Network, un mundo implacable

Menuda sorpresa de sábado. Acababa el día, casi como empezó, y vi el nombre de Sidney Lumet. Sólo he hablado por aquí de su última película, Antes que el diablo sepas que has muerto. Network, titulada aquí un mundo implacable, es una reflexión sobre la vida como negocio, con el trasfondo de una emisora de televisión de fondo. Un tipo, al saber de su despido, decide anunciar su suicidio en televisión, afirmando que lo hará en su último programa. La repercusión de tal noticia es bestial, y una pérfida jefa de programación (otra vez Faye Dunaway espectacular, tanto o más que en Bonnie & Clyde o en Chinatown) hace que le mantengan el programa. El pobre diablo, con un Peter Finch en las últimas, empieza a desvariar y a soltar todo lo que le pasa por la cabeza, siendo, en palabras propias, “el profeta iracundo denunciando la hipocresía de nuestros tiempos”. La peli, pese a ser del año 1976 es extrapolable perfectamente al 2010. Si entonces sufrían en sus propios bolsillos la crisis del petróleo, ahora tenemos otra crisis con mayúsculas, ponle tú la etiqueta que quieras. Y una empresa va a extenuar a sus empleados todo lo que haga falta. Lo dicen también en el film, las empresas funcionan como prostíbulos, como auténticas casas de putas. Sólo importa el beneficio. Y el ejemplo de las televisiones es paradigmático. Sólo hay que poner un informativo: sólo importa el éxito, aunque tengan que poner violencia y sangre durante treinta minutos mientras te zanpas el montadito de lomo de rigor. Que una cosa es una cosa, y seis, media docena. No nos confundamos. Aparte de Finch y la Dunaway, destacar a una Beatrice Straight que tiene que ver como su esposo fiel de toda la vida, un lúcido y asqueado William Holden, le dice que ya no hay tanta fidelidad entre ambos (escena mítica). Como mandar 25 años por la borda en un momento.
La mejor referencia a la peli la he encontrado en Misterioso objeto al mediodía. De obligado visionado. Para ayer. Que no se nos olvide que las crisis van y vienen, como lo hace nuestra clase política en su coche oficial y sin sudar un puto día en sus putas vidas. Y todo lo demás. Y, como cantan Kula Shaker, va a ser verdad que Peter Pan ha muerto. Estamos solos y vendidos. Y puntos.