martes, 10 de junio de 2014

A sus órdenes

Esta mañana, mientras buscaba una absurda orden de 14 de julio (sí, 14 de julio, pero de 2008) por la que regulan en la región de Murcia los programas de PCPI, miré un rato twitter y vi la indignación respecto a la no continuidad de Pedro Martínez en el Gran Canaria de baloncesto (estoy siendo prudente, he escrito no continuidad, me estoy convirtiendo en un puto cobarde pese a no terminar el segundo ciclo de Periodismo en la universidad de al lado de las cervezas). Lo de Pedro Martínez. Por twitter hay de todo, como en la vida, como en los institutos, como en las bibliotecas públicas, como en el puerta del INEM o del SEF. Hay de todo. El problema empieza a crecer cuando empiezas a leer a personas que llevas leyendo un tiempo y en las que confías. Y empiezan a escribir, y muy bien, del miedo y el rechazo que dan las opiniones de una persona (en este caso, Pedro Martínez, pero puedes ser tú, o incluso yo un día que abuse del agua del grifo en el sultanato de Sean Connery). Y aparece la palabra censura. ¿Se puede opinar libremente en el siglo XXI sin molestar? ¿Hay que bajarse los pantalones para seguir en un empleo en 2014? ¿De verdad unos políticos (da igual el nido) nos condicionan cada una de las palabras que entonamos en do mayor o que tecleamos en el PC? Siempre me ha caído bien Pedro Martínez. Es más, no entiendo como tipos como él, o como Salva Maldonado, todavía no han llegado a ser seleccionadores nacionales, mientras que otros sin casi experiencia en ACB lo han hecho. Son opiniones. Pero que no nos censuren. Ya está bien. Grande el señor Martínez. Siempre con tipos como él. Que no nos callen.

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