Hace 1 hora
domingo, 28 de febrero de 2021
Cartas del diablo a su sobrino
Un 26 de noviembre de 2020, a eso de las siete menos algún minuto, nos recomendó don Patricio un libro que andaba en su mesa titulado Cartas del diablo a su sobrino de un tal C. S. Lewis. Al rato, de vuelta a Murcia en el tercer autobús del día, llegó a mis manos y a mis retinas. Cartas entre ángeles caídos. Frases a lo largo del libro para enmarcar y otras para olvidar: “Los dioses son extraños a los ojos mortales, y sin embargo no son extraños”. ¿Entonces qué? “El odio es también un antídoto de la vergüenza”. O quizás, mejor quedar(se) con la siguiente: “El odios es a menudo la compensación mediante la que un hombre asustado se resarce del sufrimiento del miedo”. Miedo y asco, y no solo en Las Vegas, que diría el otro. “Siempre es conveniente sustituir los gustos y las aversiones auténticas de un humano por los patrones mundanos…”. Mundanos… Vogel, ayúdame. “Al hombre no se le puede pedir que tenga opinión alguna de sus propios talentos, ya que muy bien puede seguir mejorándolos cuanto pueda sin decidir su preciso lugar en el templo de la Fama”. Viva la calle Antonete Gálvez de Murcia, pijo. También C. S. Lewis habla de la diferencia entre la eternidad y el presente: “Porque el presente es el punto en el que el tiempo coincide con la eternidad”. Puede ser. “La gratitud mira al pasado y el amor al presente; el miedo, la avaricia, la ambición miran hacia adelante”. No me queda muy claro lo de la gratitud. También describe cada iglesia (parroquia) como “una especie de club”, “grupúsculo” o “facción”. También reflexiona el autor sobre la peligrosidad de los libros y los sermones, y de los pastores y su facilidad por escoger unos “15 salmos” favoritos… Atiza. “Aprovéchate de la ambigüedad de la palabra Amor: déjales pensar que ha resuelto mediante el amor problemas que de hecho solo han apartado o pospuesto bajo la influencia de este encantamiento. Mientras dura, tienen la oportunidad de fomentar en secreto los problemas y hacerlos crónicos”. El final del cuento, cantaba Sergio Algora. Pero al final, siempre hacemos caso en ese “terrible hábito de la obediencia”. Y todo es mentira: “No nos dejemos contagiar por nuestra propia propaganda”. Viva la virtud y su antónimo. “Una religión moderada es tan buena para nosotros como la falta absoluta de religión -y la más divertida. Y sí, todo son fases para la exploración de nuestra vanidad en primera persona del singular, incluida la amistad y sus daños colaterales. Escribe C. S. Lewis: “El horror a Lo Mismo de Siempre es una de las pasiones más valiosas que hemos producido en el corazón humano: una fuente sin fin de herejías en lo religioso, de locuras en los consejos, de infidelidad en el matrimonio, de inconstancia en la amistad”. Hoy en misa, el embajador paraguayo en San Pablo, ha tirado un móvil al suelo en su sermón. Sigue C.S. Lewis: “Una novedad continua cuesta dinero, de forma que su deseo implica avaricia o infelicidad, o ambas cosas”. Pero ya sabemos que esto es moda, es pantalón campana sí, pantalón campana no: “La utilidad de las modas en el pensamiento es distraer la atención de los hombres de sus auténticos peligros”. En la portada del libro, escriben el siguiente fragmento: “Sí; el noviazgo es el momento de sembrar esas semillas que engendrarán, diez años después, el odio doméstico”. Eso se merece un yeeeeeeeeeeeeeepa de los de toda la vida. También escribe el autor: “No esperes demasiado de una guerra”. Y puestos a definir, lo hace así: “Los humanos son anfibios: mitad espíritu, mitad animal”. Y todo lo demás, también.
Coda: Se me olvidaba otra, que la edad es lo que tiene (y no solo en los mirápodos): "Un santo echado a perder, un fariseo, un inquisidor, o un brujo, es considerado en el Infierno como una mejor pieza cobrada que un tirano o un disoluto corriente".
Coda 2: Y en el descuento (¿o se dice añadido?), un remate a lo Santillana: "Me gustan mucho más los murciélagos que los burócratas".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario