiento/ y... su vida". Jugando a Historia Ficción, no sé que pensaría esta Generación del 75 del asunto del soterramiento y las uvas y los Bernabés de turno. Ahora es tarde, aunque como bien indica Orrico, Corbalán, con 16 años la voz de Corbalán "convirtiéndose casi en la única protesta de que pudo tenerse noticia en aquellos días aciagos". De 1974 es Como todos vosotros en la que subraya con su voz tan personal, "y me retuerzo inútilmente en mi propia inocencia sin frontera,/ porque soy, como todos vosotros/ apariencia de sinceridad fingida, realidad de inexplicar enmascarado". Y en ese ombliguismo incomprendido, violín de fondo quizás, escribió Corbalán: "Lucho por el orgasmo solo de mi propia alma". Y, finalmente, remata como un George Best más allá de Cehegín: "Lucho por el orgasmo común de nuestras propias almas". Sin cebollas de cristal, JMC escribió otro poema titulado Sólo han quedado violetas de metal para tí en el que habla de gritos inútiles ante muertes que no sabemos acertar. Incidía en más de una composición Corbalán en beber leche de senos ajenos mientras pide, "cántame dulzuras, libertades". En No vendemos un nombre, vendemos poesía, JMC se pregunta: "¿Quién compra un cesto/ fresco de poesía"? Entre referencias musicales, su particular Sweet Home Alabama nos lleva a pensar en personas ajenas a las siete menos cuarto (ni más ni menos). Como si fuera un Surfin Bicho, carnalmente frío, escribe que "mi cuerpo es como el barro, de hielo y mentira". De 1975, hay recuerdos, momentos, de duda y pregunta, de susurros y gritos silenciosos: "Siento no saber escuchar en silencio. Siento ser el tímido chiquillo de ojos azules y tristes, el que ahorra palabras al hablar". En forma piramidal, JMC, efervescencia pura, nos cuspideaba el asunto recordando que "Ha comenzado la fiesta de la mediocridad...". También del año de la muerte del caudillo es la Trilogía del viaje, con aquella lejana zapatería en el fondo. La siguiente trilogía son 3 Minutos, que me recuerdan, en la antítesis a Mis tres minutos de dolor nocturno de aquellos uebos que hoy tenemos olvidados. Mientras el zanahorio más famoso y odiado, hoy blanco sin carrot, resuena en mi habitación con su Creep leo Yoyo, Cadencia ("todos los días de lluvia son como cerdos mojados de alquitrán"), Yoyo cejijunto y Cascada. Sigue el inadaptado cantando sobre inadaptados mientras llego a Yoyo3 y Yoyo4, con esos "lamentos sin masacre" difíciles de entender desde la sobriedad. En su Oda al esparadrapo, dedicada a Matilede JMC subraya que "Pero estás demasiado lejos/ y enormes cortinas de cabellos nos separan" a la tercera potencia. Su lado personal, torcido, sale a relucir juntando frases que acaban en la explosión: "Tarareé después dos o tres canciones con los labios muy pegados y después mi mente se difuminó y no recuerdo nada más, solo que ella entró a buscarme en el momento en que me masturbaba". Conciertos de King Crimson, sueños de mandarina ("el tiempo de la masturbación quedó ya lejos, entres nubes de cartón azul y rosa"), Les Paul y hacernos esa pregunta idealista, mística, nada áspera: ¿Seguro que no necesito Azúcar para reconocerte?. Otra vez, Robert Fripp, recordado en Espermatozoideización en F, usando adjetivos de forma especificativa o explicativa, depende de la hora: "Machacón, repetidor, monótono, incalcublablemente frío, espiritista obsceno, lujurioso, mordaz, papagayo incongruente, lamentable robot de fresa, suave y delicioso, color ocre, masturbador, posesivo, incestuoso jirafón, martilleador asincopado, tortuoso, tormentoso, contagioso)". Y más recuerdos de Brian Eno y de los pechos de Mia Farrow. En La Blanche pone de manifiesto, con la música de Soft Machine de fono, la "Hemofílicia tumba de parturientas". En Kodak, otra vez musical con hielo, pone en la memoria a Yumans. En T.V.Color habla del "bisturí del fascismo". En El sacrificio de Nico, nos trae a la memoria Heroin, a Lou Reed y sus secuaces. Y Baader Meinhof sin venir a cuento entre músicos y músicas, entre teclas de pianos que escapan de su lugar. En Una noche de amor con la sombra de Ana nos lleva a planes de evasión con Bioy Casares de la mano. De 1976 llegan citas de Tagore y gritos a persianas, dejando