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sábado, 24 de junio de 2017
Fargo. Tercera temporada.
Entre hermanos anda el juego. Entre hermanos anda el sello. Entre hermanos empieza la guerra. Entre prestamistas está el jaleo. Entre muertos empieza todo con principal y secundarios de lujo. Y a investigar, y nieve, y dolor, y sangre, y el pasado que vuelve a salir. Y las timbas, y orina de mano en mano. Y entre venganzas y aparatos viejos de aire acondicionado, entre confusión de pueblo y hielo, empieza la marcha en la tercera temporada de Fargo. Para poner(se) a temblar. Y la anarquía al norte y al sur de África, y las referencias a Corea del Norte y a tito Vladimir, y al Danubio y a los cuadros de burros y a los ataques con ingeniería íntima femenina. Buscar en Internet en 2010 también te metía en líos y podías saltar por los aires. Apretones de mano que son mentira, farsa fraternal entre accidentes de tráfico y carnets falsos. Y rostros de Panteras Rosas y chinos y más rostros de cabezas que podían explotar en cualquier momento. Y libros encima de la mesa y féretros y urnas que llenar de cenizas. Pasa en esta temporada de Fargo, como en la tercera de Better Call Saul, que la relación entre los hermanos se va la mierda. No vale ictus, no valen complicaciones de la polio. Ni Éxodo, ni aparcamientos, ni Génesis, ni Levítico. No. No hay socios a ciertas edades. No. Hay absorciones. Hay jodiendas en torno al parking. Demasiados paralelismos. Es mejor no tener a ciertas personas como enemigos. Momentos de debilidad. Bochornos y cintas de video. ¿Cuánto dinero necesita un hombre? ¿Cuánto más una mujer? ¿Por qué nos cuesta a los hombres hacernos los difíciles? Oficinas, teléfonos y jodiendas que no llevan a ningún sitio. A ninguno. Luego, las ventanas al infierno dan a otros infiernos; las carreteras, a sangre; los frigoríficos, a justicia; los aeropuertos, a la cárcel. Aunque hay que ponerle imaginación en más de una vez, la tercera temporada de Fargo se hace querer aunque sea de manera sarcástica. Y todo lo demás, también.
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2 comentarios:
Buena temporada. El mundo de los sellos siempre ha sido complicado. Las feminas son las auténticas protagonistas de esta serie. Teme la venganza femenina como a la de los dioses. Y me quedo con la frase del señor Vega: el motor del progreso y la tecnología, son la riqueza y el porno.
El último capítulo daba para más.
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