lunes, 20 de abril de 2020

Fauda. Tercera temporada.

Vuelve la tercera temporada de Fauda con intensidad. Es otra de esas series que hay poner (si algún día volvemos a las clases presenciales) en un 4º de ESO para explicar el conflicto en tierras israelíes, en tierras palestinas, en tierras de guerra continua. No es fácil posicionarse ante Fauda. Siempre hay jarana, conflicto, muerte. Fauda es reevaluación continua. No para nunca. Y nunca sabes si un moderado siempre es moderado. Hebrón, Gaza y el mismo centro del Infierno. El mismísimo centro. El pueblo elegido. Menos mal que son el pueblo elegido, que decía EHDLCV. Infiltraciones, secuestros y el infierno de Gaza. Lo peor es muy personal y luego está el conflicto arabe-israelí (incluso cuando no hay oposiciones de Secundaria y no ponen un mapa del que puedes hablar mucho y una inmensa mayoría se queja sin motivo aparente). Pero esta, otra vez y con más ahínco, con más subrayado de boli rojo, se pone énfasis en el drama y sus daños colaterales en las familias de los que luchan por acabar con esa locura, con ese drama, con esa barbaridad. Tenemos que pensar que muchas veces, aunque se quiera hacer el bien, es imposible luchar contra el mal. Hay muchos malos. Y son sustituibles. Cambio de cromos. Lo vivimos aquí con ETA y las cárceles llenas de etarras. Hasta arriba. Pues los malos (casi siempre) ganan. Y hacen mucho daño. Mucho.

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