perlas en sus momentos breves, de lucidez (bien)entendida: "Adoro tu manera de ignorarme". De 1977, en esa línea de una línea, queda para el recuerdo Dulce aventura loca donde nos indicó que "no concedamos ninguna oportunidad al olvido". En ¿Arde Berlín? habla de rupturas y de no alargar lo que no tiene futuro. En Larga distancia resalta que "Un amor de 2000 kilómetros/ es siempre un amor importante". Del 78 y 79 destaca epistolarmente hablando, con universos compartidos, con palabras que quedan en el recuerdo: "El aspecto tranquilizador del nuevo estado, representa, sumado a nuestra decadencia intelectual, el equilibrio entre los actos y la propia fecundidad". Buena selección de Orrico en este libro, que pasa a formar parte del fuego amigo que nos acompaña en duelos y quebrantos propios. ¿Superioridad? Escribió JMC: "Nada hay más hermoso que la contemplación de nuestro profundo orgullo de jóvenes, que nuestra ira y nuestro justo sentimiento de superioridad frente a la historia con que se había pretendido obsequiarnos". Como un Nick Cave buscando vacíar copas después del funeral de su hijo. Habla de idus, pero no de marzo sino de octubre: "El Destino nos invita, cortésmente, al fracaso/ No nos embarga la tristeza. Por ahora acariciamos/ sonrisas/ que no nos pertenecen". ¿Derrota? Sentencia JMC: "Quizás lo que me asusta no sea tanto el fracaso/ como esta aterradora incapacidad para evitarlo". Orrico, antes de llevarnos a los relatos, nos deja el poema del que viene el título de la publicación: "Noto cómo huyen, borrachos, los años./ Aquellos que empleamos en marchitarnos/ recíprocamente a nosotros mismos./ Los mejores años de nuestra vida". Y todo lo demás, también.
lunes, 13 de noviembre de 2017
domingo, 12 de noviembre de 2017
El 124 de todas las mañanas
Esa imagen, unos días con luz, otros en tinieblas, otros (casi todos) con el árabe de los jóvenes que me saludan, me dan los buenos días y me preguntan cómo estoy y me hacen tener, sólo un poquito, esperanza en el ser humano. Esa imagen es de las pocas que tengo grabada todas las mañanas desde el día uno de septiembre de 2017 en la retina cuándo subo a un treinta que no suma ni resta.
El Sermón (con mayúsculas) de Don Pedro
Ayer acompañamos a Isabel Bermejo Juan Y Zoilo Miguel Egea Sánchez en su boda desde la sobriedad. Me gusta la sobriedad en los días que hay que recordar, en los días en que eres testigo (del lat. testificari), en los días que atestiguamos que se puede crear en el amor aunque seamos totalmente pesimistas. Y yo me alegro de que me consideren amigo (y no solo un tipo con el que han pasado ratos) que ha formado parte de la historia de los novios desde el principio de los tiempos.
Soldados, guerra, (des)amor
Tras la tarta, Pearl Jam. Si se puede superar la dislexia y muchas cosas más.
sábado, 11 de noviembre de 2017
Un soñador para un pueblo
“¿Pero me acusa de hipócrita? ¿Qué es un hipócrita? Pues un desdichado que solo acierta a tener dos caras. En el fondo, un ser que disimula mal, a quien insultan con ese epíteto los que disimulan bien. El hipócrita Esquilache tiene que mentir, pero miente mal y es detestado”. Antonio Buero Vallejo pone en las propios labios de Esquilache estas palabras en el transcurso de un diálogo con el ficticio duque de Villasanta, personaje inventado por ABV para simbolizar al estamento privilegiado más recalcitrante de la época de Carlos III. Empecé a leer Un soñador para un pueblo en el trayecto del cuarto autobús de los ocho en que subí ese día de claustro de cuya fecha no quiero acordarme. O tal vez, sí. Tal vez si quiera acordarme, tal vez debería acordarme, tal vez tendría que acordarme. No es fácil explicar en clase de 4º a una mayoría de individuos que pasan a diario (olímpicamente no, que lo hace todos los días y no cada cuatro años) de lo que el profesor de turno explica (o intenta explicar en clase). Pero el personaje de Esquilache se las trae: sus contradicciones, decir una cosa y hacer la otra, luchar contra la corrupción y enchufar a los hijos con la conspiración de la joven esposa, tratar con ineptos y mandar bandos que le buscaron la ruina. Pero esta es España: en el XVIII y en 2017, con reinados incandescentes y con esteladas que dan