martes, 14 de octubre de 2025

The Office. Séptima temporada.

Y hágase querer por un número musical: “Tú solo tienes un trabajo y es olvidable”. Trabajos olvidables. Afganistán, CNN, vacaciones de verano y Ciudadano Kane. Ayudantes que no son lo peor. Pesadillas personales: “A mayor llavero, mayor poder para el hombre” (aunque no hace falta, Jim, que te lo diga el conserje). El puto conserje. Hágase querer por un cajón de llaves. ¿Cuándo fue el estreno de Ace Ventura 2? ¿Seguro que todos hemos visto los cazafantasmas? Ya sabes, “no hay una risa buena para una idea normal”. Viva la remolacha. ¿Pretty Woman? ¿Alf? ¿A quién examinó Alf? ¿Existe la mitad inferior de Alf? ¿Existe esa mitad? ¿El profesor chiflado enseña más que Freud? ¿Herpes y muertes de monjas en accidentes? ¿De verdad alguien no conoce a Steve Nash? ¿Quién sujetaba la escoba sin bragas? O no, porque siempre “hay que ayudar a África, ese pequeño país”. Pero yendo un poquito más acá, o más allá, o al revés mandarín, con y sin flan, SC suelta puños de verdad: “China nos ha prestado miles de millones de dólares, vamos a deberles dinero el resto de nuestras vidas. Y nos controlarán”. Puños de verdad, como decía el hombre de la camisa verde. 2011. Quince años y la relevancia de lo relevante, y el festín de palomas hecho SMS. Criterio, y lo demás, puños de verdad. Y la vuelta de Holly en plan Marge, y Michael convertido en Homer, y todas esas puñetas convertidas en chascarrillo navideño: “¿Por qué te iba a abrazar nadie?”. Y nada como un ultimátum matrimonial para que te cambie la vida. Y frases para todo, o todo hecho una frase: “Tengo una peluca para cada persona de la oficina. Nunca sabes cuándo vas a necesitar parecerte a nadie”. ¿De verdad que las novias falsas nunca funcionan? Ahora que en España se habla de juicios como antes de trajes, nada como dar una nota de color en mitad de una reunión helada a causa de una ventana rota entre una pelea de adultos convertidos en niños: “Llevo intentado que me cojan como jurado 18 años, para poder sentarme en una sala con aire acondicionado en el centro de la ciudad y juzgar a maleantes mientras me invitan a comer”. Y Pam preocupándose por todos, aunque “al final, la mayor bola de nieve no es de nieve, es el miedo”. Verduras. Té helado. Propósitos que nadie cumple. Brócoli. Brócoli para todos. ¿Legumbres milagrosas? ¿Seguro que ese es descafeinado? ¿Mangueras? Hágase querer por Colorado y, como el Dúo Sacapuntas sumando uno, viva el 23. Y siempre, poniendo voluntad, se puede vencer a la artritis. O no: “¿Cuál es la duda? ¿Baloncesto masculino o baloncesto femenino? Uno es un deporte, el otro un chiste. Adoro el deporte y los chistes. Cabe todo”. Palabra de Dwight K. Schrute. Y si toca fomentar, o definir fomentar, o volver a fomentar la insurrección, se fomenta. Club social, operación derrocamiento y lo que haga falta. Y si hace falta, son códigos. Códigos de fotocopias y entender que “el pan es el papel de la industria alimentaria”. O de todas las industrias. De todas. Y el espíritu de JS, y de Stargate y la ilusión de eso “que no existe, el producto”. Y siempre es bueno contar las ventanas de NY. El sol. El jodido sol. El puto sol. Y no siempre es divertido hablar de los ineptos. No siempre.

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