Estamos de luto.

Siempre que voy a un tanatorio o a un entierro (hoy he ido y a las 7 tengo un funeral) utilizo el hiperclásico "No tengo palabras". Pero lo del Real Murcia de ayer fue de traca. De petardazo.

Ya he hablado innumerables veces de la trágica situación de este club. Después de la derrota en Cádiz se necesitaba un milagro para la salvación. Y se estuvo a puntito. Se consiguieron diez puntos, pero se necesitaban doce. Se necesitaban cuatro victorias seguidas y no pudo ser. Pero en fin, es lo que hay. Esto era cuestión de tiempo y los responsables han sido muchos: Samper y su equipo, y todos los demás. Lamentable lo de un entrenador que no ha sabido encarar esta situación. Otro día hablaré de la decepción causada por José González. Otro día, que ahora vienen los italianos.

De luto. Pensando que estamos a la altura de Sangonera la Verde. La pedanía y la metrópoli igualadas, cuándo el domingo pasado creíamos que esto no iba a ocurrir.

En fin. Y también dejo para otro día lo que ocurrió ayer en Cartagena entre el equipo departamental y el Albacete. Lo bueno del fútbol es que hay memoria para rato. Sí, sí. Memoria. Lo de ayer en Cartagena está grabado de verdad en el disco duro. Suenan muchos requiems pero ninguno es estéril.

Aunque siempre nos quedan Los Planetas y empezar de cero.