asco. Así es España. Sigue siendo así. La del enfrentamiento y la cortedad de miras, la de vistazo a otro lado y Biblia en el cajón. Sigue ABV poniendo palabras en la boca de Esquilache: “Un hombre capaz de enemistarse con taoda la nobleza española si tiene que defender cualquier medida que pueda aliviar la postración de un país que agonizaba”. Equivalente a 2017. Las palabras, la vida de Buero Vallejo, nos valen siempre, en casi cualquier contexto: “No hay cosa peor que estar muerto y no advertilo”. Ahora, en tiempos de rencor y revancha, hay que recuperarlas, que no se queden solo en la estantería, en la leja olvidada de la mano humana: “El infierno es un misterio de Dios: no lo encendamos en la tierra”. Con el soterramiento ideológico actual (a falta del físico en tierras del reino valcarcil), nos queda ABV: “El que no quiera cambiar con los cambios del país se quedará solo”. Y apostilla don Antonio, otra vez utilizando el personaje de Esquilache para dejar(nos) en bragas e ilustrar con palabras este país: “El pueblo sabe aún muy poco…Y quizá es ahora fácil presa de perturbadores sin ocupación… Tal vez de protegidos sin trabajo”. También, utilizando el personaje del rey, sigue con la descripción: “Los españoles son como niños… Se quejan cuando se les lava la basura”. Y añade en voz de Esquilache: “Los demás ven nuestro destino antes que nosotros… Hay agonías que un hombre debe pasar solo”. La soledad como salida para la sinrazón, para la locura, para la incomprensión, para aquellos que cambian el mundo y no son valorados ni respetados. Buena lectura de Un soñador para un pueblo de Antonio Buero Vallejo.
jueves, 9 de noviembre de 2017
Buscar, encontrar, gozar y sufrir
Otra vez, por error, acabando frases en infinitivo. Otra maldita vez siguiendo el mismo esquema equivocado. Otra noche sin dormir, sin solución, sin equidistancia ante la equivocación.
Coda: Y volver, al girar a la derecha de la venta y del campeonato, a Lunes de Carnaval que no han sido acabados, peces con anzuelo incorporado genéticamente.
miércoles, 8 de noviembre de 2017
Atiza
Éramos pocos, y llegó el asesino de la catana. Habrá que estar atento a la fecha del estreno Yo fui un asesino, sobre Rabadán y aquellos acontecimientos que conmocionaron al reino valcarcil.
Baby Driver
Poniendo la unión de imágenes y música a niveles estelares, Baby Driver no decae, mantiene su ritmo incesante de principio a fin. Cuesta ver a Don Draper con esas pintas y esos pelos, pero es lo que hay. Y el show de movimientos de coches es de traca. Show visual sin apocalípsis que sufrir, con cascos blancos y gafas de impresión. Bendito sea el Dulcísimo Nombre del Creador. O dicho de otro modo, siempre hay una sinfonía agridulce que imitar, siempre hay un Ricardito que no está en The Verve. ¿El pecado es nuestro enemigo? ¿Es malo un poco de silencio? Millas al poder.
martes, 7 de noviembre de 2017
El hombre del corazón de hierro
En esas que estás un lunes, más muerto que la muerte que diría Tarantino y te ponen en la tele una película de los hermanos Weinstein y hay que verla y todo lo demás. Hoy tocaba El hombre del corazón de hierro. Siempre nos quedamos con las haces del nazismo y nos olvidamos de los millones de personas que los auparon y los llevaron a tocar los cielos del terror y el horror, el Paraíso de los (mal)nacidos. Y entre esos estrechos colaboradores estaba Reinhard Heydrich, 38 años haciendo el mal. Parecía viejo. Un Benjamin Button que nación con el gen del mal en la sangre y que acabó con su vida demasiado tarde. Como todas las ratas se juntan, como bien nos cuentan las aventuras alatristescas, Reinchard encontró a su media mierda, Lina Matilde von Osten, otro bicho que vivió, en este caso, demasiados años. Nada como sobrevivir al Infierno desde el Infierno. La película cuenta la historia tanto del lado alemán como del checoslovaco, horror entre supervivientes y suicidios antes del asesinato. Sangre para todos.
domingo, 5 de noviembre de 2017
Siempre con los perdedores
Con el santiabadismo, con los números uno del Draft que fueron una chufla, con los que pierden en la vida sin motivo aparente. ¿Quién quiere aliarse con vencedores teniendo perdedores? Todo sería muy aburrido.
Babylon Berlin. Primera temporada.
Con las series alemanas me pasa como con el Atleti: las expectativas son tal altas que luego te llevas el castañazo. Entreguerras, telares, familias hacinadas, trostkistas que quieren acabar con el estalinismo, policías que van de Colonia a Berlín a final de los veinte en busca de cintas porno que esconden secretos, música jazz, bailes que sorprenden, trenes que se saltan fronteras, suicidios, medicamentos que salvan vidas y un 1929 que no tiene marcha atrás. La primera temporada de Babylon Berlín quiere mostrar muchas cosas y a veces, en mitad del show, entre copas y plumas, entre mujeres con cintas en el pelo, no se puede mirar a otro sitio. Bailes que hacen soñar, que sirven para escapar, que los tipos de traje y tirantes se peleen. Imprentas que quieren volar cimientos. Manos que duelen. Farmacias que trafican. Todo tiene un precio, hasta los váteres de madera. Bigotes falsos, platillos falsos, papel de periódico para limpiar el culo. Coches que asustan, cuadros del dictador que asustan, disparos que no asustan pero que si matan. Sado para llenar la despensa. Y todo se para, todo se vuelve inocuo, todo es éter cuándo un tipo con una mancha en la cara, feo desde el nacimiento, te alaba. Siempre hay un tiro de gracia, siempre un charco que nos muestra lo que pudo ser y no fue. Rusos y oros, manifas por el día del trabajo, banderas rojas con las que intentar cambiar algo para que no cambie nada. Información para los camaradas. Solidaridad para que sigan ganando los mismos. Armas, armas, armas, hacinamiento. Miedo entre las masas. Piedras que lanzar. Porras con las que golpear. Intentar escapar. Retiradas en mitad del caos. Sífilis del pasado que despiertan el hambre del presente. Gatos sobre el sillón. Fuego amigo con el que caer. Muertes sin sentido. El frío de la muerte. Buscar un 61 como salvación. Flequillos que lo mismo se mueven al son de un himno o corren por si cae un médico cerca. Todo se va a la mierda cuando se puede ir a la mierda. En primavera no nos podemos rendir. Stalin, ese enterrador de la revolución. Y aprender ruso para leer a los clásicos, como aprende Zoilo con Dostoievski. Marionetas de demencias democráticas, inyecciones sin futuro, agua sin solución, trajes de vuelta sin ida, aullidos y gritos bajo el fuego. Y todo lo demás, bajo una mano y una llave temblorosa, también.
sábado, 4 de noviembre de 2017
El Rey en su salsa
Lebron sigue siendo el rey. No se puede cambiar el mundo, puede cambiar uno mismo. El Rey y una de sus múltiples caras, porque otra derrota seguida podría ser sangrante. O tal vez, no.
Coda: Aunque más de uno debe poner(se) las pilas ya en los Cavs. Más de uno.
viernes, 3 de noviembre de 2017
1993. Primera temporada.
Empieza 1993 con música de encendedores y monedas lloviendo sobre Craxi a la vez que Berlusconi empieza su camino hacia el gobierno. Nada nuevo en la política italiana: mierda sobre mierda. Con cadáveres sobre el camino, pero 1992 también era esa historia. Continuación de ese tinglado que tan bien nos cuenta Sciascia. Como otras veces. Tuberías con ruidos y sabes que cuando esa música suena, peligro. Mucho peligro. Cárcel para arriba, cárcel para abajo. Familias que quieren saber y familias que miran para otro lado, siendo los mismos familiares. La misma Italia de la que nos habla Ángel Calvo en su canción la encontramos en 1933, con Berlusconi pidiendo compañeros en vanguardia y retaguardia, con Bossi buscando secuaces en la zaga y en la delantera. 