martes, 1 de noviembre de 2022

The Split. Segunda temporada.

Deja ese poso amargo de decepción la segunda temporada de The Split. A veces intentamos reflotar El Sirio, y salvar a sus muertos, e iluminar un poso que es imposible que se queda en el paladar, y te llega a las entrañas. Con sus altibajos, The Split vuelve a dejar heridas abiertas, vuelve a hacernos pensar en los errores cometidos y en las consecuencias de esos errores en las personas que nos rodean. Quizás seamos errores con piernas, pero esas deficiencias nos llevan a meternos en cebollas imprevisibles, en imágenes repetidas hasta la saciedad, en la utilización por otros y por terceros y por un universo que se desvanece cuando menos te lo esperas. Quizás las equivocaciones nos parezcan mortales en épocas de heroínas fallidas, en etapas en las que se nos cae el castillo de naipes (¿o era casa?) y nada es lo que parece. Incluso las catedrales arden pese a las oraciones de los fieles, pese a las velas encendidas, pese a las decepciones acumuladas en una cera que se te pega a la suela del zapato, o a la rueda del coche, para no saltar nunca. O quizás nos hemos creado un ente imperfecto del que nos creemos el sol y que los demás giran a nuestro alrededor. Y nuestra órbita está muy jodida. Y no tiene arreglo.

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