miércoles, 7 de septiembre de 2016

Narcos. Segunda temporada

Llega septiembre. Llega Narcos en su segunda temporada. Los puntos suspensivos del batiburrillo netflíxtico de la segunda tanda amplía el abanico de los malos: Cali, paramilitares, gobernantes, el Gaviria que nos merecemos todos, policías, abogados, periodistas. El pack completo. Y la familia que muere, se deshace, se descompone. Y cuando la venganza es la hiel nuestra de cada día, todo es sangre: justa, injusta, relativa, obligatoria, coyuntural, específica. De todos los tipos. Pero es venganza, a fin de cuentas. Se ve el final de Escobar desde el principio, para el desenlace es jodido, el nudo se hace intrigante. Los daños colaterales están ahí. ¿Fue mejor el final del Cartel de Calí con muchos de ellos extraditados posteriormente a USA o morir como el patrón Escobar? Vivir como Dios para acabar con balas en el cuerpo o estar de por vida huyendo o en cárceles extranjeras. El precio del lujo pasado. A posteriori es muy fácil hablar, especular o pensar que hubiéramos hecho nosotros en esas circunstancias, que hubiéramos hecho nosotros ante el panorama de esa Colombia de los años 1992 y 1993. Vaya Guernica que se comieron los colombianos, los de a pie y los del chalé. Todo salpicaba. Sangre con morcilla si pica. También pica. Pero muerto el rey, vivan los reyes. Todos los reyes, antes y después de Beatriz de Suabia. Y el Imperio desgasta, y los billetes bajo tierra, se pudren. Muy rápidos.