1992 sigue presente en 1993. Es duro luchar contra la pared que devuelve la pelota como si Federer tuviera hiel en sus lágrimas. Y ese germen de partido pero que no lleva el nombre de ningún partido: Forza Italia. La aficción, el equipo nacional, llenar campos de fútbol. Forza Italia, en principio, no fue tomado en serio. Eran las Mama Chicho, el Canale 5, el invento. El invento, y su temporal unión con la Liga Norte. Nadie lo tomó en serio hasta que tuvo que ser tomado. Esas monedas, las monedas del principio, la plata y los rufianes, las liras que llevamos dentro fueron las que llevaron a la cima política a Berlusconi y Bossi, a lo inepto y lo nacionalista (aunque tuvieron que frenar durante un tiempo su deriva nacionalista porque, para un rato, Roma está bien). Y hasta los que sacan la horca en el parlamento tienen su propia medicina de corrupción. Y video con video se paga, aunque una canción de Pearl Jam nos salve cinco minutos de la deriva o del suicidio o de una brisa en Ostia. O tal vez, no. Todos tienen peligro, pero el mayor es el no tomar en serio a los demás, como le pasó el PDS, perdiendo una oportunidad histórico, que ni su primigenio PCI tuvo en un contexto mucho más contrario. Y el dramón de la sangre infectada, y que tenga que ser Beppe Grillo quien nos lo recuerde. Y a cada cerdo le toca su San Martín, y video con video se paga y acerquémonos que, acusación y defensa siempre tienen que estar cerca. Cantemos la canción, que para eso fue compuesta. Y hagamos selección de personal, y tomemos la iniciativa aunque tenga que ser una estudiante de Ciencias Políticas, una Alicia en un país sin maravillas sino de corrupción, la que nos ilumine. Somos hojas secas en una piscina circular enorme. Eso es lo que somos: un desecho esperando ser recogido para acabar en un contenedor. Las risas que humillan serán devueltas con rechinar de dientes bíblicos, que a cada comunista le llega su momento berlusconiano. Y Craxi en el horizonte, otra vez. Y la unión que no hace la fuerza, sino la mierda. Y las escapadas, y las mentiras hechas agujas en los brazos, y las huidas a Panamá, y los disparos en la noche de un diciembre que no acaba nunca, y el libro que muestra las ruinas interiores pero no deja de ser una Julia Roberts idealizada haciendo de puta, y el Processo Enimot, y Beppe Grillo en la Rai hablando de Berlusconi mientra los excomunistas beben Negroni. Grandes momentos los que nos deja 1993, grandes momentos que recordar, grandes momentos de escoria, juicios, SIDA, corrupción, bambalinas varias, personas que aparentan lo que no pueden conseguir y otras que tienen el cielo pero viven en la mayor de la ruina. Todo es mentira, ahora, y también en 1993. Y punto.
Coda: Bendita lluvia ante la escasez.
Coda 2: En el día de hoy, todos los días, hay que recordar esas palabras de Bettino Craxi ante Di Pietro...
Coda 3: ¿Por qué no paramos el tiempo mecánico de reloj de una vez?
jueves, 2 de noviembre de 2017
Canciones que escuchas con fiebre
Sin motivo aparente, después de hablar vía mensaje con Lali, llegas a estas canciones. A estos himnos. Atemporales.
miércoles, 1 de noviembre de 2017
Y el miedo en el cuerpo
Opiniones encontradas en la previa del día de difuntos. Todavía queda una oportunidad en el after extra time, todavía podemos conseguirlo tras la prórroga, todavía podemos insinuar que el desastre no es hoy. Hoy no, mañana. Mañana más.
Que siga el circo
Que sigan vendiendo crisantemos, que sigan las soflamas y los cantos de sirenas barcelonesas, que siga el cuenta sin fin y sin ardiente oscuridad, que sigan las ondas normales y las escapadas en 747, que sigan los medicamentos sujetos a prescipciones médicas y que siga sonando el Some Might Say de fondo. O tal vez, no.
Historia de un clan. Primera temporada.
