martes, 6 de mayo de 2014

Chica joven

Un error del zapaterismo, otro de tantos, fue la elección de sus colaboradores (a los cuales no escuchaba). Y digo bien: no escuchaba. Él, elegido legítimamente, pero de forma curiosa, se vio en un berenjenal que ni Dios se pensaba. Y entonces se le fue la pinza. Regaló cheques bebés a multimillonarios y cosas por el estilo. Y lo del no a la guerra, y todas esas mierdas. Si dices no a la guerra, cierra el ejército, que con la Guardia Civil nos valemos. Pero no. El elegido legítimamente a golpe de tren decidió que el género y la juventud y la sodomía valían para ocupar un puesto. Eso es currículum y lo demás son tonterías. Lo que cuenta Molina lo sabe todo Cristo, pero todavía hay personas que no lo reconocen. Ese profesional del chiquilicuatrismo que fue ZP alcanzó cotas insospechadas. Hacía romerías a cualquier tuercebotas, a cualquier voz de la ceja, a cualquier traidor de las gaviotas. Ahora sólo hay que verle el careto: en esos siete años de desencanto envejeció como 19. Y no quiero pensar como anda su conciencia, esa tiene que ir con andaderas en el andamio de la estupidez. Pasados los años nos daremos cuenta de la demencia zapateril y de la más siniestra de Rajoy (otro que no tiene perdón de Dios, aún más estúpido que su antecesor, pero del registrador de la propiedad hablaré otro día). Zapatero, en sus horas bajas, que fueron todas, era una sorpresa convertida en insulto. Era mugre, era afecto malentendido. Y lo puesto antes. ZP le debe mucho de ello a sus colaboradores y a su ilimitada capacidad de hacer el bobo (no llega a lo de Rajoy, que en esto lo supera en infinitos). La caterva y sus cosas. El zapaterismo quiso enredar al prójimo en sus bienaventuranzas de serie B y lo que acabó fue hiriendo de muerte a un socialismo en gangrena permanente. Venga de leyes y regalos hasta que me quede idiota, venga de ajustar cuentas con el Franquismo. La digestión de la victoria del 14-M le pasó factura a José Luis, se le hizo demasiado pesada. Los malasangres acaban siendo tontos y, a veces, peligrosos. Con la perspectiva puesta en aquel 20-N de la derrota socialista (tuvo los santos cojones de elegir esa fecha), vemos que todo ha ido a peor. Muerto el perro, llegó el ébola rajoyesco, el amebismo cultural, el ejemplo de lo que no hay que hacer, la calefacción en el infierno, potaje aneuronal, pecera seca. Coda: Como nos gusta hablar de las flores marchitas, pero como todas las flores acaban oliendo fatal y el agua podrida, peor. Sólo quedan dos opciones en los días sin lluvia ante la guardería feremuriense, la última caterva que vende el holocausto estudiantil. Señores y señoras gaviotiles, por ese infierno, hemos pasado casi todos. Coda: Como dice el Señor Chinarro, el exilio de los dioses...

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