Hace 1 hora
sábado, 30 de diciembre de 2017
Eva
Empieza AP-R diciendo que Falcó no desea su muerte en una noche concreta. Vías de escape en la Lisboa tajeña. ¿Qué ponemos antes en nuestros pensamientos? ¿Mujeres? ¿Seguro? ¿Cigarrillos? ¿Seguro? ¿Restaurantes? ¿Seguro? Sus 37 años, su brillantina, sus pastillas antimigraña, podían con (casi) todo. O tal vez, no. ¿A quién no le gusta un sitio con camareros simpáticos? Y visitas relámpago a Salamanca y Sevilla y hoteles caros y facturas junto al brazo y las bragas de una mujer. Mujeres ajenas y partidas de cartas y hoteles aún más caros conforme el Mediterráneo se acerca. ¿O era al revés? Hay lugares y frases reconocibles (¿más de la cuenta?) en Eva. Pero a veces está bien reconocer(se) en las lecturas ajenas, en los momentos del pasado, en los martes sin planes, en los domingos sin dinero (Romay dixit). Y los diálogos del segundo capítulo. Grandes. Está bien recrear(se) en palabras simples pero acertadas. Y pajas mentales, y Nicolás Franco y viejas historias de viejas guardias. O como ahora se diga en las redes sociales. Y Tánger, y mujeres del pasado y brazos que ya no están, y charlas con capitanes de barco que permiten ciertas licencias. Peleas, bares, rostros reconocibles. La misma mierda de Falcó. Recuerdos, citas, entrevistas, propuestas. Capitanes con principios. Horas en las que pensar. Atenas y Beirut y Berlín en el recuerdo. El reencuentro con Eva y los postulados de Euclides. El problema es que suena demasiado reconocible, suena a leído, suena a música ya escuchada, a música con la que, eso sí, recrear(se). Siempre hay puñales, siempre peleas, siempre carreras, siempre noches con olor a mar salina. Y eso, está bien. Capitanes, lealtades, lobos marinos, desfiles salmantinos, dinero que no es suficiente. Eva, la lucha proletaria, los ideales que ya no se se ven, morir sin motivo. Pinchos, no siempre morunos, caen entre la niebla. Hermanos con principios de mar. Dolor de alma y pendientes, otra vez, de cruzar otra frontera. Tánger, aunque está vez, no sera Soto. Y todo lo demás, también.
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2 comentarios:
Lo has leído pronto.
Todo lo contrario
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