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lunes, 9 de agosto de 2021
Domina. Primera temporada.
“La República puede que no sea perfecta, pero es mejor que la alternativa: reyes, dictadores y guerra civil”. Palabras del padre de la protagonista, Livia, al hijo de Julio César, Cayo Julio César, justo después del asesinato de Julio César. Viva el politiqueo, las negras liberadas, las bodas como símbolo de que todo es mentira en la Roma de las apariencias y las alianzas político-civiles. Domina empieza dejando claro que en la política todo vale y todo cambia mucho y en muy poco tiempo. O no. Destierros, hambre, muerte, saltos en el tiempo, idas y venidas… Y en el tercer capítulo, salto de 12 años y y fin de la guerra civil… Qué bonito es saltar en el tiempo, y alcanzar el poder en plan Domina. Harenes y negros, antiguos criados convertidos en vaya usted a saber… Vivan los puntos suspensivos y vivan las mentiras. Sobre todo, las mentiras. “Un romano libra sus propias batallas”, le dice Livia (Domina) a sus dos hijos mayores. Vaya un numerito de Augusto previo a ser Augusto, y de Agripa y de Mecenas, el cual dice que “Livia es el hombre más inteligente de Roma”. Y Unidas Octavias y la exmujer Escribonia, jodiendo la marrana. Y un cuarto capítulo de catarsis, de jodienda, de huida a los lagos y vuelta a la normalida, y dioses en la tierra que no quieren (más) hijos sino (más) poder, que era lo que aniaba Augusto antes de ser Augusto. Y la peste y los anillos y las jodiendas varias. Y todo son conspiraciones (y no las de Mel Gibson) y alianzas y jodiendas matrimoniales y parentescos que llevan a más jodiendas. Viva la traición.
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