miércoles, 11 de agosto de 2021

Hit & Run. Primera temporada.

La primera temporada de Hit & Run nos vuelve a confirmar que todo es mentira. Absolutamente todo. Ríete de la tesis de Sánchez, del máster de Casado, de lo de la Cifuentes, de las ruedas de prensa de Montero (cualquiera de ellas, ellos, elles [gran revista]). Todo mentira. Pero hay mentiras bien hechas y Hit & Run es una mentira bien hecha. Desde 2016 tenemos a Fauda en el horizonte (hay que volver a ella, en mitad de tanto mediocridad [y no solo política]). Si el diablo es un agente doble al serivicio de la Providencia (tengamos o no cartas al sobrino), aquí tenemos el asesinato de alguien que no es quien dice ser, tenemos la búsqueda de unas incógnitas demasiado grandes, tenemos a guías que tienen un pasado, a policías preñadas que investigan, a tipos de inteligencias que deben elegir, a servicios secretos jugando a servicios secretos, a policías que siguen puntos suspensivos, a excompañeros de andanzas del pasado, a exnovios que ocultan secretos, tenemos a muchos individuos e individuas (individues monterísticos no lo sé) que nos recuerdan a Fauda, a Israel y sus contradicciones, a espionaje y pasado colombiano y mejicano, a periodistas que no saben si publicar lo que no pueden publicar, a tipos veganos que tienen un pasado y algo reconocible pero que no es Fauda. O tal vez, todo sea Fauda caótica en nuestras vidas, también la primera temporada de Hit & Run. O no.

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