lunes, 28 de agosto de 2017

Juego de tronos. Séptima temporada

La vuelta de Juego de tronos llega con sangre de sed y vino, de mucho vino y de mucha sangre, de recuerdos de bodas rojas y viajes largos, de hermanos resentidos con los suyos y de vueltas a lugares insospechados. Es una cuenta atrás en plan enemigos irreconciliables. Hay que estar preparado para más sangre y más vino, para más fuego terrenal y aéreo. Y del que haga falta, con aceite hirviendo de forma irremediable. Puestos a hervir a temperatura del hielo, solo falta ponerle otro grado más, el penúltimo de imaginación. El penúltimo. Puestos a resucitar, llamemos a Lázaro; puestos a enfrentar hermanos, resucitemos a Caín; puestos a encarnar mentiras, busquemos un rey o un político; puestos a mentir, busquemos un espejo; puestos a helarnos, viajemos al trópico; puestos a derruir muros, hagamos una visita a Berlín; puestos a imaginar lo inimaginable, habrá que hacerlo. Puesto que todo es mentira en esta vida, hagamos viajes para descubrir lo que nos es desconocido, lo que no creemos salvo en la visiones. Puestos a buscar un anillo, no solo necesitaremos anulares más bien habrá que eliminar meñiques. Ver morir familiares, que gran tradición juegotroneadora. O digámoslo como nos apetezca. Antes o después, se nubla. Siempre. Y todo lo demás, también.