viernes, 9 de abril de 2021

Shitsel. Tercera temporada.

Volvió, con salto temporal en todos los sentidos, la tercera temporada de Shitsel, dejando puntos suspensivos y con ese regusto amargo de renuncia continua. ¿A qué cantidad de cosas debe renunciar una persona por pertenecer a una comunidad? ¿Qué poder tiene el pasado en nuestras imágenes cotidianas? ¿Podemos renunciar a los recuerdos? ¿Somos capaces de poner nuestra supervivencia por encima de nuestros ideales? ¿Somos capaces de poner en tela de juicio nuestros principios existenciales por tener algo parecido a la infelicidad? Al final, a todo se acostumbra uno: la enfermedad, los prejuicios, la soledad, el dolor, el rechazo. Sobre todo, el rechazo. En la tercera temporada de Shitsel se reflexiona mucho sobre el rechazo, sobre la incapacidad de respuesta ante un no, sobre la resistencia moral ante los problemas. Una y otra vez, luchar, luchar y volver a luchar, aunque “el ajo es bueno para tomar decisiones”. Y si hay problemas dialécticos, flores: “No hay discusión que una planta no pueda zanjar”. O sí. Caminos largos, caminos cortos, padres enfrentados a sus hijos, hermanos enfrentados con hermanos, familias en disputa por temas que no deberían ser vitales. Una buena temporada para pensar sobre la lucha entre las decisiones equivocadas y las erróneas, entre lo que pensamos que nos puede venir bien y en lo que realmente nos afecta para seguir respirando.

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