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miércoles, 1 de abril de 2020
El estado de sitio (obra de Albert Camus)
Empiezo, casi a la par, la lectura de espacios gaditanos en El estado de sitio de Albert Camus y de Trafalgar de Pérez Galdós. Cádiz, la vieja y nueva Cádiz, un espacio de contradicciones, de lucha entre Antiguo y Nuevo Régimen. Tropecé (visualmente) con El estado de sitio camusiano buscando libros de Miguel Hernández y de Pemán. Curioso, que no casual, que las casualidades no existen. Y empieza todo con música de alarma, mucho antes de que Protección Civil avise al personal de que por el coronavirus no se puede andar por las calles. Nunca. Mucho antes. Y La Peste, desde el principio, es la que manda, la que corta el bacalao. Y entre oscuridades varias, se avecina el fin del mundo. Y el calor de Cádiz, y la Guardia Civil mandando al personal a casa. Y una sucesión de frases que no dejan respiro: “No hay señales sin motivo”. ¿Tuvimos señales antes de la pandemia de coronavirus? ¿Se deben (ya) pedir responsabilidades?. “Pronto tendremos guerra”. Estamos viendo ya situaciones en el sur de Italia por el abastecimiento de alimentos o, en España, por la reubicación de enfermos, de odio. De un odio muy canalla. De Holanda y el trato a los ancianos, mejor no escupir ni decir maldades. ¿Creemos en señales en el siglo XXI? No lo sé. Otra frase: “La vida equivale a la muerte; el hombre es la leña con que se hacen las hogueras”. Hoy casi novecientos muertos en España. Habría que empezar el informativo con cada uno de esos fallecidos. Uno tras otro. Nombre, primer apellido, segundo apellido, padre de tal persona, también infectada… Alsina nos cuenta algunos cada mañana, y como dice Juan Soto Ivars, eso nos vale, o nos consuela, o directamente nos hace saltar las lágrimas. Más frases: “He leído en los libros que más vale ser cómplice del cielo que víctima suya”. Hoy cerraban la puerta del Santo Sepulcro; la última vez que se hizo de manera indefinida fue por la epidemia pestilente de 1349. Nos somos nadie. Esa imagen del Papa, solo en la plaza de San Pedro, con esa lluvia. ¿Nos lo hubiéramos imaginado alguna vez en nuestra puñetera vida? Pues no. Más frases: “Los buenos gobiernos son los gobiernos en los que nada pasa”. No sé, no sé: ¿Qué decir del gobierno de Sánchez con la peste del coronavirus? ¿Muchas mentiras, Cum Fraude? Tenemos un presidente con una tesis plagiada, tenemos al “líder” (¿es Casado líder de algo?) de la oposición todavía con aquello del Máster y el líder de Vistatriste… Más frases: “Nada bueno hay en lo nuevo”. Nada bueno en este gobierno, o casi nada. Nos vamos a condenar por nuestras malas costumbres. La figura del Astrólogo, que anuncia "sequía, hambre y peste para todos”. Y como uno de esos cinco curas que se turnan en el Palacio de Hielo de Madrid para el responso ante los muertos y los vivos, como ha dicho esta mañana Alsina en su monólogo. Más frases: “Habrá tantos muertos que ya no quedarán vivos para enterrarlos”. Como ahora. La rapidez de la epidemia, antes y después de marzos de llegar sola y no sé qué más, gritos sin motivo aparente que mezclaron de todo. Y como ahora, en El estado de sitio, se nos dice: “Los barrios están más contaminados de lo que se cree, lo cual me indica a pensar que hay que ocultar la situación y no decir la verdad al pueblo a ningún precio”. Si ahora son los viejos en las residencias, en EEDS son los “barrios exteriores, pobres y superpoblados”. Dice el Gobernador en EEDS, como si de otro 8M se tratara, como si de un Atalanta-Valencia se tratara: “Lo fastidioso es que yo debía ir de caza. Estas cosas suceden siempre cuando uno tiene algún asunto importante”. Y si hay que quedar(se) en casa, nos quedamos: “Quédate, la casa está tranquila en medio de la plaga”. Y el miedo, el miedo a tocar(se). Más frases: “Con el fin de evitar los riesgos del contagio, se prohíbe toda reunión pública y toda diversión”. ¿Y esto cómo terminará? Pues mal, porque “vale más un desorden que una descortesía”. Y como si de una ministra de asuntos laborales se tratara (vaya mitin el otro día, Díaz): “No hay desgracia que no tenga su lado bueno”. Y los cementerios, los cementerios… “hasta en los cementerios puede haber buenos negocios”. El Principio de Peter hecho políticos, ascendiendo, ascendiendo hasta la cumbre: “Peste o Gobernador, siempre es el Estado”. Pero esto no para, “la epidemia va más deprisa que nosotros”. Y si tenemos que llevarnos el pañuelo de vinagre a la boca, nos lo llevamos. Y nos dice La Peste: “Vosotros los españoles sois un poco noveleros”. Y añade: “Necesitáis lo patético”. Y concluye que “está prohibido el patetismo”. Pero no conocía a nuestro Sánchez, a nuestro Casado, a nuestros rufianes líderes políticos. En fin, que hay frases que son aplicables a muchos, a casi todos: “Una buena organización vale más que un mal patetismo”. Y todos incinerados, muy muy muy rápido. Ahora que sea apela al 128 de la Constitución Española de 1978, cualquier cosa es posible: “Cuanto más se suprime, mejor van las cosas”. Y claro, cada uno tiene el diablo que se merece, los líderes políticos que se merece: “Nuestra convicción es que ustedes son culpables. Culpables de ser gobernados, naturalmente”. Y el tedio, el cansancio, el aburrimiento (“cuando ustedes estén agotados de cansancio, lo demás vendrá por sus pasos”). Y sí, algunos lo suscriben: “Una buena peste vale más que dos libertades”. O tres, o cinco, como nuestras asquerosas televisiones (eran números primos al azar, podía haber dicho el cuatro o el seis, la misma mierda es). Más frases: “Nada es cobardía en el país de los cobardes”. O Casi nada. Y lo que viene ahora, va a ser de traca: “Hemos pagado siempre todo en moneda de miseria”. Y el desastre que nos espera: “Hay que matar para suprimir el asesinato, ejercer la violencia para subsanar la justicia”. Y luego, frases sanchistas en el país de Sánchez: “Ningún hombre tiene bastante virtud para que pueda consertírsele el poder absolutos”. Todo está escrito, pero luego se puede reescribir: “Atención, porque los que escriben la Historia vuelven. Se van a ocupar de los héroes. Los van a meter en la cárcel. Bajo la losa”. Y todo lo demás, también.
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