sábado, 30 de mayo de 2015

Otro sábado (menos)

Hasta las ratas abandonan el barco. Se lanzan por la borda en busca del estómago de un tiburón. O de una orca, que cualquier bicho vale a estas alturas de la película (con anuncios). Todos esperan el naufragio. Y luego entra la mala suerte, la jodida mala suerte a la que culpamos de todo. No era la ciénaga intelectual. No. Era la mala suerte. El asesinato de Julio César también fue mala suerte. La rebelión de Absalón contra el rey David, también. Todo ciénaga intelectual. Todo barro y lodo, como si estuviéramos en Los Urrutias. ¿Añorarán Los Urrutias a Pilar Barreiro? Gran pregunta, pero la dejamos para otro sábado, para otra siesta del borrego, para otro sábado negro. Consejos varios por protagonistas que no llegan a secundario en un casting mediocre. Tenemos políticos mediocres. Cada uno tiene el diablo que se merece, como decía Pérez-Reverte. I don't care, canta el otro desde no se sabe muy bien. Pero el olor sigue siendo desagradable, y, hasta noviembre, va a seguir oliendo fatal. Y todo lo demás.

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