martes, 4 de diciembre de 2012

Grandes

Hay textos que vienen como anillo al dedo en tardes de correcciones infinitas de doble cero. Cero, doble cero, cuando estoy cerca de ti. Cero, pero no tengo donde ir. Tu querer y mi querer, aunque se ríe por dentro no puede prevalecer. Te tengo que ver llorar y pasando el sufrimiento que tú me has hecho pasar. Yo no siento que te vayas, levanta niña del alma porque sentada desde el cigarro lo llaman sangre de mis entrañas. Se apagó mi cigarro, perdí un amigo, perdí el camino, perdí el camino, a la luz del cigarro yo vi un molino.

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