Hace 39 minutos
jueves, 16 de mayo de 2013
El día en que Kevin Durant se pareció al peor John Starks
Hoy ha sido el día en que Kevin Durant será recordado en la derrota como lo fue John Starks en aquel infausto partido contra los Rockets en la final de la NBA. Si estaba cansado de ser el segundo, pues mala suerte. Ahora habrá que decirle a Durantula, el lesionado que nunca se lesionaba y al resto de sus secuaces (a ese entrenador blanquito que no levanta la voz mejor no decirle nada, lo único que puede hacer es esconderse debajo de una piedra y no volver a un banquillo en su vida) que no se puede jugar a quedar bien, hay que ganar y punto. Ese 5 de 21 en tiros de campos se le recordará toda su vida; ese 0 de 4 en triples, también; para una bestia como él, un 11 de 15 en libres, por supuesto. Para él, 21 puntos, 8 rebotes (jugando muchos minutos de cuatro) y 6 asistencias, serían números normales. Y que no se me olviden las pérdidas de hoy: "nada más" que siete pérdidas. Pero no quiero culparlo. No. El culpable es el entrenador blanquito que ganó un anillo con los Rockets sin apenas jugar, pero eso no le da crédito para seguir ni un segundo más en el mando de ese fórmula uno que deben ser los OKC. El año pasado si tenían a Westbrook, y ventaja de cancha, y vimos y observamos y sentimos su torpeza táctica en los momentos difíciles de cada partido. Siempre lo digo: los entrenadores son como los maestros y los profesores, un mal necesario. Te puede tocar un lerdo o una máquina total; te puede tocar una fuente de sabiduría o un consejero espiritual; te puede tocar un "se dejaba llevar" o un Cicuta Sloan; maestros Zen hay pocos; titos Red, muy pocos. ¿Es el gurú actual Doc Rivers? Pues no lo sé, porque llevar el verde no debe ser tan reluciente como parece. Pues eso, que recordaremos esta noche de mayo como una de las peores de Durantula, pero la culpa no es solo del estudiante que hace un mal examen teniendo unas capacidades altas; las culpas también son del que debería ser el maestro, el profesor. Y todo lo demás.
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