sábado, 28 de noviembre de 2015

Orphan Black. Primera temporada

Hay series que no aparecen en nuestros días hasta que deben aparecer. Hay días repetidos. Hay puentes repetidos. Hay puertos, con y sin cadena, repetidos. Hay personas iguales. Casi iguales. Semiparecidas. Clónicas. Lo de Orphan Black en su primera temporada es rizar el rizo en la mejor peluquería posible y, con una actriz, Tatiana Maslany, que lo borda en sus múltiples interpretaciones. Y ya que hablamos de interpretaciones, los secundarios, repetidos e impresibles, jodiendas con vistas a una humareda que no cesa: chaperos con pretensiones de Rimbaud, huídos de Inglaterra, policías con mala baba, doctores de sonrisa perfecto, empresarios con pasado de fuego amigo, madres que no son tan madres, amigos que no son tan amigos, vecinos que creemos que son una cosa y son lo contrario. Todos mercenarios, todos hijos de la gran puta, todos repetidos en toses sangrientas, todos en busca de una merienda a base de caviar aunque nos merezcamos la peor sobrasada del mundo. Del ADN pasa lo mismo que con el peor cerdo que va camino de Alhama, que se aprovecha todo y de él todos se aprovechan. Pero lo de Orphan Black en estos diez capítulos es de traca, de coger y repetir lo que hizo San Pablo camino de Damasco... pero al revés. Y todo lo demás. Coda1: Y desde Utopía no había escuchado una banda sonora que de tanto juego y nos ponga la piel de punta en busca de un personaje. O de diez. O de los que vengan. Coda2: ¿Y cómo no se le había sacado antes partido a Tatiana Maslany?

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