Los días de lluvia pueden pasar distintas cosas al resto de días. Una de ellas, empezar a ver, entre aguas en Murcia y soles ausentes, la primera temporada de Historia de un clan. Nunca se sabe. El delito hecho serie. Pacto de sangre. Meter a los tuyos en un agujero sin salida. Mostrar el lado más cruel y el más familiar, el lado que nunca habías puesto a prueba o el que llevas en los genes. Nadie es realmente como parece. Nadie. Nos vemos, en ocasiones, dentro de las cebollas más inimaginables, y no todas son de cristal. Vivan las cebollas de cristal. Uno tras otro, caen. Como moscas. Una familia no tiene fin. Vende la moto. Decir y hacer. ¿Comunistas? ¿Ambiciosos? ¿Pensar en un mundo mejor? ¿Los que raptan son gente mala? ¿Tragar cuchillas? ¿Cárceles? ¿Quién vivió con Videla acaba siendo Videla? Aprovechar oportunidades. Jodiendas con llamadas a mitad de la noche. Psicópatas hijos de mil putas y todo lo demás. Divide, multiplica por cero. Sumar para restar. Llantos que no llevan a ningún sitio. Vivir por encima de las posibilidades. Mancos que sienten el hombre inexistente. Llamadas sin respuesta. Saltos para reventar. No poder más, no resistir más, no aguantar más. Buches en mano y luces apagadas. El queso rallado de los prepucios no lavados. Ya lo dijo Perón: "El hombre es bueno, pero si se vigila, mejor". Niñas intrigantes, fantasmas de bañera incómoda. Huéspedes con armonía. Como García Lorca, siempre hay un Federico que muere por la envidia. Hombres con sed de sangre. Pastores, curas que hablan sombras que se alimentan de sombras. Habla el cura de seres espirituales con experiencia física. ¿Es Dios justiciero? Cambiar lágrimas de satisfacción por lágrimas de odio. Ojo por ojo. ¿Disfrazar la selva de civilización? Sobras y faltas, capuchas, vidas de mierda. La cruz bíblica y su peso, tiene cojones el asunto. Dolor de manos, agua caliente y música bajo los candados. Días peronistas, días de reencontrarse con los seres amados, dice Arquímedes en Historia de un clan. ¿Se huele el aliento en las fotografías? ¿Hay algo peor que ser periodistas? ¿De verdad un lago se hace gota a gota? ¿Tener amigos cuándo solo tienes familia y cómplices? ¿A cierta edad no se coge ni se ama solo que se recuerda? Y en esa deriva hacia el caos, la muerte, capítulo a capítulo, sigue su paso y su camino. Bien cierto: La mortaja no tiene bolsillos. Las ranas explotan, bajo el agua y en superficie. Y la lectura de Mi lucha como búsqueda para explicar lo que pasa y pasará. Hijas convertidas en putas y bomberos, o por distinto orden, loca número uno y loca número dos. Es imposible huir. El cascarón de la mierda es enorme. Y pagan pecadores, por muy pecadores, y otros escapan y otros desaparecen y otros siguen teniendo problemas el resto de sus vidas. Y todo lo demás, también.
Mindhunter. Primera temporada.
Una vez que está el nombre de David Fincher ya empiezas a poner las orejas tiesas, empiezas a poner(te) en tensión, empiezas a. Empiezas. Empiezas a hacerte más y más preguntas aunque, por momentos, la primera temporada de Mindhunter no sea agradable. Dos colgados, cada uno con sus cuitas personales, empiezan a entrevistar a colgados en cárceles, a sacar perfiles, a dar instrucciones a policías de puebluchos, mientras siguen investigando sus casos con el FBI. El problema es la desconexión. Es difícil olvidar la mierda cuando trabajas rodeado de ella (y todavía no estoy hablando de la ESO ni de los ministros españoles de Educación de los últimos cuarenta años). Esa mierda, antes o después, afecta, te guste o no tu trabajo, disfrutes o estés odiando todo el día tu maldito trabajo. Afecta, influye, jode la vida diaria, casi o tanto más que dar clase en 1º de la ESO. Y en 2º. Incluso en 3º. Y no hablemos de 4º. Pero a lo que vamos, que luego dicen que soy fugaz, barbudo talibánico y otros tantos adjetivos más que no es hora de acumular en este Gintonicdream. No es hora (todavía). Mindhunter saca la bilis más mórbida, los riñones que dices que no disfrutas públicamente pero en los que te recreas en la soledad. Mindhunter es pasión, fetichismo, locura, kilómetros en coches incómodos, asesinos en serie que piden tabaco o bebidas gaseosas para olvidar por cinco minutos su triste experiencia penitenciaria. Nada como la cárcel para sacarle punta a un lápiz. O para que ese lápiz sea introducido por cualquier agujero de tu cuerpo, o sin agujero, que busque venas y todo lo demás. Siempre nos recreamos en 4 palabras: Los más bajos instintos. Pero es así. Siempre hay una chispa, un momento, un jueves sin baloncesto, en el que todo explota, en el que todo se va a la mierda, en el que una radio da una mala noticia. Y unos zapatos, en una serie como Mindhunter, dan mucho juego. Demasiado. ¿Por qué la sangre entre hermanos? ¿Por qué un niño empieza a poner(se) zapatos de tacón con cinco años? ¿Por qué no perfilamos la locura, la incomprensión y las jodiendas con vistas a la bahía? ¿No es posible el término medio?
Coda: Pero no siempre es posible crear el concepto de asesino en serie y salir de rositas, y no entrar en la locura, y no caer en la decepción, y no volver a ser el mismo.