lunes, 12 de diciembre de 2016

National Treasure. Primera temporada

Vaya marrón al que tiene que hacer frente el protagonista de National Treasure. El pasado se hace presente para sacar una batidora de mierda que no para de crecer y crecer. Y ya sabemos como es la prensa (amarilla y de todos los colores) en las islas británicas. Cuando estás todo el día en la tele, y eres un personaje público, cualquier cosa es posible en Inglaterra. A todo comediante le toca un chiste sin gracia. Un mal chiste sin gracia final. Y salpica a esposa, hija, amigos, vecinos, taxistas, abogados. A todos. No hay delantal del tamaño de esa inmensa cantidad de basura. Y lo mejor de todo es que es real, no hay nada nuevo bajo el escaso sol anglo. Pero hay que darle a la hiel: hiel, hiel, hiel, hiel. Multiplicada hasta que se desborda, hasta que uno vomite, hasta que le salga la hiel por todos los agujeros de su cuerpo. Vaya temporada primera de National Treasure. Sale mierda y se respira solo mierda. Única y exclusivamente mierda. Pero sale sin prisa, buscando los más bajos instintos. Abuso, obsesión, palabras que se cruzan en un juicio. Lágrimas y palabras en mitad del silencio. ¿Mentiras? ¿Mocos cuando alguien dice "no tengo más preguntas"? Todo es relativo en mitad de ese silencio, de ese dolor, de la hiel y la mierda. Coda: Nada como agrandar el mito, nada como especular con gigantes barrigones con pies de mantequilla, nada como escupir en mitad del Canal de La Mancha. ¿De qué te sirve ganar cuándo estás solo?